A las 11:45 de la mañana del pasado jueves, cuando el sol pegaba fuerte en Puerto Tejada, señal del duro verano que azota a esta zona del Cauca, llegó el que para muchos es considerado el más grande arquero del fútbol colombiano.
El punto de encuentro fue el estadio de Puerto Tejada, que justamente desde este domingo llevará el nombre de Pedro Antonio Zape Jordán, un merecido homenaje para quien brilló con luz propia en el fútbol colombiano durante más de dos décadas.
“El estadio está hermoso, le han dado buen mantenimiento... qué bonito sería tener al Deportivo Cali y al América entrenando por lo menos una vez al mes acá”, fue lo primero que dijo el legendario exportero de los azucareros, del cuadro rojo y de la Selección Colombia, una vez llegó al escenario deportivo.
Los años han pasado y eso se nota en el hombre que estuvo en el Deportivo Cali durante 18 años y 469 partidos.
Con camiseta amarilla, pantalón oscuro, la infaltable gorra, además de sus inseparables gafas, Zape (73 años) cuenta que ha pasado por quebrantos de salud últimamente.
“Hace unas semanas tuve un problema de columna, también algo que llaman delirio; algunas veces se me olvidan las cosas, pero 'Estelita' (su esposa) me ha ayudado mucho y luego vuelvo a recordar todo”, dice Zape, quien camina con algo de dificultad.
Sobre el homenaje de este domingo —el estadio de Puerto Tejada será bautizado con su nombre—, el exarquero del Deportivo Cali y América no puede contener la emoción y de su boca solo salen palabras de agradecimiento.
“¡Dios mío bendito!, esto es muy bonito... Uno a veces piensa que no se merece tanto; nunca imaginé que al estadio de mi pueblo le pusieran mi nombre; gracias a todos los que han hecho posible esto. Yo siempre he dicho que sin amigos y sin ustedes, los de la prensa, las cosas no hubieran salido bien. Eso es lo que le queda a uno”, dice, mientras pide una silla para sentarse.
Y en el momento de darle un 'paneo' al escenario que detrás de la única tribuna de sombra ya tiene una valla gigantesca con el nombre de Pedro Antonio Zape J., no pueden faltar los recuerdos, aquellos de sus inicios que lo llevaron directo al Deportivo Cali para hacer historia.
“Yo me volví arquero desde niño por casualidad. Yo iba a la cancha del hipódromo, acá en Puerto Tejada, a ver jugar a mi hermano Constantino (qepd), que era un arquerazo. Y una vez me metieron de portero, y me quedó gustando. Así arranqué... y fui feliz en al arco”, dice con una sonrisa que ilumina su rostro.
Y lo que siguió, lo tiene muy claro: “Yo salgo del Ingenio La Cabaña; allí, un señor de apellido Olmedo era el encargado de los deportes, y una vez trajo a don Víctor Celorio, que era muy conocido en el Valle. Hicimos un torneo y la final se jugó en Popayán; a mí me fue bien, tenía unos 15 años, y don Víctor habló con don Humberto Palacios, que era gerente del Deportivo Cali. Siendo un niño me tocó hablar con don Humberto, que me preguntó de todo, pero ya él me había investigado y sabía todo de mí”, recuerda Zape.
Cuando recuerda cuánto costó el pase, el exportero caucano se ríe, porque, dice, nunca había tenido tanta plata a tan corta edad.
“Deportivo Cali me dio 5 pesos por el pase. ¿Te imaginás todo lo que era eso en esa época? Yo con tanta plata... qué no hice con esos 5 pesos... esa platica la sacaba al parque algunas veces para mostrársela a los amigos”, dice sin contener la risa.
Y así comenzó su gloriosa etapa con el Deportivo Cali. “Jugué en todas las categorías y debuté en 1968 en un partido contra el Tolima, y ese día el primer gol me lo hizo Antonio Rada, en el Pascual. Luego me lesioné y el más contento fue 'Don Pancho' (Villegas, entonces técnico del Cali), porque él tenía también como arqueros al 'Indio' Toledo y a Luis Largacha, que eran muy buenos y con más recorrido, mientras yo era un jovencito. 'Don Pancho' decía que las mujeres jóvenes y los arqueros jóvenes lo mataban, entonces me tocó esperar”.
Después se adueñó del arco del Deportivo Cali durante más de 15 años, ganando cinco títulos y convirtiéndose en una de las grandes figuras del campeonato colombiano.
