Por Alejandro Cheyne /economista, exrector de la Universidad del Rosario

La edad no es una barrera para la innovación y el espíritu emprendedor. En todo el mundo, las personas mayores de 60 años están demostrando que es posible convertir un sueño emprendedor en una realidad empresarial.

La vocación emprendedora puede descubrirse en distintas etapas de la vida y bajo diversas circunstancias, motivada por necesidad o por oportunidad. Lo trascendental es que quienes la encuentran, en mi opinión, son verdaderamente afortunados porque logran darle un nuevo sentido a su proyecto de vida.

Las personas mayores tienen importantes ventajas al momento de emprender. Cuentan con una consolidada red de contactos y una gran experiencia en la toma de decisiones, enriquecida tanto por sus éxitos como por sus fracasos (aprendizajes).

Cientos de adultos tienen ideas de negocios, pero a veces requieren apoyo para ponerlas en marcha. Hay algunas fundaciones que ayudan en este propósito. | Foto: Cortesía

Así mismo, su amplia comprensión del entorno les permite apreciar el bosque en su totalidad, más allá de solo algunos árboles, y su noción del tiempo los impulsa a aprovechar cada segundo sin caer en las trampas del inmediatismo.

Son capaces de liderar equipos de alto rendimiento, valoran el equilibrio entre la vida personal y el trabajo, y, sobre todo, concentran su energía en proyectos que les apasionan.

El emprendimiento también presenta desafíos para ellos, por supuesto. Iniciar un nuevo negocio implica riesgos financieros, como la posibilidad de perder los ahorros de años de esfuerzo, y el acceso al crédito, crucial para la inversión, suele ser limitado para los mayores.

Además, la adaptación a los cambios en los mercados y la gestión del ego son retos importantes, ya que el emprendimiento exige reconocer que el aprendizaje es continuo.

A pesar de los obstáculos, las cifras son positivas. El estudio “Emprendimiento senior: potencial para el desarrollo económico en Colombia” revela una aceptación sociocultural hacia el emprendimiento entre este grupo poblacional del 61%, tanto en el rango de 50 a 64 años como en el de 65 a 80 años, así como un potencial emprendedor del 59% y 53% y una intención emprendedora del 23% y 11%, respectivamente.

Para acelerar estas estadísticas, nuestro ecosistema emprendedor debe ser más inclusivo, construir una red de apoyo público-privada y aumentar la oferta de programas de formación continua.

La informalidad afecta mucho a los adultos mayores, de ahí la posibilidad de tener alternativas para emprender. | Foto: El País

¿Cuál es el punto de inflexión para iniciar el viaje emprendedor siendo una persona mayor? ATREVERSE con determinación y perseverar en su sueño emprendedor hasta convertirlo en realidad, construyendo un legado empresarial para su familia y la sociedad.