PANDEMIA
Problemas de sueño y depresión: las graves secuelas que la pandemia dejó en los jóvenes colombianos
Estudio revela que muchachos entre los 12 y 17 años sienten que no valen nada, que son inútiles, infelices, experimentan trastornos de sueño y depresión. Expertos analizan las causas de esta problemática y aconsejan.
El 48, 2 % de los adolescentes y jóvenes de Colombia sienten que no valen nada; el 36 % afirman sentir pérdida de confianza; el 30 % no se consideran útiles. Asimismo, el 29 % han perdido la concentración y en esa misma proporción, no disfrutan sus actividades normales; el
26 % asegura sentirse deprimidos y un 21 % manifiesta que no son felices.
Además, a 27 de cada cien, les cuesta superar dificultades; el 24 % han presentado pérdida de sueño; el 20 % ha disminuido su capacidad de tomar decisiones y el 19,4 % ha expresado agobio y tensión.
Estos son algunos de los preocupantes resultados arrojados por un estudio realizado entre jóvenes de todo el país por el Centro de Investigación, Innovación y Desarrollo Tecnológico, Ceinfes, durante los meses de abril y mayo de este año.
La entidad aplicó el Cuestionario de Salud General (GHQ-12) a más de 1350 jóvenes de Colombia entre los 12 y 17 años. Este instrumento, validado por la Organización Mundial de la Salud, OMS, es una herramienta diseñada para evaluar síntomas emocionales, el bienestar psicológico o trastornos mentales comunes en la población general y en atención de primer nivel de complejidad en adolescentes y adultos.
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Ante este panorama y conscientes de la importancia de la salud mental en los jóvenes, recientemente se realizó el evento virtual ‘Padres 4.0: La salud mental, un componente fundamental para el bienestar de nuestros hijos’, en el que intervinieron Andrés León, psicólogo, magíster en salud pública y especialista en evaluación clínica y tratamiento de trastornos emocionales y afectivos; Jhon Pedraza, psicólogo, magíster en salud mental comunitaria y especialista en psicología clínica; y Miguel De Zubiría, presidente de la Liga Colombiana por la Vida Contra el Suicidio.
Para De Zubiría, el confinamiento a raíz de la pandemia por el covid produjo dos efectos muy fuertes en los jóvenes que aún tienen sus secuelas: primero, disminuyó las felicidades familiares, escolares, de amistad y tiempo libre; y segundo, generó tensiones y conflictos. “La mayoría de los niños en Colombia viven en espacios pequeños, realmente me asombra que no haya habido más agobio. Unos perdieron gran parte de las fuentes de felicidad y otros aumentaron los factores de fricciones y conflictos”, comentó.
Más allá de la pandemia, uno de los factores que genera la baja autoconfianza, el agobio y la tensión de los jóvenes, interviene el psicólogo Pedraza, es la influencia de las redes sociales: “nos estamos moviendo en una sociedad que ha puesto su énfasis en elementos tales como la productividad, la búsqueda del éxito, el rendimiento y el concepto de felicidad”, señaló el experto. Estos imaginarios son consumidos por el adolescente diariamente y se convierten en pautas sociales que influyen en la comparación que hace el menor de edad entre lo que es, lo que hace y lo que la sociedad le demanda, que también les generan problemas de ansiedad y depresión.
Otro factor que preocupa a los profesionales de la salud es el trastorno de sueño, pues casi el 45 % de los encuestados los ha padecido de forma habitual y el 30 % más de lo habitual. Es decir, más de la mitad confesaron que les cuesta trabajo dormir. De acuerdo con los expertos hay una cantidad de elementos relacionados con esta alteración: el acceso a los dispositivos electrónicos, trastorno en los hábitos de sueño, cambios de rutina, percepción de inutilidad y fatiga, que son factores que suelen estar asociados a la sintomatología depresiva y al estado de ánimo ansioso.
Las luces blanca y azul del celular, por ejemplo, tienen un efecto fisiológico sobre la producción de melatonina, señala el psicólogo Andrés León. Los chicos están constantemente expuestos a este aparato y les dan las 2:00 a.m. mirando esa luz, hábito que produce la disminución de la hormona que genera el sueño. “Al estar expuestos se van a alterar los ciclos del sueño y eso va a derivar que tengan somnolencia y déficit en la concentración”, agrega el especialista.