De ese Cali también atesora, más que recuerdos, anécdotas. “El 'Pecoso', Henry Caicedo y otros muchachos, se entrenaban bien; lo que pasaba es que eran muy vagabundos, les gustaba la noche”, dice entre risas sobre un tema que sabía todo el mundo en la ciudad, menos Carlos Bilardo, el técnico azucarero.
“Nosotros hacíamos lo 'normal': ir al Escondite (famosa discoteca de la época), o los lunes a Estambul (estadero) o a Escalinata (discoteca). Todo eso era sabroso, la pasábamos rico”, dice maliciosamente.
Sus actuaciones en el Deportivo Cali le valieron para ser tenido en cuenta en la Selección Colombia, a la que, dice, le entregó todo y salió figura en muchos partidos.
“Me fue bien con la Selección. De lo que más habló la gente fue de un problema con el uruguayo Fernando Morena, después de un penal, pero no pasó nada porque yo solito me lesioné del hombro”, asegura.
Después de casi dos décadas en el Deportivo Cali, en 1985 dio el salto al rival de patio, el América, una transferencia que dio de qué hablar por la rivalidad entre ambos equipos.
“Ese tema lo venía manejando con anticipación. Yo ya estaba muy 'visto' en el Cali y cuando eso pasa, es mejor sentarse y cambiar de ambiente; a mí me llamó don Miguel Rodríguez, fui, hablamos y arreglé mi contrato con América”, dice.
Con los rojos estuvo casi tres años, dirigido por el médico Gabriel Ochoa, otro sueño que cumplió. Y por las lesiones y la poca actividad porque ya rondaba los 39 años, decidió dejar el fútbol.
“¿Qué me faltó por conseguir? Yo creo que nada. Hay quienes dicen que un Mundial, pero yo fui como a cuatro mundiales siendo integrante de los cuerpos técnicos de Pacho (Maturana) y de Reinaldo (Rueda)”, confiesa con tono de broma.
El sol sigue alumbrando fuerte en el Puerto y Zape, después de darle otra mirada a la cancha, se acomoda en una banca y sigue saludando a cuanto amigo se le acerca.
“Esto es lo que me gusta, estar con los amigos. Cuando me encuentro con los del fútbol de mi época, hablamos de todo, ahí no puede faltar el Caucano (aguardiente)”, confiesa, mientras le pica el ojo a su esposa Estela.
Guarda silencio por momentos, tal vez haciendo un esfuerzo para recodar instantes inolvidables de los más de 20 años como jugador, o como el gran arquero que fue.
Ya es un poco más del mediodía en el Puerto y Zape tiene otras cosas por hacer, todo coordinado por Estela Orozco, su esposa, que es la que le maneja la agenda, los compromisos y las citas médicas.
Se despide agradeciendo el apoyo que la prensa siempre le ha dado, aún después de muchos años de retirado. “Nos vemos este domingo, después del evento lo invito a un 'sancochito' bien cargado”, dice antes de saludar a otros amigos.
Este domingo estará de vuelta en el estadio, como protagonista principal de un gran homenaje: el bautizo con su nombre del escenario deportivo más importante de Puerto Tejada.
Más que merecido para un gran profesional, un histórico del fútbol colombiano y una persona que, a pesar de su popularidad, nunca perdió el don de la sencillez.
El homenaje
A las 11:00 a.m. de este domingo será el homenaje a Pedro Antonio Zape en Puerto Tejada.
El estadio del Municipio será bautizado con el nombre del histórico exarquero del Deportivo Cali, del América y de la Selección Colombia, gracias a una iniciativa de dos hijos de Puerto Tejada: el agente de jugadores Raúl Ramírez y el periodista Álvaro Miguel Mina, además de la productora Gruesso Calibre, del periodista Héctor Fabio Gruesso.
Al evento asistirán invitados especiales, entre ellos algunos exjugadores y amigos de Zape, así como autoridades municipales.
La iniciativa de ponerle el nombre Pedro Antonio Zape al estadio de Puerto Tejada tuvo acogida de parte del alcalde de ese Municipio y de los concejales.
En otras regiones se da lo mismo: el estadio de Turbo se llama John Jairo Tréllez, el de Cartagena lleva el nombre de Jaime Morón, el de Caldas (Antioquia): Luis Fernando Montoya, el de Jardín (Antioquia) fue bautizado Andrés Escobar, el de Buenaventura se llama Marino Klinger y el de Tumaco, Domingo González.
En Tuluá hubo una propuesta para ponerle el nombre de Faustino Asprilla al estadio, pero la idea no avanzó.