PABLO ESCOBAR
Hipopótamos de Pablo Escobar: la realidad de la otra amenaza que nos heredó el capo
Censo del I. Humboldt y la U. Nacional advierte que ya son 133 hipopótamos, después de que el capo trajera 6 en 1981. Ante tal crecimiento y los daños en el ecosistema fueron declarados especie invasora, una más de las casi 500 que existen en el país.
El médico veterinario Carlos Andrés Valderrama Vásquez recuerda que como todo lo que rodea la vida y obra del narcotraficante Pablo Escobar, la llegada de los hipopótamos a la Hacienda Nápoles en 1981 es una historia repleta de mitos y leyendas.
La versión oficial que Valderrama ha investigado en los documentos de la época, que dan cuenta del ingreso de los animales, dice que en total eran seis los hipopótamos, tres machos y tres hembras, que fueron traídos desde zoológicos de Estados Unidos.
Como no tenían licencia para su ingreso a Colombia, fueron incautados y entregados bajo la figura de custodia temporal, curiosamente a la Hacienda Nápoles que Escobar pretendió convertir en el mejor zoológico del mundo. Hasta que se ‘legalizó’ la tenencia definitiva por parte de la Hacienda, ubicada en el municipio de Puerto Triunfo, Antioquia.
Lo mitos que circulan de boca en boca entre los pobladores de aquella subregión del Magdalena Medio dicen en cambio que los hipopótamos fueron traídos desde África en un Antónov, un avión de transporte ruso considerado en su momento como el más grande del mundo, que habría aterrizado en la pista de la Hacienda Nápoles con cuatro hipopótamos, tres hembras y un macho.
Lo único confirmado después de cuatro décadas de la llegada de los animales es que tras un censo solicitado por el Ministerio de Ambiente y realizado por el Instituto Humboldt, bajo el liderazgo de la investigadora María Piedad Baptiste, y la Universidad Nacional, con la participación del profesor Hugo López, es que ya son 133 los hipopótamos que andan sueltos por la región del Magdalena Medio, aprovechando los hábitats pantanosos de municipios como Puerto Berrio, y que están migrando en manadas a otros departamentos, lo que no solo ha puesto en peligro a las comunidades –son animales agresivos y territoriales, que al año causan la muerte de 500 personas en África – sino que están generando estragos en los ecosistemas.
— En África, los hipopótamos son claves para la vida. Son especies llamadas ‘motores ecológicos’, ‘dinamizadores de ecosistemas’. Pero hay que entender que los ecosistemas de África son muy distintos a los de Colombia, donde no tenemos sequías tan dramáticas. Cuando todo está hecho polvo en África por la falta de lluvia, los hipopótamos, al desplazarse con su gran tamaño por las cuencas y por los ríos secos, mantienen estos canales vigentes, disponibles cuando regrese el agua. En Colombia no pasa eso, el río Magdalena nunca se seca, y lo que están haciendo los hipopótamos, entre otras cosas, es transformar y afectar la dinámica de los ríos en esa región, cambiando cursos de agua y modificando sus nutrientes. Por eso, lo que hace que ellos sean fundamentales para África, genera efectos catastróficos para Colombia – dice Valderrama, quien ha dedicado su vida a la conservación de animales silvestres y al manejo de los conflictos entre estos con los humanos.
En 2008, él y otros expertos en conservación recibieron un llamado por parte del Ministerio de Medio Ambiente para atender un caso que parecía sacado de un cuento de los Hermanos Grimm: un animal misterioso y gigantesco, que asustaba a la comunidad de Puerto Olaya en Santander cuando salía en las noches a alimentarse, y que al apuntarle con la linterna, sus ojos lucían entre amarillos y rojos.
Lo que parecía una fábula resultó ser noticia: un hipopótamo de Escobar se había escapado de la Hacienda Nápoles y había recorrido más de 100 kilómetros. Desde entonces Colombia se plantea cómo manejar a estos animales, otro más a la larga lista de los problemas que generó el narcotráfico.
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María Martínez Agüero es profesora de Ciencias Naturales en la Universidad del Rosario y experta en hipopótamos. Ella advierte que estos mamíferos hacen un montón de cosas, “ninguna buena para los ecosistemas colombianos”.
