Por Hugo Mario Cárdenas López - periodista de El País
Sobre el dolor y la angustia de una madre que es despojada de su cría, no sin antes ser asesinada por los cazadores ilegales, se cimienta la que es considerada la cuarta economía más lucrativa en el mundo: el tráfico ilícito de fauna silvestre.
El sacrificio y comercio de especies a nivel mundial, según un informe de las Naciones Unidas, genera ingresos a los cazadores ilegales superiores a los US$20 billones de dólares cada año.
Eso explica el hecho de que solo en el Valle, donde en el 2023 fueron decomisados 1350 animales de diferentes especies, haya aparecido una serpiente pitón albina originaria de India o Pakistán; o un erizo pigmeo africano, o el mismo oso polar, el gran depredador del polo Ártico, cuya piel fue encontrada esta semana en una tienda de antigüedades de Cali.
“Lo que tenemos es que de cada diez animales sacados de su hábitat, solo uno sobrevive. Y hay situaciones muy complicadas como el de los perezosos, que la gente los ve muy lentos y muy lindos, pero para tener un perezoso pequeño, como la gente lo quiere, hay que sacrificar a la madre porque no hay ninguna mamá que entregue a sus hijos”, dice Gustavo Alberto Trujillo, biólogo de la Dirección de Gestión Ambiental de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC).
“A nosotros nos llegan animales de muchas partes. Aquí han aparecido algunos que nos llama mucho la atención; encontramos una pitón albina el año pasado que no sabemos cómo carajos llegó al departamento”, agrega.
No obstante, la gente sigue sin tomar conciencia de que los animales de la fauna silvestre no son animales de compañía y que domesticar alguno de ellos tarda centenares de años.
Incluso, parece que no hubiéramos aprendido nada, advierten los expertos, de la situación que vivió el mundo hace cuatro años cuando estuvimos guardados por una epidemia; una situación a nivel mundial que fue originada en el consumo de un murciélago.
“Los animales nos pueden generar enfermedades porque ellos tienen unos patógenos que posiblemente a ellos no les generen problemas, pero que al pasar a los seres humanos nos pueden generar serio líos como fue el caso del Covid 19, que vimos hace cuatro años”, advierte el biólogo de la CVC.
Y aunque para algunos padres sea un regalo ideal de cumpleaños o de Navidad darle una tortuga, una guacamaya o incluso un primate a sus hijos, la compra y venta de fauna silvestre es un delitos que se paga con cárcel.
Así reza en el Artículo 328A del Código Penal que advierte que quien compre especímenes, productos o partes de la fauna acuática, silvestre o especies silvestres exóticas tendría una pena de entre 5 y 11 años de cárcel y podrá recibir una multa de entre $30 millones y $40.000 millones.
“Ahora, la gente tiene una idea errónea de que si va por las vías y se encuentra a una persona que le ofrece un animal de fauna silvestre, lo compra con la intención de liberarlo. Eso también es perverso porque entonces el traficante ya cumplió su cometido de obtener un valor por el animal que estaba vendiendo. Lo que pedimos a los ciudadanos es que denuncien a través de sus celulares para que esta personas sean aprehendidas y evitemos ese tráfico de fauna”, alerta Trujillo.
Los casos de Cali y el Valle
Como la puerta principal de ingreso y salida en el Pacífico colombiano, el Valle del Cauca y su capital son considerados puntos claves para mantener la lucha contra el tráfico de fauna en Colombia.
En los 14 años que lleva en la Policía Ambiental, el intendente David Rendón, comandante de la Policía Ambiental en el área Metropolitana de Cali ha sido testigo fiel de las cosas insólitas que subyacen tras este mercado ilegal.
Sin duda el hecho que más lo impactó fue el hallazgo que hizo esta semana de la piel del oso polar que de alguna manera llegó desde el Ártico a la capital del Valle, pero constantemente recibe llamados y hace incautaciones de especies que inexplicablemente aparecen en esa zona del país.
