Durante su discurso inaugural de la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP16), el presidente Petro empezó afirmando que a Colombia, por su ubicación geográfica y su gran biodiversidad, “quizá podría llamarse el corazón del mundo”. Pero, luego dirigió su alocución a criticar en tono apocalíptico la Inteligencia Artificial (IA), el capitalismo y el sistema económico neoliberal, que comparó con la muerte.

“Ante una pregunta como ¿qué afecta mayormente la vida en el planeta? No tenemos que decir nada más que nosotros mismos, la humanidad. Hoy aparece una realidad fantasmal y algo mentirosa, pareciera existir una humanidad contraria a la vida. Mentirosa porque una humanidad contra la vida, es una humanidad contra la humanidad”, sentenció.

Sobre los riesgos de la IA, Petro manifestó que “todos sabemos que la inteligencia artificial se expande sin regulación alguna humana, sin una regulación construida pública racional y colectivamente por todos los pueblos del mundo, una inteligencia artificial que hoy utiliza energías sucias y fósiles como el carbón, el petróleo y el gas. Cuando la inteligencia artificial se articula el petróleo, el carbón y el gas, se articula el colapso climático, con la inteligencia artificial se produce el Armagedón”.

Luego afirmó que “los dueños de la inteligencia artificial y quienes desencadenan el colapso climático son los mismos. Son algunos ricos megapoderosos de la Tierra que hoy sueñan ser dueños de redes y de inteligencia sin vida, escaparse a Marte en sus naves de ensueño, mientras dejan sus culpas en la tierra destruida”.

Después de recordar que las emisiones de CO2, gases de carbono que generan el efecto invernadero y el cambio climático, producidos en su mayoría por las principales potencias industriales como Estados Unidos, China y Europa, argumentó que “la acumulación de capital, el crecimiento cada vez mayor de la ganancia, conlleva automáticamente al final de la vida. Si su impulso lo genera el petróleo, el carbón y el gas, el carbono, que paradójicamente es también el elemento químico fundamental del orgánico, de lo vivo, es base de la muerte generalizada. Se trata de que el capital y la ganancia han roto un equilibrio delicado, pero fundamental de la existencia y el clima”.

Y agregó, “en cierta forma la codicia móvil de la ganancia, está a punto de destruir la vida. Esta contradicción antagónica hoy debe ser analizada ya no solo por la ciencia, por la teoría económica, sino por la cultura y la política”.

Así mismo calificó de ilusos a los que consideran el capitalismo como una opción viable en la crisis climática del presente: “ilusos los que piensan en los foros mundiales como este que el mercado libre podrá llevar a la maximización del bienestar y que llevará a los seres humanos a ser portadores de la vida, ilusos los que creen que con no mirar hacia arriba o hundir la cabeza bajo la tierra pasarán los hechos sin afectarle, ilusos los que niegan que ha comenzado la extinción de la biodiversidad y de la vida”.

En ese sentido, propuso de nuevo que las deudas deben ser condonadas por bonos de carbono entre los países, planteando que “la bandera revolucionaria hoy se llama vida. Hay que salir de forma inmediata del neoliberalismo en todas sus letras. Es el cambio integral del paradigma. La libertad del mercado lleva la vida a las cadenas, la vida misma es condenada a desaparecer. El comprador es un espectro de la muerte. Debemos cambiar las finanzas mundiales. Hoy están ligadas a la muerte”.