GUSTAVO PETRO
Defensora ambiental, feminista y lideresa afro: así es Francia Márquez, la nueva Vicepresidenta
La coequipera de Gustavo Petro nació en una familia pobre de Suárez, Cauca. Fue madre soltera a los 16 años, huyó de su tierra amenazada de muerte, limpió casas para sobrevivir y estudió derecho en la Universidad Santiago de Cali antes de abrirse paso en la política.
Cabello rizado, atuendos africanos y puño en alto, Francia Márquez hizo su campaña a la Vicepresidencia por "los nadie", como denomina a las poblaciones deprimidas y excluidas de Colombia y a quienes representa, pues asegura que es hija del pueblo negro, raizal y palenquero.
La coequipera de Gustavo Petro nació en una familia pobre de Suárez, Cauca, el 1 de diciembre de 1982. Fue madre soltera a los 16 años, huyó de su tierra amenazada de muerte, limpió casas para sobrevivir y estudió derecho en la Universidad Santiago de Cali antes de abrirse paso en la política.
Pero su trayectoria como lideresa social inició mucho antes de convertirse en abogada. Desde los 15 años combatió la minería ilegal de oro en el corregimiento La Toma. En 2015 recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos y luego, en 2018, el Premio Goldman, conocido como “el Nobel del medio ambiente”.
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Solo un año después, en 2019, sobrevivió a un atentado con granadas y ráfagas de fusil. Quisieron matarla por su defensa del agua ante el avance de la minería en las tierras de las comunidades afrodescendientes.
La política no le ha sido ajena, en 2018 aspiró a la Cámara de Representantes y fue Presidenta del Comité Nacional del Consejo Nacional de Paz, Reconciliación y Convivencia.
Un largo camino como lideresa social
Francia Márquez recuerda con nostalgia su niñez a la orilla del río Ovejas, el lugar donde creció cantando y pescando y que con el tiempo se convirtió en una zona roja marcada por la explotación minera.
“Para mí era muy bonito en mi infancia ir al río, dormir junto al río con mi abuelo. Amamos al río, el Ovejas. Allá los jóvenes nos íbamos a pescar en la noche. Cuando llegó el conflicto armado ya no podíamos hacerlo, pero regularmente nos levantábamos en la madrugada para ir a pescar”, contó a El País en 2018.
El río también era el sitio donde hacían minería ancestral. De sus abuelos heredó este oficio y aprendió las creencias tradicionales de las comunidades en este territorio.
Fue en 1993 cuando inició su lucha ambiental. Ese año, propusieron desviar el río Ovejas hacia la represa de Salvajina. Con esa medida, detalló Márquez, el territorio quedaría sin agua, sin la posibilidad de cultivar y hacer minería.
En ese momento, su comunidad comenzó a movilizarse y a defender los derechos ambientales. Y esa no era la única lucha, pues el paramilitarismo también estaba presente en el norte del Cauca. Uno de los hechos más conocidos fue la masacre del Naya, en 2001 (donde asesinaron a 24 personas y desplazaron a 3.823).
Sin embargo, Francia recuerda que antes de esto “hubo muchas otras violencias que se cometieron sobre esos territorios que generaron pánico, y en esa misma zona después se le entregaron títulos de explotación minera a una empresa fachada de Anglo Gold”.
En medio de este panorama, Márquez se va hacia la capital vallecaucana a estudiar derecho en la Universidad Santiago de Cali y, desde primer semestre, varios abogados la ayudaron a instaurar acciones legales para evitar que sacaran a las comunidades negras del territorio.
“La Corte en el 2010 falla una sentencia, la T1045A, en la que reconoce que en La Toma somos una comunidad afrodescendiente, que tenemos un territorio, que la minería que hacemos es ancestral y suspende los títulos mineros que se habían otorgado”.
Cuando se emitió sentencia a favor de las personas de la comunidad, grupos armados los declararon objetivo militar. Incluso, Francia tuvo que abandonar el Cauca y recibir un esquema de protección.