Para empezar, son herbívoros. Al día cada animal, que puede llegar a pesar entre 1000 y 4000 kilos, consumen entre 50 y 200 kilos de pastos, vegetales, plantas. Lo hacen en la noche. Como su piel es muy sensible al sol, durante el día permanecen bajo el agua. En sus recorridos nocturnos no solo comen, sino que pisotean las plantas ubicadas a las orillas de los ríos, las lagunas, los humedales en el Magdalena Medio, por lo que también generan una afectación en la flora.
Una vez están saciados regresan al agua, lo que quiere decir que una buena parte de sus excrementos termina en los ríos, las lagunas, los pantanos. Con sus excrementos generan un aumento en la cantidad de nitrógeno en el agua, porque el popó de los hipopótamos tiene sobre todo eso, nitrógeno. Y esto a su vez hace que las plantas dentro de los ríos proliferen, lo que no es tan saludable como parece: en la noche estas plantas consumen oxígeno, afectando la disponibilidad para otras especies.
Además, con la proliferación de plantas en las zonas donde permanecen los hipopótamos, zonas donde la corriente se mueve lentamente, se comienza a cubrir el espejo de agua, lo que impide que pase la luz solar, y estas condiciones generan que los peces no se reproduzcan, o se desplacen, lo que afecta los ciclos de pesca para las comunidades ribereñas.
— Los hipopótamos, como son animales tan grandes y pesados, por la forma que tienen de desplazarse, caminando por los ríos, van a estar removiendo el sedimento permanentemente, y pueden modificar los bordes y los cursos de esas pequeñas lagunas donde están. Tampoco sabemos qué enfermedades puedan tener, son sistemas de transporte de enfermedades que no tenemos controlados, y de otro lado, al ser un animal tan agresivo y territorial, no solo es una amenaza para las comunidades sino para otras especies como el manatí, nativa de Colombia – dice la profesora Martínez.
El profesor Hugo López, de la Universidad Nacional, y quien participó en el censo de hipopótamos que se realizó utilizando drones, explicó la situación de manera sencilla: “un niño no necesita tocar la plancha caliente para saber lo que le puede pasar”. En otras palabras, Colombia no debe esperar a que las consecuencias para los ecosistemas a causa de estos enormes mamíferos sean evidentes para tomar acciones.
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Una de las conclusiones del censo realizado por el Instituto Humboldt y la Universidad Nacional es que los hipopótamos se mueren de viejos en Colombia, y pueden vivir hasta los 50 años. Eso explica por qué en solo cuatro décadas pasaron de ser apenas seis, a 133. La mayoría, el 45%, son ‘individuos juveniles’, dice el censo. Después le siguen los sub adultos y los adultos. Las manadas están en edad de reproducirse fácilmente.
A diferencia de África, donde los más viejos o débiles o enfermos mueren durante las sequías (es el control poblacional natural) en Colombia los hipopótamos no lidian con ese problema. Tampoco están amenazados por depredadores. El gran depredador de Latinoamérica es el jaguar, y un jaguar de 150 kilos jamás se atrevería a atacar a una presa de 3000 kilos. Ni siquiera una cría.
Además, a diferencia de África, en Colombia no se cazan hipopótamos porque no se consume su carne, así que el país es algo así como su paraíso eterno donde, por cierto, supieron sobrevivir a los parásitos y las enfermedades tropicales, algo que no sucedió con la mayoría de los otros animales que trajo Pablo Escobar: jirafas, elefantes, flamencos, cebras, caimanes.
La investigadora del Instituto Humboldt, María Piedad Baptiste, considera que Colombia ha tenido suerte. De momento se conoce de solo dos ataques de hipopótamos a personas, y ambas sobrevivieron. También se sabe que han hecho voltear canoas y un camión, que han arrasado cultivos, que han matado animales.
Los escasos ataques a personas tal vez se explique porque aún viven en zonas demasiado grandes, donde no sienten amenazados su territorio. Pero en la medida en que se reproduzcan, y las manadas se disgreguen por todo el Magdalena Medio y otros departamentos, los ataques y las muertes de personas podrían empezar a ser noticia.
