ACCIDENTES DE TRÁNSITO
Cada 32 horas un muerto: las escalofriantes cifras de accidentes en las vías de Cali
Es la segunda ciudad del país, después de Bogotá, donde más gente muere en eventos de tránsito. Entre 2016 y 2020 fueron 1607 las víctimas. La velocidad es uno de los motivos, además de la anarquía: no se respetan las normas de tránsito.
Efrén Ospina Domínguez comenzó a trabajar en Drogas La Rebaja como domiciliario. Sus compañeros dicen que amaba su trabajo y que además se capacitaba para escalar en la empresa. Y así fue. Primero lo ascendieron a vendedor; luego lo nombraron administrador del punto de venta de la droguería de Pance, al sur de Cali.
Era un papá responsable, cuentan. Además de garantizarles el estudio, en su casa construyó tres pisos más y a cada hijo le dio una planta. Efrén decía que no quería que pagaran arriendo o que pasaran por las necesidades por las que tuvo que pasar.
El 29 de octubre de 2021 su nombre se publicó en los periódicos. La noticia era escueta. Decía que un motociclista había sido la víctima mortal de un siniestro vial registrado ese viernes en la Avenida Cañasgordas, frente a la Universidad Icesi.
“De acuerdo con el informe de las autoridades, hacia las 11:50 p.m. una moto y una camioneta colisionaron en la Calle 18 con Carrera 122. Tras el choque, la víctima impactó contra otro vehículo que estaba esperando el cambio de semáforo y falleció en el lugar. La víctima, quien se movilizaba por la Carrera 122, fue identificada como Efrén Ospina, de 55 años. El conductor de la camioneta tuvo resultado negativo en la prueba de alcoholemia”.
Esa noche Efrén hizo parte de una estadística dolorosa: cada año en Cali mueren en promedio 300 ciudadanos en siniestros de tránsito. 300 personas que fallecen por simplemente salir a trabajar, estudiar, ir a cine, a un restaurante, al estadio, a la esquina, cualquier parte.
En 2009 fallecieron 398; en 2010, 341. El pico más alto se registró en 2015, cuando murieron 427 personas, y desde 2018, cuando murieron 353, se ha reducido a un promedio de 300.
Hasta el pasado 25 de noviembre de 2021 ya eran 245 las víctimas de los choques, incluido Efrén, ocho menos que en el mismo periodo de 2020. Cali, pese a todo, es de las pocas ciudades de Colombia de más de un millón de habitantes que ha reducido los muertos en eventos de tránsito.
Carlos Arturo Cárdenas, presidente del sindicato de Drogas La Rebaja, y exjefe de Efrén, cree que el cansancio fue un factor determinante en el siniestro. Porque Efrén era un conductor precavido. No permitía que su moto tuviera una avería, ni siquiera que se viera sucia.
El día del choque debió doblarse en el turno porque el administrador de ese punto de la droguería se incapacitó por estrés laboral. Efrén entró a las 7:30 de la mañana y salió pasadas las 11:00 de la noche. Por eso Carlos Arturo insiste en que el agotamiento provocado por turnos laborales de más de 15 horas pudo ser un factor determinante en su muerte.
De 1607 ciudadanos que fallecieron entre 2016 y 2020, 625 eran motociclistas como Efrén; otros 85, sus pasajeros. Los usuarios de motos representan el 45% de las víctimas. Le siguen los peatones, con el 40%, los ciclistas, con el 10% y por último usuarios de carros con el 5%. Los datos se leen en el Anuario de Siniestralidad Vial 2020, realizado por la Secretaría de Movilidad y la Fundación Bloomberg Philanthropies.
John Jairo Medina, quien hace parte del Observatorio de Seguridad Vial de Cali, dice que el problema es la gran cantidad de motociclistas que conducen a altas velocidades y no respetan las señales de tránsito. Enseguida recuerda un estudio que determinó que en Cali, las cebras y los semáforos, donde en teoría están seguros los peatones, son los sitios donde más mueren. Cuando lo investigaron, encontraron que la razón son los motociclistas que no respetan la luz roja y atropellan a los peatones que atraviesan la calle confiados del semáforo, sin mirar a los lados. Más de la mitad de los 647 peatones que murieron entre 2016 y 2020 fueron impactados por motos.
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El taxista Jhonny Rangel añade que no son pocos los motociclistas que conducen “como locos”: no solo no respetan las señales de tránsito, sino que transitan por donde no deben – los andenes, los puentes peatonales, los parques, los separadores viales–. Por eso viene proponiendo que en los colegios se imparta la materia de movilidad, porque incluso, desde niños, somos actores viales.
