Entre los cientos de asistentes a la Zona Azul de la COP16, no pasó desapercibida la presencia de Máxima Acuña, la líder peruana que promete dar su vida por defender las lagunas y nacimientos de agua en su comunidad.
Durante años, la líder ambiental ha luchado por proteger los territorios de las comunidades ante los intereses de empresas extractivistas en Tragadero Grande, el territorio en el que vive Acuña, en el departamento de Cajamarca, Perú.
Desde allí, su disputa ha sido por las cordilleras andinas, en donde nacen lagunas y manantiales que surten de agua a la población de esa zona del país. De acuerdo con el relato de la activista, los proyectos de la compañía peruana Buenaventura y la empresa norteamericana Newmont ponen en riesgo a la población de esa región.
“Las empresas poderosas van a los territorios, botan a la gente y sacan a los comuneros. Llegan a nuestros territorios a formar sus proyectos, a sacar el petróleo o el oro que haya en el territorio y a contaminar el agua y a contaminar el aire”, expresó Acuña en diálogo con El País.
Según la defensora ambientalista, la lucha de las comunidades campesinas que se oponen a los proyectos de grandes empresas es riesgosa, pues, defensores como ella han sido agredidos, maltratados y otros, incluso, han perdido la vida. “Nos han matado a nuestros animales: perros, ovejas, conejos, cuyes y el ganado”, añadió.
La lideresa, que señala a las empresas de intimidar a la población las 24 horas del día, además, denunció que “no nos dejan vivir en paz, nuestra vida está en riesgo y cualquier cosa nos puede pasar en cualquier momento”.
A pesar de ese panorama, advirtió que hasta el momento no cuenta con algún tipo de protección por parte del Estado en su país. Aun así, para Máxima, los hostigamientos, amenazas y desalojos de los que ha sido víctima le han inyectado “coraje” y “fuerza” para continuar en pie de lucha.
En 2016, esta agricultora peruana fue galardonada con el Premio Goldman, un reconocimiento de gran prestigio en el ámbito de defensa del medio ambiente.