Otro de los resultados impactantes del estudio es que el 30 % de los jóvenes tiene problemas para concentrarse. Según el psicólogo Jhon Pedraza, la atención suele verse afectada generalmente por un factor interno: “uno pensaría que la soledad, la intimidad de su habitación generaría menos distractores, pero es que el factor modulador de los otros, la presencia del otro y el poder compartir una tarea conjunta, ya sea con el profesor o los compañeros, hace la diferencia”. Es decir, se reduce la capacidad de tener fija la atención por prolongados periodos de tiempo, debido a elementos del ambiente y del entorno, que, precisamente, vinieron a modificarse de forma radical en los jóvenes con la presencia de los aislamientos, explica Pedraza.
La investigación de Ceinfes encontró, además, un mayor nivel de infelicidad en estudiantes de colegios públicos que en los privados. En opinión del psicólogo León, esto sucede porque “la salud mental también está determinada por los modos en que las personas viven. Muchas de las instituciones públicas no tienen el mejor entorno y eso afecta. Factores como la mala nutrición, el difícil acceso al internet y los escasos recursos para vivir, hacen que haya una carga mayor en ciertos ambientes que se tornan más estresantes”.
Baja autoestima
De otra parte, la línea de productos Dove realizó un estudio global sobre belleza y confianza, que abarcó 14 países y más de 5000 mujeres y encontró que 9 de cada 10 niñas veían la belleza como una fuente de ansiedad más que de confianza. Tanto, que al cumplir 13 años, el 80 % de las menores ya habían distorsionado su propia imagen en redes sociales (con filtros y otros trucos tecnológicos) para sentirse mejor con su apariencia.
Por eso, la marca lanzó la campaña ‘Detrás de la selfie’, para crear conciencia y hacer un llamado a una mayor autoestima y al uso responsable de los medios. Al movimiento se han sumado figuras nacionales como Catalina Aristizábal, Mónica Fonseca, Vanessa de la Torre, entre otras, con el #BellezaReal. La firma busca que niños, niñas y jóvenes eleven su confianza y cuenten con herramientas para el uso de las redes sociales.
Esta iniciativa complementa el proyecto en favor de la autoestima que Dove lleva implementando desde hace más de ocho años en el país, que ha impactado a más de 700.000 niños, enseñándoles el valor de ser ellos mismos y sentirse a gustos como son. El proyecto colabora con expertos líderes en los campos de la psicología, la salud y la imagen corporal para crear programas con recursos de primera clase, muchos de los cuales están científicamente comprobados. Desde que comenzó esta iniciativa, más de 625.000 profesores han realizado talleres de autoestima y más de 1.5 millones de padres han participado en el contenido en línea.
Se tiende a creer que los problemas de autoestima y de salud mental en general, son normales durante el periodo de la adolescencia, sin embargo, de acuerdo con Liliana Bentancourt, psiquiatra de niños y adolescentes y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, “es un mito pensar que los jóvenes deben pasar por casos abruptos en esta etapa”.
Por supuesto que la adolescencia es un tiempo de transición y de transformación, continúa la experta, “pero los cambios de conducta como aislarse, dormir excesivamente, tener un bajo rendimiento académico, pérdida de interés en las cosas que les gusta, cambios bruscos de personalidad con sus amigos, familiares y docentes, no hacen parte de una crisis de adolescencia, sino que esos pueden ser indicadores de un trastorno mental”.
De otro lado, para Miguel De Zubiría, presidente de la Liga Colombiana por la Vida contra el Suicidio, “la pandemia ha traído un aumento de tensión, ansiedad, angustia y sufrimiento. A mí, personalmente, me preocupa mucho porque todos esos factores están bastante asociados con el tema del suicidio”.
La situación en la ciudad de Cali
En el marco del Encuentro Territorial ‘Movilización por la salud mental’, Miyerlandi Torres Agredo, secretaria de Salud Pública de Cali, dio a conocer las cifras que dan cuenta del efecto que han tenido en los jóvenes las situaciones vividas en los últimos dos años, y que evidencian por qué es importante prestarle atención a la salud mental.
Según Torres, tras la pandemia se ha presentado un incremento del 25 % a un 33 % de los trastornos relacionados con ansiedad y depresión, principalmente en adolescentes y jóvenes.
Los trastornos mentales más frecuentes en jóvenes de 18 a 28 años en Cali son el trastorno mixto de ansiedad y depresión, señaló la funcionaria. Y en cuanto al trastorno de ansiedad no especificado, se evidenció un aumento entre el 2020 y 2021 pasando de 116 casos por 100 mil habitantes a 162. La depresión, de otra parte, aumentó de 30.200 casos a 38.900.