“Hace dos semanas incautamos un mono sagui, que es original del Brasil y que aquí nunca lo habíamos visto, pero creemos que se le voló a alguien y lo reportaron. Tenemos también varios casos de urones, otra especie que tampoco es de la región, e incautaciones de animales como erizos africanos, camaleones, dragones australianos y hace tres semanas encontramos en una encomienda tres ranas venenosas que venían del departamento de Antioquia hacia Cali”, relata el Comandante de la Policía Ambiental de Cali.
Frente a los sitios en los que es crítico este manejo, advierte el oficial que “tenemos puntos de impacto como las galerías, la terminal de transportes, donde también se incauta carne de distintos animales, y las vías de acceso a la ciudad, en especial por el Kilómetro 18 y la vía a Palmira, donde a comienzos de este año encontramos dos monos tití león”.
Al respecto, son loros y guacamayas las especies que más se incautan en el Área Metropolitana de Cali. Seguido de tortugas, pero también primates. Por eso no salen del asombro las autoridades ambientales al encontrar la piel y el cráneo de un oso que puede superar los 800 kilos de peso.
Entre las hipótesis que tiene las autoridades, es que la piel del oso polar pudo llegar al país en la época fuerte de los carteles del narcotráfico. Sobre todo porque la tenencia de animales exóticos se convirtió para la época en un símbolo de estatus y de poder.
Carlos Lehder tenía su propio zoológico con elefantes y jirafas en la Posada Alemana, en el Quindío, al igual que lo tuvo Pablo Escobar en la hacienda Nápoles, de donde escaparon sus hipopótamos, se fueron procreando y se han convertido en una amenaza en varias regiones del país.
Aunque es un hecho que gran parte de este comercio ilegal se mueve a través de las empresas de transporte, la normatividad en Colombia no exige mayores controles a las empresas de correo para evitar que animales ocultos en cajas o empaques especiales vayan de un lado al otro del país.
“No es extraño que haya un comercio ilegal, pero sí es extraño que haya algunas especies en el país y creo que a las empresas de transporte les falta mucho control en sus despachos. Solo la semana pasada nos llegaron unos peces asiáticos ornamentales, que no son propios del país, y que causan tanta extrañeza como la piel del oso”, subraya el biólogo Gustavo A. Trujillo.
En cuanto a la lucha contra este flagelo en el departamento, entre el 1 de enero y el 15 de abril de este año van 588 ingresos, de los cuales 84 son aprehensiones e incautaciones, según datos del Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre de la CVC.
Ambigüedad en el tema de pesca
Otro caso que sorprendió esta semana fue el hallazgo en el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón de un tiburón toyo, especie que según regulación del Ministerio de Agricultura tiene prohibida su captura y comercialización.
Nosotros tenemos una situación algo compleja, explica el biólogo Gustavo Alberto Trujillo, con la normativa que sacó el Ministerio de Agricultura y que permite la pesca incidental de tiburón.
“Esa pesca tiene que ser regulada porque tenemos unas diferentes concepciones frente a lo que significa o lo que es pesca incidental. Cuando el pescador artesanal sale a sus faenas y tiras su artes y eventualmente le cae un tiburón ahí, eso es lo que se denomina pesca incidental y esa es la que puede aprovechar él y su familia, pero estamos encontrando en todo el Pacífico (Cauca, Chocó, Valle y Nariño) que están enviando especímenes o trozos de tiburones a personas y llegan al aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón”.
Advierte el funcionario que van a incautar todo producto que se encuentre fuera de su lugar de origen en los puestos de control en el Valle.
Es esta la radiografía cruda de un fenómeno que genera cada año al rededor del mundo el tráfico de 30.000 mamíferos, más de dos millones de reptiles, entre tres y cinco millones de aves y unos seis mil millones de peses.
Y que en Colombia tiene a 1.302 especies en riesgo de extinción.