En el fútbol hay muchas historias de jugadores que terminaron siendo arqueros por la necesidad en el puesto o por accidente. Y que luego se hicieron grandes en la posición más ingrata de un equipo. Pero son pocas las historias de los porteros que terminaron siendo delanteros. Y hasta goleadores. La de Andrés Juan Arroyo es una de ellas...
Cuando apenas tenía 7 años, Arroyo atajaba para el equipo Pase Sports, en Montería. Durante un partido en un torneo local, el pequeño se lesionó una mano y tuvo que ser relevado, pero se negaba a salir de la cancha. Quería seguir jugando. Su equipo perdía 1-0 y no quería saborear la derrota. Entonces, convenció a su técnico de que lo dejara jugar adelante, inclusive con su mano lesionada. No había más cambios.
El entrenador aceptó. Y Arroyo, desafiando cualquier infortunio, se vistió de atacante y marcó los tres goles que finalmente le dieron el triunfo a su club. Desde ese día, Arroyo nunca más regresó al arco.
De ese muchachito, ahora con 17 años de edad, volvimos a saber este jueves en la noche, gracias a otra de sus gestas. Deportivo Cali recibía la visita de Junior y se encontraba abajo en la pizarra 0-1, por la ida de los cuartos de final de la Copa Colombia.
En el minuto 83, el técnico Lucas Pusineri miró al banco y le dio la orden a Arroyo de que ingresara. Justo cuando entró al campo, el defensa Danny Rosero igualó el juego. Sus compañeros cogieron bríos para ir por la victoria. Arroyo también.
Y en el 93, cuando prácticamente el juez central se llevaba el pito a la boca para decretar el final, sucedió lo inimaginable. Agustín Palavecino recibió la pelota, miró de reojo a Arroyo y se la corrió suave a un costado. El juvenil no dudó en sacar un zapatazo, que se coló rastrero por el poste de la mano derecha del arquero José Luis Chunga. Júbilo total. Cali 2 Junior 1. Y Arroyo registraba de esa manera su primer gol como jugador profesional.
Este viernes, después del entrenamiento matutino del conjunto azucarero, el canterano, que llegó a las huestes del Cali gracias al ojo de ese cazatalentos que se llama Agustín Garizábalo, atendió a El País y le contó qué sensaciones le dejó ese valioso gol y con qué sueña.
¿Cómo terminó la noche del jueves, después de ese gol?
Con mucha felicidad. Necesitábamos la victoria y gracias a Dios pudimos conseguirla con un gol mío. Lo estoy disfrutando con mi familia.
¿Con quién vive en Cali?
Con un tío y su esposa.
¿Y sus padres?
En Montería vive mi papá con mis dos hermanas menores. Mi madre falleció cuando yo tenía seis meses de nacido.
¿Qué siente un jovencito de 17 años que está en el banco, su equipo va perdiendo y el técnico le dice que vaya a la cancha a tratar de resolver?
Las palabras del ‘profe’ me transmitieron mucha confianza, entré tranquilo y se me dieron las cosas. Yo pienso que el fútbol es igual en todas partes y, por supuesto, estaba nervioso, pero cuando toqué el primer balón todo cambió y me llené de mucha confianza. Me preguntaba en mi cabeza si de verdad había hecho el gol y bueno, mi cara de felicidad ustedes ya la vieron.
¿Dudó qué hacer con la pelota cuando Palavecino se la corrió?
No, nunca dudé en pegarle de esa forma y cruzarla. Creo que eso fue lo que me faltó en la oportunidad anterior contra Nacional.
¿Qué le dijo Pusineri cuando usted llegó al camerino?
Me felicitó, me dio un abrazo y me dijo que lo tenía muy feliz por la victoria.
Me contaba hace un rato que usted empezó como arquero y terminó siendo delantero y hasta goleador...
Sí, desde ese momento solo me gusta hacer goles. Antes los evitaba, cuando era niño, ahora quiero convertirlos.
¿Por qué le gustaba el arco?
Me gustaba revolcarme con la pelota, tirarme al ángulo para atajarla, volar. Pero me lesioné en ese partido, quise ayudar a mi equipo a buscar el triunfo, le pedí al ‘profe’ que me dejara jugar y marqué los tres goles de la victoria. Marcar goles me hace más feliz que atajarlos.
¿Cómo llega al Cali?
En unos zonales me vio Agustín Garizábalo y me trajo al Cali. Estuve aquí quince días y decidí quedarme porque esta es una gran institución, es muy seria y les da oportunidad a los canteranos.
¿Cómo ha sido esa experiencia hasta hoy?
Muy buena. Llegué en el 2017, jugamos en torneo nacional sub 15, fuimos campeones con el profesor Ítalo Cervino, marqué 19 goles. Luego fui a la selección Valle, que pude integrarla por estar inscrito en la Liga. Y después me fui a jugar el Suramericano de Lima con la selección Colombia Sub 17. Ha sido muy positiva mi experiencia con el Cali. Debuté el 7 de marzo contra Patriotas, creo que ya acumulo unos cien minutos en cuatro juegos y por fortuna el jueves pasado marqué mi primer gol.
En su tierra le decían el ‘Messi monteriano’, pero a usted no le gusta mucho ese remoquete...
No, yo quiero superarme a mí mismo, ser mejor cada día. Y obviamente que admiro a Messi, es mi ídolo, veo sus partidos con Barcelona. Y en Colombia admiro a James Rodríguez. Pero cada quien construye su propia historia y yo apenas estoy empezando a hacerlo.
¿Su posición es como creativo?
Me siento bien como volante 10, aunque puedo jugar en varias posiciones, como extremo o volante interior.
¿Cuál es la meta más cercana de Arroyo?
Sueño consagrarme con el Deportivo Cali, conseguir un título y poco a poco ir creciendo para ir al fútbol del exterior. En el Cali me aconsejan todos, como Cristian Rivera, Palavecino, todos me apoyan.
Ficha Técnica
Andrés Juan Arroyo Romero
17 años, volante creativo
Nacimiento: Montería, 20 de enero del 2002
Padre: Miguel Mariano Arroyo
Madre: Martha Lucía Romero (fallecida)
Hermanas: Victoria y Mariana
Perfil: derecho
Posición: volante creativo o extremo
Estatura: 1,71 mts
Peso: 67 kg
Debut: 7 de marzo del 2019, contra Patriotas
Goles como profesional: 1, contra Junior en Palmaseca, el jueves pasado por Copa Colombia.