SALUD
El duro camino de un alcohólico anónimo para salir de la adicción
El 87 % de los colombianos habría consumido alcohol alguna vez en su vida, es decir, 9 de cada 10 personas. El problema es cuando se vuelve una adicción. Historias.
Raúl* tiene 20 años y está solo en su habitación, dice que siente, literalmente, el movimiento del paso de la sangre por sus venas, especialmente en las noches. “Pum, pu, pum, pu, pum, pu, escucho muy adentro, en los oídos”. Camilo*, dice, se quebró las piernas a los 17 años en una borrachera; a causa de su consumo de alcohol estuvo en la cárcel Modelo de Cúcuta, en el psiquiátrico de Cali, pero aún así, seguía atrapado por la botella. “Dormí en el Parque Bolívar de Medellín y en la Terminal de Cali, terminé pagando una habitación por días en el centro y vendiendo ambientadores en los semáforos. Poco a poco la vida me fue arrinconando, hasta cuando llegué a una oficina de Alcohólicos Anónimos y allí comenzó mi segunda oportunidad”, comenta. Estos dos hombres tienen algo en común: tocaron fondo y hoy hacen parte de los 600 miembros de Alcohólicos Anónimos (AA) que hay en Cali, Yumbo y Jamundí, diseminados en 37 grupos. En el mundo son más de 115.000 grupos en 170 países. Raúl y Camilo también participan, en este momento, del Encuentro Nacional de Alcohólicos Anónimos que se realiza este fin de semana en la capital del Valle congregando a cerca de 4000 personas de más de 20 países en el Centro de Eventos Valle del Pacífico; un espacio donde comparten sus experiencias y batallas contra el alcohol.
Un mal socialmente aceptado
La presencia del alcohol en nuestro país es tan habitual que el último estudio sobre uso de sustancias psicoactivas (2013) reveló que el 87 % de colombianos lo habría consumido al menos alguna vez en su vida, eso es casi 9 de cada 10 personas. Raúl comenzó a consumirlo después de las “fiestecitas” que hacían sus papás en la casa. “Tenía 11 años, me tomaba los conchos de ginebra y wiski que quedaban en las botellas, para mí, allí empezó todo”. Hoy, este estudiante de cuarto semestre de ingeniería electrónica asiste a las reuniones de Alcohólicos Anónimos (AA), al menos una vez a la semana. “Cuando un borracho llega a AA, es porque está montado en la inmunda, ha tocado fondo, yo llegué alucinando, podía sentir latir mis venas, mi corazón, escuchaba voces, sentía que me perseguían, aquí aprendí que eso se llama delirium tremens”. Contrario a lo que se piensa, en Colombia, el consumo de bebidas alcohólicas se incrementa conforme aumenta el nivel socioeconómico, pasando del 32.3 % en el estrato 1 al 42.1 % en los estratos 4, 5 y 6. En relación con el panorama local, Cali y Yumbo presentan cerca de 196.000 personas con consumo riesgoso o perjudicial de alcohol. Maritza Isaza, responsable del grupo de Salud Mental y Convivencia Social de la Secretaría de Salud de Cali, explica que más allá de las cifras, donde Cali y Yumbo están por debajo de la media nacional, el consumo problemático del alcohol está relacionado directamente con la violencia, accidentes de tránsito y riñas. “En nuestra sociedad, el alcohol, como consumo problemático, tiene unas relaciones muy fuertes. Pero no podemos estigmatizar, porque no todo el que consume alcohol tiene problemas”, explica. El panorama del consumo de licor en los niños tampoco es alentador. En 2016, el Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Menores -entre los 11 y 17 años- advirtió que un 69,2 % de los escolares en Colombia declararon haberlo consumido alguna vez en la vida. “Los muchachos no deben tener acceso al alcohol, pero comienzan a ir a las rumbitas y allí empieza todo. Así como la sexualidad, el consumo de alcohol se debe postergar hasta que se llegue a la madurez”, explica la experta. Raúl lleva un año y tres meses en AA y dice que, a pesar de las recaídas que ha tenido en su proceso, debe persistir. “Empecé bien, firme, viniendo a las reuniones, compartiendo mi experiencia con la gente de AA, inicié con los 12 pasos y el reto de ‘solo por hoy’ (mantenerse sin tomar día a día). Después, casi al cumplir el año, dejé de ir por pereza y en una de esas me encontré en un centro comercial con una amiga de la rumba pesada, una pelada que me gustaba mucho y recaí. Entonces, entendí que tengo que venir a las reuniones porque necesito mantenerme. La fortaleza de AA es unirnos para lograr lo que no conseguimos solos, necesitamos apoyarnos en otros para dejar de beber”.
