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GASTRONOMÍA

La gastronomía salvaje, ¿es posible que este sea el origen de la epidemia de coronavirus?

La OMS no ha confirmado que comer animales exóticos sea el foco de la infección ni que sea posible contagiarse solo por consumir estas especies.

9 de febrero de 2020 Por: Agencia EFE
Las autoridades chinas decretaron la suspensión temporal del comercio de animales salvajes, tras detectarse que el origen del brote se encontraría en la mutación de un virus procedente de uno de los animales que se vendían en Wuhan. | Foto: Foto: Agencia EFE

Las redes sociales hierven estos días con fotos de ciudadanos chinos con mascarilla... pero también devorando ranas crudas, tomando sopa de murciélago, comprando ratas braseadas en los mercados. “¿Cómo no van a contraer virus si comen gatos, perros, murciélagos, culebras y ciempiés?”, se preguntan algunos.

Después de conocerse que el mercado de marisco de Wuhan, en el centro de China y donde se comerciaba con animales salvajes de manera ilegal para su consumo, podría haber sido el foco de contagio del coronavirus, han proliferado mensajes relacionados con la gastronomía que alimentan el estigma contra la comunidad china.

Es cierto que, en determinadas ocasiones, los chinos consumen animales exóticos, pero ni se trata de una práctica generalizada ni la Organización Mundial de la Salud, OMS, ha confirmado que ese sea el foco de la infección ni es posible contagiarse solamente por consumir estas especies salvajes.

¿Qué comen los chinos realmente?

En un país de 1400 millones de personas, no es apropiado afirmar que los chinos “comen de todo”: el consumo de animales considerados “exóticos” -perros, ciervos, pangolines, serpientes- es una práctica que existe, pero que solo se da en algunas zonas del país y en ocasiones muy determinadas.

No en vano, muchos de estos productos son exclusivos y caros, por lo que el chino de a pie no los consume habitualmente y, cada vez más, critica estas prácticas.

El caso más documentado es el polémico festival que se celebra en la ciudad de Yulin, en la provincia meridional de Guangxi, donde miles de perros son sacrificados, vendidos, cocinados y consumidos como parte de una “tradición” que está siendo muy criticada no solo por el maltrato animal, sino también por el mercado negro y los problemas sanitarios que genera.

Pero los chinos no solo comen ocasionalmente animales salvajes como un manjar, para disfrutar de su sabor, sino también por considerarlo una medicina tradicional.

La palabra “yewei”, que se traduce como “gustos salvajes”, alude al consumo de estas especies por sus supuestos beneficios nutritivos y con la creencia de que pueden ayudar a sanar dolencias como la impotencia masculina, la artritis o la gota.

En cualquier caso, las autoridades chinas decretaron a finales de enero la suspensión temporal del comercio de animales salvajes, tras detectarse que el origen del brote se encontraría en la mutación de un virus procedente de uno de los animales -el pangolín, según los últimos estudios- que se vendían en un mercado de marisco de Wuhan, en el centro del país.

Además de pescado, en este mercado callejero también se comerciaba de manera ilegal con carne de rata, pavos reales, liebres recién sacrificadas y hasta cocodrilos.

A raíz de la epidemia, científicos, medios de comunicación, asociaciones civiles y particulares han alzado su voz estos días para pedir regulaciones más severas y específicas, así como información más transparente y campañas de concienciación que frenen el comercio y el consumo de estos animales.

¿Se puede contraer el virus por comer animales salvajes?

En ningún caso se ha hablado de contagio por consumo de animales exóticos, sino por contacto humano directo con animales vivos que portaban el virus y una posterior transmisión entre humanos por vía respiratoria.

El pasado 12 de enero, la OMS publicaba un comunicado en el que explicaba que “hay pruebas bastante concluyentes de que el brote se originó por exposiciones en un mercado de pescados y mariscos de la ciudad de Wuhan”, como habían confirmado las autoridades sanitarias chinas.

En esa línea, el doctor en Microbiología y profesor en la Universidad de Burgos David Rodríguez Lázaro aclara a EFE que el nuevo coronavirus es un virus respiratorio, es decir, “su principal modo de transmisión es por
inhalación de gotitas respiratorias que contienen partículas víricas infectivas”.

“El inicio de esta epidemia se debe a un salto de especie desde un hospedador animal al ser humano”, recalca, pero “no existe evidencia en esta epidemia de que la trasmisión fuese alimentaria, sino por el contacto estrecho entre animales y el hombre”.

También la experta en Microbiología y Virología de la Universitat de Barcelona Susana Guix asegura que “en general, el consumo de animales o alimentos de origen animal, a no ser que sean crudos o poco cocinados, no comporta un riesgo de transmitir enfermedades”.

Guix añade que el riesgo de que algún virus pase de un animal al hombre será mayor cuanto menor sea la distancia evolutiva entre las dos especies. “Es decir, por ejemplo, es más probable que haya transmisión de una infección vírica entre dos mamíferos que entre un reptil y un mamífero”.

