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Nobel Gabriel García Márquez, facilitador silencioso de otros procesos de paz

Desde que recibió el máximo galardón de las letras en 1982, ‘Gabo’ fue facilitador silencioso de este y otros procesos de paz.

10 de diciembre de 2016 Por: Redacción de El País

Desde que recibió el máximo galardón de las letras en 1982, ‘Gabo’ fue facilitador silencioso de este y otros procesos de paz.

Gabriel García Márquez, premio Nobel de literatura colombiano, fue un diplomático en la sombra  en  distintos procesos de paz del país en los últimos 40 años.

Su amistad con el líder Fidel Castro y su simpatía con  la revolución cubana, sumada a su posición de izquierda, le permitieron a ‘Gabo’  un acercamiento con el jefe de Estado cubano que facilitaron la búsqueda de una salida negociada al conflicto colombiano .

El escritor Fabio Martínez, docente de la Universidad del Valle e investigador de la vida y obra del Nobel, comenta que esa proximidad a Castro convirtió a García Márquez “en un diplomático que abría puertas y servía de puente entre las partes”.

Desde que recibió  el máximo galardón de las letras en 1982, ‘Gabo’ se convirtió en un embajador de la paz del país. Desde Cuernavaca, México, donde se estableció, mantuvo contacto con los  presidentes Virgilio Barco, Belisario Betancourt, Andrés Pastrana, Juan Manuel Santos e, “incluso, con  Álvaro Uribe, que también  luchó por sentarse a dialogar con las Farc, pero estas se negaron”, comenta Martínez.

El Nobel de Literatura incidió en el proceso de paz con el M-19, dada su amistad con el presidente de entonces, Belisario Betancur, un conservador demócrata, muy inclinado a las letras, la poesía y las artes. También tuvo influencia diplomática en los diálogos de Maguncia (Alemania) de  Betancur con el ELN, de tendencia procubana.

Para el politólogo y docente de la Universidad del Valle, Héctor Alonso Moreno, García Márquez siempre fue un facilitador de paz totalmente comprometido con la búsqueda de una solución al conflicto armado, al punto de que  en un momento dado eso llegara a poner en riesgo su propia libertad.

“Él fue un incomprendido por parte de la inteligencia militar en su momento, porque se le sindicó de ser  miembro  del M-19, pero fue un hombre amante de la paz, un facilitador con su prestigio y sus relaciones internacionales para que en Colombia por fin se consolidara la paz”, dice Moreno.

 Lamentablemente, cuenta,  en los años 80, en la época del gobierno de Julio César Turbay Ayala, García Márquez quiso regresar a radicarse en  Colombia, pero fue sujeto de persecución política y eligió establecerse en México. “El general Camacho Leyva estaba muy interesado en meterlo preso, época en la que se detuvo a intelectuales como  el poeta Luis Vidales”, dice el politólogo.

No obstante, la amistad del Nobel con Fidel Castro y su inclinación hacia la  izquierda democrática en América Latina, lo llevó a propiciar acercamientos con el gobierno de  Virgilio Barco.

Moreno resalta que los comandantes del M-19 eran costeños y eso generaba empatía: Jaime Báteman, un samario alegre, con una visión nacionalista. Igual con Carlos Pizarro, cartagenero. “Todas esas amistades permitieron un acercamiento con el Gobierno de Barco y de ahí viene el proceso de paz con el M-19”, resalta Moreno.

Martínez afirma que “García Márquez nunca abandonó el país. Desde hace unos 40 años ayudó en los procesos de paz, anhelaba que no hubiera esas polarizaciones tan profundas, pero  pedía que nunca fuera registrado por los medios de comunicación”.

Para él, el autor de Cien Años de Soledad, siempre cumplió un papel de diplomático, de embajador internacional de la paz, en una labor silenciosa: “No hay mucha información concreta al respecto, porque siempre quería pasar de manera discreta frente a sus buenos oficios por la paz de Colombia”.

Destaca que ‘Gabo’  comprendió que la lucha armada era la ruta equivocada, que había que atajar toda esa estela de muerte por la experiencia de Bolivia, Venezuela y  otros países.

Con los SantosCon Juan Manuel Santos, ‘Gabo’  tuvo una buena relación, pero más con su hermano Enrique Santos, cofundador de la revista Alternativa, publicación emblemática de la izquierda colombiana.  “Los dos (Santos), cumplieron una función importante  en el proceso que se acaba de firmar con las Farc, porque si Juan Manuel ganó la presidencia levantando la bandera de la Paz, Enrique fue su amigo (de ‘Gabo’) personal, de proyectos y allí fluyó todo para que se dieran las conversaciones con ellos dos y un grupo de amigos de Cuba y del proceso cubano, de ahí que no es gratuito que las negociaciones hayan sido en ese país”, explicó Fabio Martínez.

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