Una segunda oportunidad
Camilo* lleva más de 20 años de no consumir licor y hoy es uno de los líderes de los grupos de AA en Cali. Asegura que el alcoholismo es una enfermedad de la que la gente se puede recuperar, pero nunca curar. “Pero mientras a alguien que lucha contra una enfermedad como el cáncer se le ve como a un héroe, a nosotros los alcohólicos, nos ven como escoria”, cuenta. Este hombre, que se hizo abogado laborista tras dejar su adicción al alcohol, explica que el método de AA es muy sencillo. “Es una reunión abierta, como la que muestran en las películas gringas, donde cada asistente, de manera voluntaria, cuenta sus experiencias e inicia con una frase: ‘Hola, mi nombre es Camilo y soy alcohólico’. La respuesta del grupo es casi la misma: hola”, explica. A la reuniones de AA se llega por voluntad propia, por un referido o por un familiar que busca una tabla de salvación para su hijo, su hermano, su esposo. “Mire ese muchacho de allá, en la esquina, que está montado en la moto, mirando hacia acá, vino con su señora, no se atreve a entrar a la reunión, pero ella le está dando fuerza”, cuenta Camilo, quien días antes estuvo hablando con el hombre. Con el paso del tiempo, asegura, tomará confianza y entrará a las charlas. “Ante todo AA es una red de apoyo, somos una cadena, siempre hay una silla para alguien”, comenta el abogado.
Si se le pregunta a cualquier miembro de AA cuál es el secreto de la recuperación, la mayoría contestará que recorrer los 12 pasos.
El primer paso reza: “Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables”. En resumen, los 12 pasos son un plan de recuperación para salir de la adicción al alcohol. Aunque en AA no practican ningún credo religioso, el plan tiene un profundo contenido espiritual al que se llega a través de la oración o de la meditación. Finalmente, aborda al alcoholismo como un problema sin fin. Uno de los aspectos claves de este proceso es contar con un padrino que sea un apoyo en momentos de flaqueza. “El alcoholismo es un problema de urgencia y la labor de los padrinos, un apostolado. A mí me han llamado las esposas de algunos de mis ahijados de AA, diciendo que están borrachos, con un revólver y que se van a pegar un tiro”. Y concluye: Nosotros vamos y hacemos el apoyo a la hora que sea y donde sea, hablamos con la persona en su casa y hacemos lo que podemos... Al final, todos somos iguales, todos somos anónimos, nuestro nombre nunca será revelado como alcohólico, esto tiene una razón espiritual, que es el sacrificio de mi bienestar personal, por el de otros”, concluye Camilo. (*) Nombres cambiados a petición de las fuentes.
"El alcohólico es un enfermo, no un vicioso ni un degenerado"
El psicólogo Óscar Suárez Cortés, egresado de la Universidad del Valle y con especialización en psicología clínica de la Universidad de Salamanca, España, trabaja con Alcohólicos Anónimos, AA, desde hace 22 años y presta su servicio voluntario en esta organización como custodio no alcohólico desde 2014. Este profesional explica que desde 1953, la Organización Mundial de la Salud, OMS declaró el alcoholismo como una enfermedad y Colombia la ha reconocido así también a través de la Ley 15-66 de 2012, por cuanto ha ordenado que las EPS asuman los costos del tratamiento que necesitan las personas que tienen esta patología. Sobre las características de esta enfermedad, los imaginarios colectivos que se tienen sobre ella y la manera de buscar que una persona adicta al alcohol salga adelante, el psicólogo Suárez Cortés habló con El País.