— Educar al niño para no castigar al hombre – dice Jhonny mientras conduce su taxi.
El crecimiento del parque de motos también influye en las estadísticas de siniestralidad. Cada año en Cali se compran 12 mil motos nuevas y no todos los compradores se capacitan para conducirlas. Se tiene la idea de que cualquier persona puede manejarlas. También es cierto, por otro lado, que tanto al peatón como al ciclista y al motociclista se deben cuidar más en la vía, al ser los actores viales más vulnerables. Mientras que entre 2016 y 2020 en Cali murieron 33 conductores de carros, en el mismo periodo fallecieron 170 ciclistas.
Y son los jóvenes los que están muriendo. En Cali, en personas de 15 a 44 años, los siniestros viales son la segunda causa de muerte, después de los homicidios. En el caso de los peatones es diferente. La mayoría supera los 51 años.
Además de vidas, son fortunas las que se pierden. Si se suman los años productivos de las víctimas, los gastos médicos, funerarios, las reparaciones de los vehículos, todo lo que implica un choque, se llegaría a la conclusión de que a Cali eso le ha costado $3.67 billones entre 2017 y 2019. Eso, dice el Secretario de Movilidad, William Vallejo, es casi el presupuesto anual de la ciudad.
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Vallejo cree que las estadísticas de cientos de muertos en las calles deberían invitar a la sociedad a hacer un alto en el camino, elogiar la lentitud segura. Porque pretender que los domicilios nos lleguen en diez minutos, las compras que hacemos por Internet en 24 horas, llegar al trabajo en cinco, nos está matando. Movilidad, dice Vallejo, no es llegar rápido de un punto a otro. Es llegar a salvo.
De lo que poco se habla es del dolor de decenas de padres que han debido enterrar a sus hijos por estos ‘accidentes’, que en realidad no lo son. Las casi 2000 muertes en eventos de tránsito de los últimos 5 años se pudieron evitar, luego no se trató de ‘accidentes’.
En el 95% de los casos se debió a errores humanos como acelerar de más, pasarse un pare, conducir ebrios, o una falla mecánica, que también es responsabilidad de los conductores. La infracción de tránsito que más se comete en Cali es no contar con la revisión técnico mecánica al día. El otro 5% de los siniestros se deben a huecos, problemas con la infraestructura de la ciudad, otro ‘error humano’, los políticos que no hacen lo que les corresponde.
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Olmedo Franco Romero a simple vista luce como un hombre fuerte, pero por dentro reconoce llevar el sufrimiento más impresionante que pueda padecer un ser humano. Él es uno de los propietarios de una de las imprentas más antiguas y famosas Cali, La Linterna, ubicada en el barrio San Antonio. Allí trabajaba su hijo, Francisco Felipe Franco Otálvaro. Era ‘pegador’. Se dedicaba a fijar carteles en la calle. Don Olmedo y su esposa pintaban de verde y blanco las paredes de al frente de la casa, para su hijo, hincha del Deportivo Cali. En el andén alguna vez dibujaron el escudo del equipo.
Francisco tuvo un accidente de moto en 2007. Sucedió en la calle 103, en el Distrito de Aguablanca. Se estrelló a alta velocidad contra un bolardo. Tuvo daño craneoencefálico severo. Aunque llevaba casco, no lo tenía amarrado.
Don Olmedo veía televisión ese domingo y, cuando supo del choque, salió desesperado a buscar a su hijo. En el hospital debió ayudarle a un enfermero a darle oxígeno. Al final Francisco quedó postrado durante 8 años. En 2015 falleció. Desde entonces don Olmedo no se volvió a montar en una moto o en una bicicleta. Prefiere el MÍO. Por estos días hace parte de una campaña de la Secretaría de Movilidad y la Iniciativa Bloomberg para la Seguridad Vial para generar conciencia de la importancia de conducir a “velocidades seguras”: máximo 50 km por hora. Así se evita que un choque sea fatal. Que un peatón sea arrollado a una velocidad de 65 km por hora equivale a caer de un sexto piso.
— Mi mensaje es a la juventud, que le gusta mucho la velocidad. Antes de coger una moto o un carro y andar a toda, que no solo piensen en ellos, piensen en la familia, que es la que sufre. Porque los amigos se van. Uno soporta la muerte de los padres, pero la de un hijo lo tira al piso. Es un dolor que llevaré siempre – dice don Olmedo cuando está a punto de terminar su turno en la imprenta.
