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Participación política de las Farc, el tema más espinoso del proceso de paz

El Gobierno estaría ofreciendo tres cupos en el Congreso y la guerrilla estaría pidiendo diez. ‘Cómo sería la participación política de la insurgencia?

21 de agosto de 2016 Por: Colprensa

El Gobierno estaría ofreciendo tres cupos en el Congreso y la guerrilla estaría pidiendo diez. ‘Cómo sería la participación política de la insurgencia?

La participación política de las Farc es un tema espinoso. Aún hay quienes rechazan el hecho de que los hoy guerrilleros lleguen a tener algún tipo de poder. Otros lo aceptan en favor de la paz, pero dicen que tiene  que haber reglas claras, y algunos más  que ese poder se lo deben ganar a pulso, es decir, en las urnas.

Pero mientras en Colombia se discute, parece que en La Habana ya se ha encontrado una fórmula para eliminar el debate de ‘las curules a dedo’.

Lo cierto es que, aunque todavía falta conocerse cuántas serán las Circunscripciones de Paz convenidas para los miembros del grupo insurgente en la Cámara de Representantes,  eso ya es un hecho.

Ahora las partes estarían definiendo la participación directa de las Farc que, al parecer, se estaría construyendo sobre la base de que en realidad los acuerdos se aplicarían en el 2017, por lo que quedaría solo un año de la actual legislatura.

Así, lo mejor sería apuntarle directamente a las elecciones del 2018, pero asegurándoles un número mínimo de curules a quienes hoy integran la guerrilla. El problema está en que no se ha logrado un consenso al respecto, puesto que mientras el  Gobierno Nacional estaría ofreciendo tres, la contraparte en la mesa estaría pidiendo diez.

¿Cuántas al fin?

Ante ese escenario, el profesor Frederic Massé, de la Universidad Externado de Colombia, plantea que tal discriminación positiva podría verse bien, siempre y cuando “las garantías también se les ofrezcan a los movimientos minoritarios”.

En esa misma línea se ubica el director del programa de Ciencia Política de la Universidad de La Sabana, Iván Garzón, quien demanda equidad para las minorías y recomienda que quienes reciban esas curules no sean los dirigentes del grupo guerrillero.

“Creo que debería ser un número que no esté por encima de la representación política más pequeña del Congreso. Y debería ser, en lo posible, no ocupada por los cabecillas, sino por otras personas que representen su propuesta política”, señala.

Claro que para Garzón faltaría un poco de olfato político por parte de las Farc: “Deberían pensar en un tiempo de transición entre su desmovilización y su participación en un órgano de tanta visibilidad como el Congreso. Y que más bien las alianzas con partidos y movimientos afines les podrían dar un resultado similar sin el costo de profundizar un rechazo popular que, según las encuestas, sigue intacto”.

Para Massé, si se les aseguraran diez curules habría que relativizar la influencia que podrían tener en el Congreso de la República.

“Las Farc, o los movimientos afines a ellas, con diez senadores pueden influir en la política, pero no son ellos los que van a hacer la política. Podrían influir en el caso de que se busquen alianzas y que para adoptar una ley se necesite el voto de esos diez senadores. No hay que exagerar el papel que podrían tener, pero no hay que minimizarlo tampoco”, afirma.

Y si, por el contrario, fueran solo tres, destaca que el papel que tendrían sería mucho más simbólico, pero: “los escaños para afros e indígenas tampoco son muchos (…) Entonces, el riesgo de ponerles diez a las Farc podría generar una reacción negativa de parte de esas comunidades”.

Mientras tanto, para John Mario González, columnista y profesor, lo que se tendría  que considerar también es por cuántos periodos se otorgarían dichos cupos”, pero  le sigue pareciendo antidemocrático. 

 “Creo que esa situación antidemocrática es aceptable en pro de la paz. Se les pueden dar cinco o seis curules”, pero cuestiona si tal pedido e insistencia de las Farc se debe al miedo que podrían tener ante los posibles resultados electorales.

Ante ese escenario, la representante de Alianza Verde Angélica Lozano -quien cuestionó duramente la propuesta de la Fundación Paz y Reconciliación sobre las curules que se le deberían dar a la guerrilla en el Senado-, señala que puede ser positivo.

“En anteriores procesos de paz ha habido curules reservadas; dos curules tuvieron por lo menos dos grupos guerrilleros en el pasado. Me parece razonable que ellos reciban tres, que equivale al umbral (el partido que pase el umbral tiene derecho a tres curules), de ahí para adelante que se ganen los votos”, afirma la congresista.