Entre las conclusiones de un informe de la Secretaría de Salud en el que se comparan datos del 2021 y 2022 (de enero a julio), se observa que se reportó un aumento de adolescentes que intentaron suicidarse.
El informe precisa que hasta julio de 2022 “se han reportado 924 casos de intento de suicidio, un aumento de 9 % respecto al año anterior, de los cuales 68 % corresponde a mujeres. Por curso de vida, los jóvenes reportan el 36 % de los casos”. En suicidio, hasta julio de este año, se han registrado 64 casos, 7 en menores.
Una línea amiga
Entre tanto, la línea de atención 106 Teleamigos, encargada de brindar atención psicológica a niños, adolescentes y adultos de Cali, ha realizado este año 4419 intervenciones relacionadas con problemas de salud mental (hasta el mes de julio). De acuerdo con Alejandra Loaiza, psicóloga infantil de la línea, las personas pueden llamar para recibir apoyo profesional sobre cualquier situación que atraviesen .
Otra problemática que abordó la jefe de la Secretaría de Salud Pública, y que se ha incrementado en los últimos años es el consumo de Sustancias Psicoactivas (SPA).
En el 63 % de los casos, el inicio del consumo fue entre los 12 y 13 años, con 306 registros graves notificados. La marihuana es la sustancia más consumida, junto con los cigarrillos electrónicos y las bebidas alcohólicas.
Asimismo, según los datos del Sistema de Vigilancia en Salud Pública, Sivigila, en 2022 se ha evidenciado un crecimiento en las situaciones de agresiones y violencia, tanto autoinfligidas como dirigidas a otros.
De hecho, los docentes y directores de centros educativos han informado un aumento en los casos de acoso escolar, peleas por espacios y territorio dentro de las instituciones, luego de la reanudación de las clases presenciales.
Esta situación, dicen las autoridades, subraya la necesidad de hacer del tema de salud mental una prioridad y urgencia. Es por eso que la Secretaría de Salud ha estado trabajando en más de 25 instituciones educativas prioritarias, en donde ha desarrollado la iniciativa ‘Tejiendo sueños’, la cual puso en marcha a través de una unidad móvil desde el mes de marzo y que se ha convertido en programa bandera de la Administración Distrital en la atención de la salud mental.
“Tejiendo Sueños es nuestro programa intersectorial para el abordaje del consumo de sustancias psicoactivas, disminución del riesgo y del daño. Hemos realizado algunas intervenciones y al hacerlo, nos dimos cuenta de que el problema iba más allá del consumo; por eso, además de recorrer los espacios en territorio, asistimos a los colegios, hacemos intervenciones y tamizajes alrededor del tema”, expresó Miyerlandi Torres.
Asimismo, se está desarrollando la campaña ‘Conexión vital, habilidades para la vida’.
“Desde el Gobierno Nacional se ha implementado la política de salud mental y de prevención de sustancias psicoactivas. Hemos alcanzado a más de 600.000 niños y adolescentes en entornos educativos, entrenados y capacitados con habilidades de resiliencia. También, hemos preparado a profesionales de la salud en poblaciones apartadas para que tengan las capacidades de atender de entrada los trastornos mentales”, manifestó, durante el encuentro en Cali, Germán Escobar, entonces viceministro del Ministerio de Salud y Protección Social.
De igual manera, se está aplicando la guía de intervención del programa de acción para superar las brechas en salud mental (mhGAP, por sus siglas en inglés) de la OMS para el diagnóstico, manejo y seguimiento de los trastornos mentales, neurológicos y por consumo de sustancias psicoactivas.
“No solamente hemos preparado a profesionales de la salud para este tipo de atenciones básicas de detección de los trastornos mentales, sino también a la propia comunidad. Tenemos a personas que van a iniciar esta capacitación certificada con una universidad de la propia región, la idea es que puedan replicar conocimientos y formar a otras personas”, sostuvo en su momento el viceministro Germán Escobar.
“Lo mejor que puede hacer uno es buscar ayuda”
Emilce Vélez*, de 50 años, es madre de Juan Martín*, quien está diagnosticado con depresión desde que tiene 13 años. Afrontar esta enfermedad no solo ha sido duro para el joven, sino también para su madre. Emilce tuvo un parto complejo y tormentoso, pues su hijo estaba teniendo dificultades con el cordón umbilical y al nacer, los médicos le advirtieron a la madre que sería un niño con dificultades de aprendizaje.