El 82% de los que mueren en Cali por siniestros viales son, por cierto, hombres. Óscar Julián Gómez Cortés, director de Infraestructura de la Agencia de Seguridad Vial, explica que eso se debe a que son más los hombres que manejan, las mujeres son más prudentes, y la conducción se asocia al sistema endocrino. La velocidad genera dopamina, serotonina, testosterona, y eso podría explicar porqué los hombres tienden a manejar más rápido, ser más agresivos.
En todo caso se debe revisar qué se está haciendo tan mal para morir con tanta frecuencia en las calles: cada 32 horas muere alguien en Cali por un siniestro vial. Al día se registran 28 choques en promedio, y en 12 hay lesionados.
Los ‘puntos críticos’ donde más mueren los caleños son la Avenida Simón Bolívar, o Calle 70, donde entre 2016 y 2020 murieron 100 personas; en la Calle 25 han muerto 81 personas. Y en la Calle Quinta, 68. Son las vías principales, consideradas ‘autopistas’, y donde se acelera más.
En pandemia, en Cali como en otras ciudades del país y el mundo aumentó el porcentaje de vehículos que transitaban
a más de 50 km/h. Aunque se registraban menos choques con las calles vacías, aumentaron los heridos
y la mortalidad.
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Pero no es lo único que hace que la ciudad sea tan peligrosa para conducir. El teniente Alberto Hernández se encarga de coordinar las ambulancias de los bomberos, que al año atienden el 10% de los siniestros que ocurren en Cali, sobre todo cuando quedan personas atrapadas.
El teniente advierte que en la ciudad hay una anarquía generalizada en las calles, una desobediencia reiterada a las normas de transito, y a eso se le suma la falta de autoridad. Es lo que explica que las gualas transiten con sobrecupo sin consecuencias, paren en cualquier parte, como los vehículos piratas, que detienen el tráfico mientras suben y bajan pasajeros o hacen pista para que se les llene el cupo. A ello se le suma la falta de semáforos en varios puntos, después de que fueran destruidos durante las protestas del paro nacional. Y además el egoísmo y la falta de cultura reinan en las vías.
El teniente recuerda lo sucedido un domingo, cuando se requirió una ambulancia y un vehículo de rescate para atender una emergencia en el ecoparque Bataclán. Los vehículos mal parqueados a un lado de la vía reducían el espacio para que el carro de rescate entrara, al punto que en una maniobra el carro dañó unas tejas de una casa de invasión, que bomberos deberá reponer. Cuando por fin la ambulancia recogió al paciente, un pastor de una iglesia cristiana que tenía atravesado su carro se negó a darle vía, pese a que la sirena estaba encendida.
— De ese tamaño es la incultura vial que se vive en Cali, lo que hace que la accidentalidad sea más alta y nos impide a las ambulancias llegar a tiempo a las emergencias – dice el teniente Hernández.
En el año 2020, en Cali los motociclistas representaron el 46,7 % de las víctimas fatales por eventos de tránsito, mientras que, en el año 2019 fue del el 41,7 %.
La inseguridad hace parte de las explicaciones de los conductores que no respetan semáforos. Un taxista me dice que en la Avenida Ciudad de Cali no para en un semáforo ni siquiera con un guarda al frente, pues ya lo han robado en varias ocasiones.
María del Mar Solanilla, subsecretaria de Movilidad de Cali, asegura que se están implementando campañas para recuperar ese civismo al conducir (la más reciente se llama ‘Con el casco no me casco’), además de obras de infraestructura para disminuir la velocidad y recuperar los semáforos destruidos. De 155 intersecciones vandalizadas durante las protestas del paro, 98 ya entraron en funcionamiento.
También es cierto que se requiere control en las calles, sobre todo después de que las cámaras de foto detección fueran destruidas, pero son pocos los agentes de tránsito. Debido a restricciones de salud a causa de la pandemia y asuntos administrativos, de los 623 guardas con los que cuenta la ciudad, solo 400 están en disponibilidad de permanecer en las calles.
Aunque la estrategia más eficaz que considera la Secretaría de Movilidad para evitar que Cali sea una ciudad donde al año mueran 300 personas, y se acerque a números como los de Barcelona, donde las víctimas fatales rara vez pasan de 20, es adoptar un límite máximo de velocidad de 50 km por hora, ateniendo la recomendación de la Organización Mundial de la Salud. El problema es que aunque el decreto ya estaría listo, una fuente que pidió la reserva de su nombre aseguró que la medida no tendría el respaldo del alcalde Jorge Iván Ospina, por los costos políticos que le podría generar.
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