La mujer indígena caucana tiene representación directa en la Academia Colombiana de la Lengua, gracias al trabajo de Bárbara Muelas, la primera mujer de los pueblos ancestrales del paías en integrar dicha institución, desde su fundación en 1781.
Esta traductora comunera misak, lingüista e investigadora, está en este importante espacio gracias al desafiante trabajo de traducir el componente étnico de la Constitución Política de 1991 al Nam Trik o guambiano, lengua del pueblo misak, asentado en los departamentos de Cauca, Valle y Huila.
Bárbara estudió lingüística en la Universidad del Valle y fue una de las primeras mujeres de su comunidad en formarse profesionalmente, abriendo así el camino a muchas otras mujeres de su comunidad que, sin dejar sus costumbres o herencias, van al mundo occidental para adquirir conocimientos y saberes para después regresar al territorio y así fortalecer su cultura, como fue el caso de la exalcaldesa de Silvia Mercedes Tunubalá.
“En esa época yo estudiaba para defender algo, mi comunidad, mi historia, mis antepasados, mi lengua, defender nuestras vidas”, relata la docente Muelas, quien reconoce que estar en la Real Academia es producto de la ardua lucha que ella y otras mujeres ha librado por años para conservar las tradiciones de su pueblo, buscando que este se mantenga pese al paso del tiempo.
Hija de terrajeros, sus hermanas vivieron persecuciones por luchar por la tierra, buscando que su comunidad contara con los espacios para autodenominarse como pueblo y adelantar las actividades agrícolas que les permitan una vida digna.
“Todo lo que nosotros teníamos nos lo habían quitado hace muchísimos años, de ahí ese trabajo por recuperarlo de manera colectiva, incluso hasta nuestra lengua. Por eso la necesidad de prepararnos para dar esta gran batalla”, confiesa Bárbara.
Por ser indígena, no le permitían estudiar en el colegio de Silvia, Cauca, pero luchó para terminar sus cursos y profesionalizarse, para así abrirle los espacios a otras mujeres de su comunidad.
Fue convocada en 1991, junto a representantes de otros siete pueblos indígenas, entre ellos nasas, huitotos, arhuacos y wayúu, para convertir conceptos técnicos, jurídicos y burocráticos en un libro que pudieran entender las comunidades, un reconocimiento a las lenguas oficiales en sus territorios y sus formas de resistencia para conservar su autenticidad.
Por eso recuerda que había que hacerlo en diez meses y, al principio, había recelos: ¿Cómo traducir lo intraducible? Reuniones con maestras y cabildos ayudaron a aclarar las palabras o irlas formando, como minería, que no existía en el Nam Trik, porque en el Resguardo de Guambía no se practica. Minería, pensaron, es algo que está en el suelo, que da un recurso económico. Y eso siempre se produce desde la raíz de la tierra. Para buscar la palabra, combinaron otras tres: raíz, territorio y recurso, surgiendo para su comunidad la palabra piransrɵl.
Por eso Bárbara es considerada la gran chimán o Øskøwampik, tierra dorada por las espigas florecidas y las laderas colmadas de marañones y santamarías amarillas, de ahí que es tratada como guardiana de su comunidad y del territorio.
La labor de la inaugural de Bárbara Muelas ahora es ser la traductora de las naturalezas guambianas y fue ella quien anunció en la Constitución y en lengua propia la protección de lo que les pertenece: Misak/ pirɵ-yu/ mu-mera-kɵpen/ kalɵ/ marɵp/ martu-mømtrai/ maya-elø- misra/ aship/ kɵmik/ kɵn-trun/, es decir, “los territorios indígenas deben ser cuidados y vigilados entre todos para que no entren gentes que hagan daño”.