Los hipopótamos establecen zonas de dominio por cada macho a las que nadie se puede acercar. Atacan cualquier cosa que les parezca extraña y pese a su peso, pueden correr como un humano promedio: 30 kilómetros por hora.
Lo curioso es que hay comunidades en el Magdalena Medio que dicen tener miedo de su presencia, mientras que otras se han acostumbrado a ellos al punto de promover el “ecoturismo” para tomarse fotos con los hipopótamos, lo que también pone en riesgo a los turistas.
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El profesor Germán Jiménez trabaja desde hace 21 años en la Universidad Javeriana de Bogotá, en el área de manejo y conservación de fauna silvestre. Es experto en especies invasoras. El hipopótamo, explica, es apenas una más. Aunque por su tamaño, su historia y la prensa, es la más famosa de Colombia. Está catalogada como la especie invasora más grande del mundo.
En todo el país, dice el profesor, se han identificado casi 500 especies invasoras, llamadas así después de que son introducidas a un lugar, se adaptan, y comienzan a reproducirse rápidamente, como sucede con los hipopótamos.
— Todas las especies invasoras generan un potencial peligro – advierte el profesor.
El Pez León, por ejemplo, observado por primera vez en la Isla de Providencia, no solo es un depredador voraz sino que tiene espinas venenosas en sus aletas, lo que es una amenaza para el hombre. Además se alimenta de peces que consumen las comunidades como el pargo, el mero o la langosta, y ha provocado la pérdida de poblaciones de especies silvestres.
El Caracol Africano es otra especie invasora que es común ver en ciudades como Cali. Se trata de una de las plagas más dañinas en áreas tropicales para los cultivos y huertas y el contacto con las personas puede causar enfermedades intestinales, meningitis, inflamación de tejidos, diarrea, fiebre e incluso la muerte.
O el retamo espinoso, un arbusto que alguien trajo de Europa, está considerado entre las especies invasoras más agresivas del mundo. Sus ramas espinosas las usa como tentáculos, ahogando a los frailejones que producen el agua en los páramos colombianos.
— El problema de las especies invasoras ya está identificado. Y el país es dignatario de muchos convenios relacionados con el control de estas especies. Sin embargo, Colombia se ha comprometido a controlar sus especies invasoras de dientes para afuera. A pesar de que tenemos una política nacional, leyes, no actuamos de manera contundente desde la política ambiental para combatir el fenómeno. Por ejemplo, de las 500 especies identificadas, apenas 20 están oficialmente declaradas como invasoras por el gobierno colombiano. ¿Por qué? Porque no hay una decisión de un Estado frente a ello – señala el profesor Jiménez, coautor de un artículo titulado ‘El hipopótamo en su habitación’, en el que se plantean siete alternativas para el manejo de este mamífero como especie invasora, entre ellas el sacrificio como última opción.
— Cualquier alternativa es costosa y difícil de implementar y éticamente no es fácil pensar en eliminar individuos, pero hay necesidad de hacer el control. De lo contrario, mañana la situación va a ser mas complicada, y ya no hablaremos de cientos sino de miles de hipopótamos, lo que implicaría tomar decisiones como las de Australia, donde en 2020 se sacrificaron miles de camellos. Allá dejaron que le problema creciera, en Colombia no podemos dejar que ocurra.
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Tras el censo realizado por el Instituto Humboldt y la Universidad Nacional, el Ministerio de Ambiente incluyó a los hipopótamos en el listado de las especies invasoras oficialmente reconocidas por el país, una decisión que celebró la academia y los científicos que han venido trabajando el tema. La declaratoria es un tecnicismo que obliga al Estado a tomar medidas de control de la especie. Cuáles serán esas medidas es la segunda fase del estudio que ya comenzaron a desarrollar los investigadores de Humboldt y la Nacional.
En total son tres alternativas que plantea la Convención de Biodiversidad Biológica y otros tratados internaciones firmados por Colombia. La primera es repatriar los hipopótamos a África, algo que ya se ha explorado y que es inviable: podrían enfermar a los hipopótamos que están allá con los parásitos adquiridos en el país. Otra alternativa es el cautiverio, lo que tampoco es sencillo. Los zoológicos requerirían no solo de espacios enormes sino aumentar sus protocolos de seguridad, el entrenamiento de sus operarios, además de que alimentar a los hipopótamos no es un asunto económico.