A pesar de las intimidaciones y amenazas de muerte, en noviembre de 2014 lideró la Marcha de los Turbantes, una movilización de Mujeres Negras por el Cuidado de la Vida y el territorio, quienes caminaron hasta Bogotá para pedir garantías de los derechos de los pueblos negros y de las mujeres. Entre las exigencias estaba que el Gobierno retirara títulos mineros otorgados sin el consentimiento de las comunidades.
Cuatro años después, en 2018, obtuvo el Premio Medioambiental Goldman, considerado como el 'Nobel verde'.
En su momento, la caucana aseguró que “eso dice mucho de cómo somos las mujeres. Estamos cuidando siempre. La casa, los hijos, todo. Por eso creo que a la política hay que incluirle ese amor maternal por el cuidado de la vida. Por ahí es el camino”. Esta es una de las ideas ancestrales que dan sello propio a sus propuestas políticas.
De activista a política
En el año 2019 Márquez ingresó al top 100 de las mujeres más influyentes e inspiradoras del mundo, según la BBC de Londres. Solo un año después, publicó en su cuenta de Twitter “Quiero ser presidenta de este país”.
Desde allí, trazó su camino hacia la Casa de Nariño. Su aspiración presidencial se fundamentó en el movimiento significativo de ciudadanos 'Soy porque Somos'.
Su propuesta política se ha enfocado en proteger la vida de las personas en los distintos territorios, para que “anden” sin miedo y "vivan sabroso", así como en el cumplimiento del Acuerdo de Paz.
En las consultas interpartidistas, Francia obtuvo la segunda mejor votación en el Pacto Histórico (785.000) después de Petro (4,4 millones). Así, se convirtió en la fórmula vicepresidencial del candidato y ambos en la primera vuelta, el pasado 29 de mayo, superaron los 8 millones de votos.
La sencillez y la humildad han marcado su trayectoria como líder social y ahora como política. Por eso, Márquez representa los ideales de los sectores tradicionalmente excluidos y, en especial, de las comunidades étnicas.
"Los nadie, los que no se nos reconoce nuestra humanidad, los que no se nos reconocen los derechos en este país, nos ponemos de pie para cambiar la historia, para ocupar la política", dijo Márquez en una entrevista con la AFP en marzo.
Para algunos, la carta política de esta lideresa ambiental está oxigenando la política tradicional, al reunir lo ambiental, lo étnico, lo feminista y lo juvenil.
Sin embargo, en su ascenso no estuvo libre del azote de un racismo soterrado. Desde abril Márquez ha sido blanco de 1.083 comentarios y mensajes racistas en medios y redes, según el Observatorio de Discriminación Racial en la Universidad de los Andes.
La cantante Marbelle, por ejemplo, lanzó múltiples comentarios racistas contra Francia en medio de la campaña política. A través de redes sociales insultó a la lideresa al llamarla “King Kong”.
En la campaña, sin embargo, no estuvo libre de desaciertos y controversias. Hace más de un mes la lideresa se convirtió en foco de críticas por afirmar que en Colombia se consumen huevos importados desde Alemania, y que otros alimentos como la yuca y la papa tampoco se estarían produciendo en el país.
En plataformas digitales se viralizó el video de las afirmaciones de Márquez que, además, generó reacciones de diferentes sectores. La Federación Nacional de Avicultores, la Sociedad de Agricultores de Colombia y hasta el Gobierno Nacional desmintieron lo dicho por Francia.
Pero en la memoria de los colombianos también quedó su duro ataque al expresidente César Gaviria, a quien tildó de ser representante de “más de lo mismo”, justamente cuando Petro buscaba acercamientos con ese sector político.
Para muchos sectores sociales la figura de Francia Márquez genera resistencia, pues se le ve como una mujer que podría profundizar aún más la polarización extrema que hoy reina en Colombia.
Y también se cuestiona su poca experiencia en el sector público. La gran pregunta es cómo dejará atrás la emotividad de la campaña y cuál será su aporte real al cambio que prometió el Pacto Histórico.
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