Esa propuesta, explica, sí la verían con buenos ojos, porque aquí sí se respeta la proporción, no como la propuesta de la Fundación: “Proponían darles nueve curules a las Farc. Esto   no es realista, porque no tienen ese apoyo popular (…) Jugando limpio, partidos políticos como el Polo y el Verde, cada uno, tienen cinco curules y jugar limpio implica diez y doce años de trayectoria”.

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¿En concejos y asambleas?

Mientras eso se resuelve, también ha sonado la posibilidad de que se plantee un tipo de ayuda similar para que las Farc lleguen a los concejos municipales, es decir al poder local. Esa idea, para John Mario González, resulta compleja y un poco riesgosa.

“Creo que eso sería una medida arbitraria e inaceptable porque cómo se definirían los municipios a los cuales se les da una curul, no se podría decir que en todos los del país. Tampoco sería posible decir que se les da en los 242 municipios en los que los últimos 30 años han hecho presencia porque definirlos sería muy complicado”, plantea.

Además, señala, que “imponer uno o dos concejales en un municipio puede ser antidemocrático, porque pueden alterar el balance del poder a nivel local”, esto al considerar que un territorio pequeño tiene once concejales.

Pero para Iván Garzón esa idea es más aceptable que la que plantea que lleguen al Congreso: “Creo que es más viable que en algunos departamentos o en algunos municipios donde han tenido más presencia puedan hacer un tránsito hacia esa forma de participación política. El reto del Congreso puede generar un choque en la opinión pública muy fuerte, que creo que no lo miden, entonces esa representación regional sería más adecuada”.

Amnistía para quiénes

Otra de las presiones que se siente en la mesa de conversaciones de La Habana la genera la ley de amnistía que pide la subversión como un seguro del proceso de paz. Para ellos, desde ya el Gobierno debería empezar a tramitarla en el Congreso, pero para el profesor Frederic Massé no lo hace por las críticas que genera en la opinión pública y en la oposición.

“Creo que el Gobierno lo podría hacer, pero daría argumentos adicionales a los que no quieren aprobar el plebiscito. Sin tener la certeza de que se van a desmovilizar y sin saber si el plebiscito se aprueba, porque si se pierde, ¿entonces qué se haría?”, dice.

Pero esa duda se solucionaría con la posición de la representante Lozano, quien indica que podría ser viable, siempre y cuando su vigencia se condicione a la aprobación del plebiscito, para cuando se espera que todo el panorama del proceso de paz esté completo.

De los jefes de las Farc se sabe que tendrían que entrar al proceso de justicia transicional y una vez cumplan con sus penas podrían hacer política. Pero  el problema de la seguridad juridica sería para los rasos y ‘presos políticos’, es decir, los guerrilleros que están en las cárceles del país.

Por eso aquí los expertos coinciden en decir que se requiere  buscar una solución de generación de confianza entre las partes para poder avanzar, claro que, visto desde los tiempos para el plebiscito, adelantar la Ley de Amnistía sería casi un esfuerzo inoficioso.

Mientras tanto, lo que señalan los analistas es  que quienes deberían participar en política deberían ser los cuadros políticos de la guerrilla.

“Yo creo que hay tres grandes grupos: uno, que son los que están incursos en delitos de lesa humanidad, es decir, atroces; luego están los desmovilizados que serían acusados de sedición, rebelión, asonada y porte ilegal de armas, y quizá también por narcotráfico; y el tercero, que es el de simpatizantes de ellos, incluso cuadros políticos que tienen en las ciudades”, explica González.

Estos últimos, para él y para Iván Garzón, serían quienes deberían llevar la representación de las Farc entrando en el escenario de paz, para que la opinión pública tenga tiempo y paciencia ante la transición del grupo armado a un nuevo movimiento político colombiano.

Se anticipan a la paz

 Los actores armados en Colombia están anticipándose al escenario que surgirá tras  la firma de la paz, generando nuevos “desafíos” humanitarios, dijo la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, Ocha.

”Todavía existen actores que generan situación humanitaria, así como nuevas dinámicas de violencia”, dijo el jefe de  Ocha en Colombia, Gerard Gómez, durante la presentación del informe ‘El impacto humanitario de las nuevas dinámicas del conflicto armado y la violencia en diversas regiones de Colombia’.

 “Desde que se iniciaron los diálogos de paz en el 2012 han ido haciéndose evidentes  ciertos cambios en la dinámica del conflicto y un reacomodo en el accionar de los actores, ligado a lógicas territoriales y vinculadas en muchos casos por el control de los recursos y de las rutas de las economías ilegales”, dijo uno de los participantes en el estudio.

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