Otra posibilidad es hacer cercos para que los hipopótamos permanezcan donde están actualmente, crear santuarios pero controlando su reproducción, castrando a los machos y esterilizando a las hembras, algo que tampoco es tan sencillo y sí muy costoso. Y la última alternativa es el sacrificio, con cazadores profesionales.
El médico veterinario Carlos Andrés Valderrama Vásquez, quien lidió con aquel hipopótamo que asustó a las comunidades de Puerto Olaya en 2008 y debió ser sacrificado, y otro más que estaba cerca de Nápoles y fue capturado, castrado y reubicado, considera que como en esos casos no se debe tomar una sola decisión, sino varias, dependiendo de la situación de cada animal. Los hipopótamos jóvenes podrían ser castrados, y así evitar que aumenten las manadas. Pero hipopótamos dispersos y agresivos que pongan en peligro a las comunidades quizá deberían sacrificarse.
— La respuesta no es una sola. Y el sacrificio debe ser la última opción. Pero este tema se ha tornado de bandos prosacrificio o antisacrificio, y no se trata de eso, se debe tratar caso a caso, situación tras situación, con una batería de opciones. Pero el país necesita ponerse de acuerdo en lo que se va a hacer para proteger a las comunidades, a los ecosistemas y a las especies nativas de los hipopótamos – dice Carlos.
Otras especies invasoras
"Si no hacemos nada hoy, tendremos 400 hipopótamos en el año 2030, cosa que nos preocupa muchísimo y nos lleva a tomar acciones urgentes para el manejo de esta especie. Se está elaborando el plan de manejo para tomar las mejores decisiones. Aún no hay una decisión elegida". Carlos Eduardo Correa, ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible
“Si no hacemos nada hoy tendremos 400 hipopótamos en 2030, lo que nos preocupa muchísimo”: Minambiente
El ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Carlos Correa, declaró a los hipopótamos como especie invasora, luego de la recomendación del Comité Técnico Nacional de Especies Introducidas y/o Trasplantadas Invasoras, y de recibir opiniones de académicos, expertos y exministros del sector.
El censo realizado por el Instituto Alexander Von Humboldt y el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, en el que se advierte que ya son 133 los hipopótamos, fue esencial para tomar la decisión.
Con esta declaratoria, el Minambiente y las entidades del Sistema Nacional Ambiental (SINA) ahora podrán definir las medidas de prevención, control y manejo de esta especie. El País habló con el Ministro al respecto.
¿Cuáles fueron los argumentos para que el Ministerio de Ambiente tomara la decisión de incluir a los hipopótamos como especie invasora en Colombia?
Debemos remitirnos a los antecedentes. Los hipopótamos llegaron en la década del 80 al país. En el momento en que hacen la extinción de dominio en la Hacienda Nápoles en 1994, esos hipopótamos quedan en la hacienda y en las zonas aledañas, y después de 30 años vemos que esa población se ha reproducido muy rápidamente. En el año 2021, como fue el compromiso de este Ministerio y del gobierno, hicimos un estudio con la Universidad Nacional y el Instituto Humboldt, para poder identificar cuántos hipopótamos teníamos, dónde estaban, cómo estaban conformados y hoy tenemos la cifra de 133 hipopótamos georreferenciados. El 45% son especies juveniles, ya no están concentrados en una sola parte sino que están en toda la ribera del río Magdalena, y empieza a haber desplazamientos y migraciones a otras zonzas de humedales.
¿Qué implica ese desplazamiento de los hipopótamos?
Estamos teniendo afectaciones en áreas protegidas, son animales de entre una y media y tres toneladas de peso, consumen alrededor de 200 kilos de comida diaria, y entran a estas zonas de áreas protegidas a buscar alimento, zonas donde tenemos turismo de naturaleza, tenemos poblaciones que pueden estar en riesgo, son animales territoriales, peligrosos, en África el mayor número de muertes por ataques de animales es por hipopótamos, y para poder hacer un plan de manejo de esta especie, pues hay que declararla como invasora.