¿Cuáles son las características que indican que existe un consumo problemático de alcohol? Desde el criterio científico un alcohólico es aquella persona adicta, que al consumir alcohol no se puede detener. Se toma una copa y tiene que seguir hasta que está en un grado alto de intoxicación. Un segundo criterio habla de consumo problemático si la persona tiene conflictos familiares, sociales, laborales, que le impidan un desempeño adecuado en su vida normal como ser humano. Pero para Alcohólicos Anónimos, que llevamos 84 años en el mundo manejando estos conocimientos, deben darse dos situaciones. La primera, que la persona sea impotente ante el alcohol, que no para cuando empieza a consumirlo, y segunda, que su vida se haya vuelto ingobernable: que tenga un problema de violencia intrafamiliar, mal manejo de su economía, problema en el trabajo, conflictos con la ley, que tenga ya un grado de deterioro social que no le permita vivir en un ambiente sano, adecuado. Para la ciencia es la persona que no puede parar, pero para AA, por ejemplo, es alguien que en estado de alicoramiento golpeó a su esposa - ya estamos hablando de la ingobernabilidad de la vida- y debe ir a responder ante una Comisaría de Familia. Ya estamos viendo cómo ese consumo le está generando unos efectos en su vida. No necesariamente un alcohólico es el que toma todos los días… Correcto. Nosotros hemos hecho esa diferencia en el sentido en que no es la cantidad ni la calidad de alcohol, sino que se trata de los efectos que este produce en la persona. Porque yo conocí a una santandereana, de 80 años, que todos los días se tomaba un tintero de aguardiente. Ella llevaba una vida normal, buena madre, cuidaba sus plantas, para nosotros no es alcohólica, porque no le genera efectos que le perturben su vida familiar, social, que le genere una ingobernabilidad de la vida, que es un concepto muy amplio: tiene que ver, incluso, con el manejo de las emociones. Una persona que no pueda controlar sus emociones, que grite, que maltrate a los demás por efectos de alcohol, tiene ingobernabilidad. Por eso el programa de Alcohólicos Anónimos crea un proyecto de vida en la persona, que le permita ser feliz sin alcohol y aprendiendo a manejar todos los aspectos de su vida: las finanzas, las emociones, su vida familiar, su pasado y todos los aspectos, el resentimiento, el miedo, el falso orgullo y su vida incluso, sexual. Nuestro programa abarca todas las esferas de la dimensión humana. Ahora, el otro punto no es la cantidad ni la calidad. Una persona puede tomar una vez al año, pero si esa sola vez esto le genera unos conflictos con su familia, con la ley, si se transforma en otro ser humano es alcohólico. Así tome una sola vez. En el imaginario colectivo está que el alcohólico es el que toma todos los días, anda mal vestido, tirado en un andén… Esas son estrategias defensivas que tiene la persona, tener como referente que no es alcohólico porque no toma todos los días, porque no está tirado en el piso, porque no es un reciclador. La concepción profunda para nosotros es aquella persona que bajo los efectos del alcohol se vuelve otra. El individuo es persona en la medida en que se pueda autodeterminar. En la persona adicta eso no existe. Los terapeutas que llevamos años en esto sabemos que es cierto cuando ellos dicen: quiero (dejar de beber) y no puedo. Porque estamos hablando de una población específica que no tiene esa capacidad que tienen otros seres humanos. Usted se toma unos tragos y dice me voy, lo domina. Pero si yo soy alcohólico, no puedo dominarlo como usted, porque yo soy otro ser humano, otro cuerpo. Es que la enfermedad tiene que ver con una alergia física y se tiene otra mentalidad y se tiene otra forma espiritual y la persona no es capaz. La mayoría de la gente le dice al alcohólico usted puede, tenga fuerza de voluntad, pero eso no existe, porque él tiene un componente físico diferente. ¿Cuál es ese componente físico diferente? El componente físico es que tiene una alergia de afinidad con el alcohol. ¿Cómo así? Que si toma alcohol su cuerpo se dispone a recibirlo, en cambio otra persona se dispone es a rechazarlo. Tú te tomas tres, cuatro copas y dices no más, no es porque te controles, es simplemente porque tu cuerpo te dice ‘ya no resisto más’. En cambio en el alcohólico es lo contrario, toma y el cuerpo está dispuesto a recibir más. La gente no conoce eso, por eso critican tanto al alcohólico, lo critican como falto de carácter, débil, degenerado, vicioso y no, es un enfermo. Un enfermo que ni siquiera él sabe que es enfermo. ¿Qué se necesita para que se reconozca como enfermo? Como toda adicción, la adicción al alcohol genera placer, con ella se logra una ganancia ocasional: reducir el estrés, por ejemplo. Entonces la persona por sí misma no se reconocerá como enferma, no buscará ayuda, salvo que sus actos bajo los efectos del alcohol le traigan consecuencias. A eso le llamamos nosotros tocar fondo y ese tocar fondo es el que le dice a él mismo que necesita ayuda. Por eso dentro de todas las estrategias que tenemos como terapeutas está en preparar a los familiares en cómo no ayudarle al alcohólico, a mantenerlo en la realidad, porque a veces él niega esa realidad de lo que hace: que no le pega a la gente, que no fue al trabajo. Lo mejor es que los familiares lo ayuden a enfrentarse a esa problemática. Lo mejor que podemos hacer por alguien es dejar que se dé cuenta de las consecuencias de sus actos, no protegerlo ni ayudarle a mantener su negación de la realidad, es lo que se necesita para prevenir que siga destruyéndose a sí