El uso sostenible de la biodiversidad y el reparto equitativo de los beneficios son dos de los objetivos del Marco Global de Biodiversidad, tema fundamental que se tratará en la COP16 que comienza en Cali este lunes.
Aunque estos acuerdos los hacen los Gobiernos, son el sector privado y las empresas los llamados a trabajar por el cumplimiento de gran parte de estas metas. Uno de los compromisos para el año 2050 es que las organizaciones deberán innovar para reducir su impacto ambiental, aumentar su contribución financiera a la protección del medioambiente y restaurar el 30 % de los ecosistemas degradados por actividades productivas.
Expertos consultados por El País coinciden en que el sector empresarial colombiano está dando pasos importantes en este camino. José Manuel Perea, jefe de Negocios Verdes del Ministerio del Ambiente, comentó que la mayoría de las empresas grandes de Colombia ya tienen equipos de sostenibilidad, “lo cual nos parece alentador y esperanzador”.
“No quiere decir que hayan cambiado todas las prácticas históricas que han tenido las organizaciones, pero sí hay un interés de hacer una transición hacia una economía descarbonizada y con una visión que proteja la biodiversidad y que restaure y recupere la naturaleza que se ha perdido”, dijo.
Frente a este panorama, Joaquín Caraballo, consultor experto en economía circular, destacó que el sector privado debe estar muy activo porque dentro de las metas del Marco Global de Biodiversidad “hay por lo menos cinco que los tocan directamente”, que indican cambiar modelos de producción y consumo, reportar financieramente los costos ambientales o los temas de pérdida de diversidad”.
Pero reconoció que “hoy en día hay empresas en las que la protección ambiental es algo muy natural y que ya tienen procesos sin residuos o manejan subproductos de valor agregado. Yo creo que es un tema que se está tomando como urgencia”.
Destacó que esta es la COP con mayor atracción empresarial que ha existido en el marco del convenio de biodiversidad, “nunca antes había habido una participación tan activa del sector privado”.
Negocios y biodiversidad
Clara Inés Pardo, docente de la Universidad del Rosario, considera que sí es posible tener una economía alrededor de la biodiversidad en la medida que se logre saber lo que se tiene y cómo producir de manera sostenible.
De hecho, resaltó aplicaciones en temas de economía circular o soluciones basadas en naturaleza que ya tienen las empresas. “Nada es malo siempre y cuando busquemos un equilibrio para definir qué tan fácil es trabajar con los recursos naturales, donde la comunidad también sea parte de la cadena productiva”.
La Cámara de Comercio de Cali ha denominado esto bajo una gran figura que es la bioeconomía, que se define como la producción, utilización y conservación de recursos biológicos, incluidos los conocimientos, la ciencia, la tecnología y la innovación relacionados con ellos, para proporcionar información, productos y servicios en todos los sectores económicos, con el propósito de avanzar hacia una economía sostenible.
Precisamente, el Valle del Cauca es un abanderado de estos temas. Ana María Castillo, directora de la Unidad Económica y de Competitividad de la Cámara de Comercio de Cali, explicó que la entidad ha recogido estas prácticas en el concepto de bioeconomía que hoy genera la tercera parte del PIB de la región con un total de 4486 compañías.
Por ejemplo, destacó que el departamento es el principal cogenerador de energía con biomasa y el 89 % del etanol que se produce en Colombia.
Asimismo, en el clúster de macrosnacks y belleza se cuenta con empresas tales como Naturesse y Vhera Lucci que usan ingredientes naturales dentro de sus formulaciones, “y eso es importante, no solo por el usuario sino porque contribuye al uso responsable de la biodiversidad y ahí, por ejemplo, entra lo del protocolo Nagoya que es cuando, además, tienes un comercio justo, pues todo tu beneficio se traduce en tu cadena de valor”.
En la región también se destacan empresas como Embelléceme, que utiliza un aceite natural que viene del Pacífico para formular un champú contra la caída del cabello, buscando un comercio justo que beneficie a las comunidades.
Además, se está trabajando en desarrollo de productos, por ejemplo, desde el clúster de hábitat urbano que tiene una apuesta por la innovación con empresas como Vimo que construye casas sostenibles.
Incluso desde el clúster de economía digital hay experiencias como la de Octopus que ha logrado muchas patentes y desarrolla dispositivos que ayudan a lograr eficiencias en diferentes sectores, por ejemplo, ha creado invernaderos sostenibles que reduce hasta en 50 % el uso de agua o estufas solares para las comunidades rurales.