A medida que Juan Martín fue creciendo, aunque presentaba algunos problemas para gatear o sentarse, su mamá se dio cuenta de que era un niño muy inteligente, honesto, sincero y amoroso. Sin embargo, cuando cumplió los 13 años, las cosas comenzaron a tornarse diferentes. “Al principio, yo no entendía por qué el amor que él me tenía se había convertido en odio y en rabia. Él era muy agresivo, me decía cosas muy hirientes”, cuenta esta madre, quien al desconocer de la enfermedad de su hijo, pensó que él solo estaba pasando por la crisis de la adolescencia.
“Él lloraba mucho en su cuarto y siempre me decía que se quería morir. La verdad, yo como madre cometí muchísimos errores. No lo supe manejar, me enfrentaba a él y dije muchas cosas feas para tratar de defenderme”.
En aquel entonces, la situación económica de Emilce no era la mejor, pero cuando podía, trataba de llevar a Juan Martín a psicología. Pero, ella sentía que nada mejoraba. “Él no quería estar conmigo y para mí eso era muy doloroso porque yo sentía que él me odiaba. A veces estaba muy callado y cuando me acercaba a preguntarle qué tenía, explotaba; dañaba las cosas de la casa, las puertas, me escupía y me gritaba; tenía una agresividad tenaz. Yo no sabía qué estaba pasando. Si lo manejaba por el lado bueno, era malo, y si lo manejaba como mamá controladora, era peor”.
Emilce remitió a Juan Martín al psiquiatra y gracias a eso pudo entender cuál era la situación de su hijo. “Él me explicó que mi hijo no me odiaba, que era una forma de reaccionar debido a su condición y después de ir donde ese doctor él mejoró mucho. Ahora las cosas son muy diferentes, todavía tiene sus crisis, pero nuestra relación es mejor ahora, yo me siento muy orgullosa de él por todas las cosas que ha logrado”.
De acuerdo con Emilce, lo mejor que uno puede hacer como padre de familia es buscar ayuda. “Por favor, no comentan los errores que yo cometí. Si les cuesta entenderlos, busquen ayuda y que sea rápida, no los ofendan porque con eso les agrandan más el problema. Lo que ellos hacen no es porque realmente lo estén sintiendo sino porque es una forma de escape. Como cuidadores también busquen ayuda profesional, porque para uno también es difícil”.
*Nombres cambiados por petición de las fuentes.
Recomendaciones para los padres
Los profesionales consultados recomiendan:
1. No invalidar la existencia de problemas de salud mental: es vital que los padres forjen entornos para que los hijos tengan la confianza de contarles sus miedos, dolencias y tensiones.
2. Implementar hábitos que cuidan la salud: realizar actividad física, alimentarse de manera saludable, permitirse el ocio y el descanso, controlar los ciclos de sueño, meditar, orar e ir al médico para hacerse el chequeo regular.
3. Supervisar el contenido que consumen los chicos en las redes: no con la finalidad de controlar, sino de prevenir.
4. Cómo reconocer un síntoma: los niños entre 5 a 6 años demuestran su depresión con mucha irritabilidad, normalmente por situaciones que no molestarían a un niño. En los adolescentes es clave estar muy atentos a que no presenten síntomas de tristeza, aislamiento, baja autoestima, agresividad o rechazo a sus actividades favoritas.
5. Qué hacer: no deje que las cosas tomen ventaja y busque ayuda profesional. Es muy importante que el diagnóstico lo haga un profesional de la salud para saber cuáles son los pasos a seguir.
6. No utilice frases nocivas con sus hijos: “estoy harta de ti”, “a mí me pegaban y no por eso tengo traumas”, “deberías ser como tu hermano”, “¿cuál depresión?, más bien échele ganas a la vida”. El lenguaje tiene mucha más importancia y más peso de lo que usted piensa, usar esas palabras puede herir a su hijo.
7. Qué hacer si se es menor de edad y no recibe apoyo de sus padres: llame a la línea 106. “Los que atienden en la línea son psicólogos y están entrenados para prestar primeros auxilios en los momentos en los que la llamada sea una urgencia o una emergencia en salud mental. Es para toda la ciudadanía de cualquier edad y es totalmente gratis”, afirma Alejandra Loaiza, psicóloga infantil de la línea.