mismo y a quienes lo rodean. ¿Como qué actitudes tiene la familia para proteger al alcohólico? Por ejemplo, la esposa que no denuncia al marido que, enlagunado, la golpeó. Se pone pañitos y dice que no pasó nada. El alcohólico al otro día se levanta y no se acuerda de nada -- porque sí existen las lagunas mentales--. Un acto de negación es no ayudarle a que se enfrente a la realidad. Me pegó ayer, me golpeó, lo denuncio. Y al otro día está citado a una comisaría o a una Fiscalía. O si golpea al papá, que al alcohólico se le haga lanzamiento (de la casa donde habita con sus padres). Los papás dicen: ‘es que me da pesar hacerle eso’. No. Eso es lo que él necesita para que se dé cuenta de que sus actos le están generando unos efectos. Cuando la familia denuncia, toma acciones, el alcohólico no recuerda, pero sí sabe qué hizo. ¿Generalmente, el alcohólico llega a AA por insistencia de su familia o por iniciativa propia? La mayoría, por ellos mismos, porque ir a un grupo de AA no es fácil. Porque la enfermedad del alcoholismo tiene una característica fundamental y es la negación. El alcohólico siempre va a decir no soy alcohólico, a pesar de que la familia y los amigos le digan. Pero cuando toca fondo y la familia lo confronta no va a poder seguir negando el problema. Y cuando él se enfrenta a esa realidad es muy doloroso, lo puede llevar hasta al suicidio. Pero antes del suicidio existe la posibilidad de la recuperación. En un 90 % de los casos son los mismos enfermos los que no han podido seguir ocultando su enfermedad y ya han vivido hechos muy dramáticos: el que le pegó a la mamá, a una hermana, que le pegó al jefe, que se estrelló. Entonces dicen: voy a buscar ayuda. La familia sí se desespera y busca ayuda, pero al alcohólico no le sirve que le lleven folleticos, que le digan vamos, se enojan. Ellos dicen, yo puedo con esto. ¿Qué porcentaje de recuperación manejan en AA? Yo diría que un 80 %. Lógicamente, estoy hablando de personas que pongan en práctica los principios de los 12 pasos (ver recuadro), que tienen un padrino, que asisten a las reuniones, que se comprometen con el servicio que tenemos los de Alcohólicos Anónimos. Aquí en Colombia tenemos 900 grupos, que es una población más o menos de 26000 personas. ¿Cuándo se puede notar la recuperación? La recuperación se nota cuando la persona empieza a hacer cambios que controlen sus emociones, porque el alcoholismo lo podemos definir de muchas maneras. Yo como psicólogo puedo definirlo como aquella enfermedad del manejo de las emociones: su ira, su rabia, su depresión. El alcohólico grita, maltrata, se enoja, pierde esa noción de la realidad y se deja dominar por las emociones. Un trabajo que hacemos en AAA es aprender a manejar las emociones, a manejar el ego. Entonces, cuando ya es humilde, se controla, piensa para actuar, uno dice, se está recuperando de su alcoholismo. En AA no hacemos énfasis en tapar la botella, eso es lo mínimo, la verdadera cooperación es empezar a hacer transformaciones en esa personalidad alcohólica que lo hacía sufrir.
¿Cómo les hacen seguimiento? No hacemos seguimiento. Eso es un trabajo que lo hace cada persona. La gente ingresa a los grupos y todo el material que nosotros le damos, todo los conocimientos que nosotros le ponemos a disposición es sugerido, porque el alcohólico no soporta que le impongan algo, no le gusta tener normas, entonces hay que decirle: ‘esto es sugerido: si usted quiere lo toma’. La clave de la recuperación es el programa llamado Doce Pasos. No es posible tener un control. Nuestros grupos son libres, cada persona asiste libremente en la medida en que se sienta motivada y necesitada del apoyo del grupo. Porque la estrategia terapéutica del grupo está en esa identidad que se construye y en esa retroalimentación que recibe del otro y en la posibilidad de que en ese grupo, donde hay otros iguales, pueda hacer procesos de catarsis. Ahí está la eficacia de la recuperación. Si la persona siente que esto ha sido efectivo, sigue asistiendo. ¿Desde qué edad reciben personas enfermas en AA? Desde los 13 años, 14 años. La única condición que ponemos es que tengan el deseo de dejar de beber.
"Nosotros no hacemos prevención. El objetivo principal de AA es mantenernos sobrios y ayudar a alcanzar a otros el estado de sobriedad".
Programa de los 12 pasos
1. Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables. 2. Llegamos a creer que un poder superior a nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio. 3. Decidimos poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios como nosotros lo concebimos. 4. Sin miedo hicimos un minucioso inventario moral de nosotros mismos. 5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano, la naturaleza exacta de nuestros defectos. 6. Estuvimos enteramente dispuestos a dejar que Dios nos liberase de nuestros defectos. 7. Humildemente le pedimos que nos liberase de nuestros defectos. 8. Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos. 9. Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño causado, excepto cuando el hacerlo implicaba perjuicio para ellos o para otros. 10. Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos equivocamos lo admitimos inmediatamente. 11. Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto consciente con Dios como nosotros lo concebimos, pidiendo solamente que nos dejase conocer su voluntad para con nosotros y nos diese la fortaleza para cumplirla. 12. Habiendo obtenido un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar el mensaje a los alcohólicos y de practicar estos principios en todos nuestros asuntos.