“Cumplir los objetivos de conservación se hace con empresas, sin ellas es muy difícil y necesitamos que ese desarrollo económico sea mucho más equilibrado. Eso significa pagarle a las comunidades lo justo, significa comunicar al consumidor lo que está vendiendo, ese es el modelo que se quiere, y si se logra se puede tener el equilibrio”, destacó Castillo.
En Colombia también hay muchas experiencias empresariales en el desarrollo de prácticas sostenibles en el comercio exterior. Por ejemplo, para Alejandro Gutiérrez, gerente de sustentabilidad de Natura, la compañía contribuye desde el valor económico, social y ambiental. Por ejemplo, en Caquetá, desde hace 5 años, están trabajando con una comunidad que se llama Agro Solidaria, que agrupa a 100 productores, los cuales cosechan el copoazú y desde ahí se extrae la manteca de este producto que envían a Brasil.
En el sector de alimentos Alpina y el Grupo Nutresa han implementado buenas prácticas en sostenibilidad, también por su apoyo a los agricultores locales, a través del comercio justo.
Desde Analdex destacaron que a medida que la conciencia sobre la degradación ambiental y la extinción de la fauna crece, la demanda de productos que respeten el medio ambiente aumenta. “Los mercados premian a países y compañías que integren prácticas sostenibles en sus cadenas de suministro, desde el uso de energías limpias hasta la reducción de emisiones”, aseguró Javier Díaz, presidente del gremio.
El protocolo de Nagoya
Uno de los pendientes económicos con las comunidades está recogido en el protocolo de Nagoya que fue firmado hace más de una década y que es una apuesta internacional donde lo que se busca es que haya una distribución equitativa de los beneficios de las empresas que usan los recursos naturales.
Esto debido a que históricamente las comunidades se han llevado muy poco del reconocimiento económico de lo que su biodiversidad le aporta a diferentes actividades, por ejemplo, patentes de sectores farmacéuticos y cosméticos usando el conocimiento ancestral.
Parte de este protocolo también se encuentra en el Marco Global de Biodiversidad, que debate la COP16, como uno de sus objetivos prioritarios que es satisfacer las necesidades de las personas, mediante el uso sostenible y participación de beneficios.
José Manuel Perea, jefe de Negocios Verdes del Ministerio del Ambiente, explicó que Colombia está avanzando en temas prácticos, por ejemplo, con el Plan Nacional de Biodiversidad que tiene entre sus componentes el protocolo Nagoya que está siendo socializado con las comunidades de todo el país.
“Por ejemplo, podríamos hablar de empresas como Ecoflora o algunas otras que han venido tratando de utilizar patentes, pero también haciendo una gran apuesta en términos de beneficios para las comunidades Creo que es una responsabilidad del sector privado empresarial que si utiliza la biodiversidad de un país, deje un beneficio a la comunidad, pero esto apenas está en proceso de negociación”.
Este uno de los puntos de discusión a nivel mundial, qué tanto están participando las comunidades de la explotación del conocimiento ancestral y el uso de la genética de los recursos naturales.
Pago por servicios ambientales
Hoy existen varias alternativas para que las comunidades se puedan beneficiar de la conservación de los recursos naturales.
Andrés Carmona, coordinador del Grupo de Negocios Verdes de la Corporación Autónoma del Valle, CVC, explicó que solo esta entidad tiene 1.049 hectáreas conservadas que benefician a 163 familias con la figura de Pagos de Servicios Ambientales (PSA).
“Por ejemplo, si necesitamos que se libere un área en ganadería para que el ganado no llegue a una fuente hídrica, se hace acuerdo con las comunidades y se ponen bebederos sustitutos. De esa forma se protege la biodiversidad la comunidad tiene un incentivo que se paga en dinero o especie”.
Para ello, las alcaldías deben disponer del 1 % de sus recursos corrientes para este tipo de pago por servicios ambientales, lo mismo que las autoridades ambientales.
“Con este esquema estamos apoyando el páramo del Duende, asociado con el municipio de Riofrío. El Dagma también viene trabajando de esta forma en la cuenca del río Meléndez”.
Negocios Verdes
Los negocios verdes son los que generan un impacto ambiental positivo.
Según datos del Ministerio del Ambiente, en el país existen 5243 negocios verdes y sostenibles. La meta es tener 12.630 negocios para el año 2030.
Los departamentos con mayor número de negocios verdes por región son: Cundinamarca (618), Antioquia (442), Valle del Cauca (334), Bolívar (328), Santander (299).
El 70% de estos negocios (3.684) negocios verdes utilizan ingredientes naturales.
La participación de las comunidades étnicas en los negocios verdes en el país es de: 6.519 personas indígenas, 6.370 comunidades negras y 13.698 campesinos.