El 15 % de los enfermos del coronavirus llega a un estado “severo” y el 3 % a una situación crítica, una proporción que se corresponde con el número de víctimas mortales.

¿Y otras enfermedades infecciosas?

Hay más de 200 enfermedades que se pueden trasmitir por los alimentos y se han descrito más de 40 agentes que pueden ocasionar toxiinfecciones alimentarias, según la OMS.

Sin embargo, el autocontrol que se realiza en la Industria y los controles oficiales de la Administración minimizan el riesgo de una manera significativa.

Por ello, a la hora de contraer enfermedades por el consumo de animales no influye tanto el hecho de que se trate de una especie salvaje o exótica tanto como el de que la carne esté bien cocinada y su comercialización cumpla con normas de higiene y seguridad alimentaria.

Mascotas, víctimas colaterales

Nadie ha probado que puedan contraerlo, pero los animales domésticos son las víctimas colaterales de un coronavirus que ha causado pánico en buena parte de la población de China, donde se han dado casos de dueños de mascotas que las han abandonado por miedo a que transmitan la temida enfermedad.

Lo que generó una psicosis entre muchos dueños de mascotas fueron las palabras de Li Lanjuan, experta del comité nacional que investiga el coronavirus, quien afirmó en una reciente entrevista que los animales domésticos que habían estado expuestos a focos epidémicos también deberían ser puestos en cuarentena.

El filtro de las redes transformó este mensaje de prudencia en “las mascotas pueden contraer el coronavirus”, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud, OMS, asegure que todavía no hay prueba alguna de que eso ocurra.

Aunque es cierto que existen tipos ya conocidos de coronavirus que afectan a gatos y perros, la transmisión se produce únicamente entre miembros de una misma especie y no con humanos, por lo que los expertos descartan, por el momento, que el virus de Wuhan pueda saltar a esos animales.

En los últimos días se han dado numerosos casos de abandono de mascotas, según la prensa local, y en redes sociales algunos afirman que en ciudades como Tianjin (norte) o Shanghái (este) algunas personas han matado a sus mascotas lanzándolas desde la terraza de sus hogares, aunque ninguna institución oficial ha confirmado tal extremo por ahora.

Escasez de equipos de protección

El aumento desmesurado de la demanda y probablemente también la avidez de ganancias de ciertos intermediarios están provocando una escasez de los equipos de protección que requiere de forma prioritaria el personal médico que atiende a los infectados por el coronavirus.

“La demanda es 200 veces más alta y los precios se han multiplicado por 20”, dijo el director general de la Organización Mundial de la Salud, OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, en su conferencia de prensa diaria para informar sobre la evolución de la epidemia.

La OMS ha pedido que no se constituyan reservas de ese material en países donde la transmisión del coronavirus es baja o inexistente.

A tres semanas de que se encendieran todas las alarmas por este brote, Tedros sostuvo que el material esencial para proteger a los trabajadores sanitarios del virus se está agotando y que el suministro de mascarillas, entre ellas las que incluyen un respirador, “son insuficiente para cubrir las necesidades de la Organización Mundial de la Salud, OMS”.

La organización cumple la misión de canalizar el material de protección a los países que más lo requieren, según sus necesidades y riesgos potenciales, y Tedros precisó que China es lo más urgente.

“Esta tarde he hablado con los miembros de la red de abastecimiento para pandemias, que incluye a productores, distribuidores y proveedores logísticos, para garantizar que los equipamientos de protección lleguen a quienes los necesitan”, dijo el responsable de la OMS.

El 15 % de los enfermos del coronavirus llega a un estado “severo” y el 3 % a una situación crítica, una proporción que se corresponde con el número de víctimas mortales.

Comercio ilegal

Millones de pangolines son “robados” de la naturaleza para su uso en la medicina tradicional en Asia y África debido a sus creencias tradicionales, un problema que se convierte en un riesgo para la salud humana, según advirtió la Sociedad Mundial para la Protección de los Animales.

Ante esta situación, “no es sorprendente escuchar que los pangolines estén implicados en el brote de coronavirus”, afirmó la organización en un comunicado.

Esta ONG, conocida en inglés como World Animal Protection, destaca que entre 2010 y 2015 se contabilizaron 1270 incautaciones en 67 países y se requisaron 120 toneladas de partes del cuerpo y escamas, así como 46.000 cadáveres.

Estos mamíferos son los que “más sufren el tráfico ilegal”, señala la organización, quien precisa que “hasta hace poco la mayoría de las personas no tenían conciencia de estos animales únicos y de la crueldad que tienen que soportar”.

El tráfico ilegal de pangolines provoca un “terrible sufrimiento a estos animales” y, además, “pone en riesgo la salud de las personas, como podemos ver ahora”, apunta la organización.

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