Convocamos a una reunión donde invité a exministros, la academia, la Universidad Nacional, el Instituto de Ciencias, diferentes entidades, para mostrarles el estudio y QUE nos ayudaran a mirar el escenario de aquí en adelante. Luego de esa reunión convocamos al Comité de Especies Invasoras, ya que lo primero que hay que hacer es la declaratoria. Declaramos al hipopótamos como una especie invasora, y ahora tenemos un convenio con el Instituto Humboldt y la Universidad Nacional para hacer el manejo de la especie. Si no hacemos nada hoy, tendremos 400 hipopótamos en el año 2030, cosa que nos preocupa muchísimo y nos lleva a tomar acciones urgentes.
¿Dónde están los hipopótamos?
Se fueron desplazando de la Hacienda Nápoles y están en Puerto Triunfo, la ribera del río Magdalena, y se siguen desplazando porque andan en grupo. Van en busca de comida y de supervivencia. En la medida en que se han ido reproduciendo se han ido desplazando en el territorio y pues hay un peligro de migraciones hacia otras zonas del país que nos preocupan mucho. También hay información de que pueden estar desplazándose al departamento del Cesar, incluso pueden llegar a la Ciénaga de Zapatosa, esa es la gran preocupación.
¿Qué daños ambientales se han identificado a causa de los hipopótamos?
Están afectando ecosistemas de flora y fauna. Ya tenemos información de la afectación que viene generándose en las poblaciones de manatíes y de chigüiros, y así podrán afectar otros ecosistemas en la medida que se desplazan. Y en Colombia no tienen controladores arriba de su cadena y esto hace que tengan una mayor reproducción. En otros países controlan la población de hipopótamos permitiendo la caza con unos cupos anuales, pero están en su hábitat natural. Para nosotros siguen siendo una especie introducida y es por eso que hemos hecho la declaratoria.
¿Cuál es la percepción de las comunidades que conviven con los hipopótamos?
La percepción de las comunidades es diferente. Hay comunidades que llevan muchos años con los hipopótamos cerca, hacen ecoturismo en la zona, es algo que se viene desarrollando, así que es un peligro para las comunidades y también para los turistas. Los hipopótamos salen a comer durante la noche, en el día están en sus zonas húmedas, de confort, son peligrosos y podrían tener un impacto mortal en estas comunidades. Entonces hay comunidades que los aceptan, que se han acostumbrado a ellos, pero no podemos permitir esto, porque una cosa es lo que una comunidad piensa y otra el peligro que representa una especie de este tipo. Una vez tengamos este plan de manejo tendremos que ir a las comunidades a hacer la socialización del mismo para que todos estén informados.
¿Qué se va a hacer?
Hay muchas opciones. Ninguna hoy está contemplada porque no tenemos un plan de manejo construido. Se habla de alternativas como castración, esterilización de las hembras, sacrificio, santuarios, zoológicos, reincorporación a países africanos, pero eso es precisamente lo que nos va a dar el plan de manejo: cuál es la alternativa o la mezcla de alternativas para darle una solución a este problema. Yo creería que debería haber una mezcla de alternativas para controlar la reproducción de estas especies.
Yo no quisiera pensar en sacrificio todavía, creo en la ciencia, en la investigación, en la academia, que nos va a permitir tener información para tomar decisiones. En muchos países del mundo se hace control de especies de algún tipo, como en Australia. Pero hay muchas alternativas. El mensaje claro es que la ciencia nos dará información para tomar las mejores decisiones y tener en cuenta todas las variables para proteger nuestro medio ambiente y las comunidades.
Se estima que hay alrededor de 133 ejemplares sueltos de la especie Hipopotamus amphibius, en la cuenca del río Magdalena, desde Puerto Triunfo hasta el pueblo de Magangué, los cuales han hecho daño al ecosistema ya que sus heces son contaminantes, con altas concentraciones de fosfato y nitrógeno, las que cambian la estructura química del agua, favoreciendo el crecimiento de bacterias potencialmente tóxicas para muchas especies. Cuando las bacterias crecen en el agua, consumen mucho oxígeno que extraen de ella, pero de ese mismo oxígeno viven los anfibios y las plantas que están ahí, lo que hace que empiecen a morir por falta de oxígeno y pone en riesgo al hombre y otras especies.