Se acerca la época del año que ellos detestan: diciembre con su Navidad y su jolgorio. Al igual que aquel ser verde, gruñón y amargado, de la película The Grinch, que odiaba estas fechas, sus rituales y festividades, también para ellos, esta temporada que se aproxima, les representa días no gratos, de rabia, en los que se aislan, se estresan, se deprimen y su fobia social se ve más expuesta por tantos eventos.
Muchas parejas, en esos días, entran en rencillas porque uno de sus miembros padece el síndrome del Grinch: los villancicos son como el sonido de un taladro para sus oídos; rezar novenas les parece una pérdida de tiempo; reunirse con la familia es una tortura y comprar regalos es una gastadera de plata innecesaria.
¿Cómo convivir con un Grinch en la época de Navidad? ¿Cómo sobrellevarlo y no tener sinsabores y peleas en el intento? Para convivir en paz con ellos, interviene la psicóloga clínica Paula Dávila; uno de los consejos es respertarlos, comprender que él tiene un problema particular con la Navidad (hay asociaciones de situaciones de pérdida, un trauma ocurrido en la infancia, una falta de conexión con este tema) entonces, no se siente bien ante un evento navideño, no se lo disfruta. Y la tendencia normal de la pareja o de la familia es forzarlo a participar y eso no debe ser así.
“Tendría que haber respeto por los gustos. Se generan los conflictos al tratar de integrar a la fuerza a esa persona que no lo está disfrutando. Debe haber un respeto por su espacio básico. Si nos gusta la Navidad, nos gusta decorar la casa y a esa persona no, que su espacio esté sin decoración navideña ni este tipo de cosas, Se debe tener en cuenta que la familia no se va a sacrificar y dejar de disfrutar la Navidad, pero también debo permitir que el otro se ausente, si así lo quiere, porque no está disfrutando”.
Llegar a acuerdos
Las parejas deben hacer acuerdos con relación a los temas y eventos de la temporada navideña, como se hacen en todas las negociaciones y en todos los sentidos, complementa la psicóloga Paula Dávila. “Cuando se está en pareja, uno está en constante negociación y hay un respeto por las creencias, por la cultura, por la diversidad que pueda encontrarse en esa pareja. En la Navidad debe hacerse lo mismo. Esta es una época del año con ciertos rituales y celebraciones que podemos negociar y compartir, pues maravilloso, si no, yo tendría que respetar que mi pareja no tiene esa tradición, y que si no quisiera celebrarla, yo tendría que estar acorde con eso. Pero yo puedo celebrar. Tampoco se trata de que yo sacrifique mis creencias o mis gustos o tradiciones, pero sí tendríamos que entrar a negociar”.
Si es posible, continúa Dávila, “tratar de hacer todo más llevadero para el otro y por solidaridad, de acompañar el uno al otro, en caso de que uno sea el Grinch, no a todo, pero sí a algunas actividades y es igual que en lo demás: respeto por las creencias del otro, por su cosmovisión y las ideas”.
No juzgar
Para evitar los conflictos maritales durante la época que se aproxima debemos conectar con el significado de la Navidad, con la generosidad del compartir la conexión humana y esto no solo tiene que ser en un grupo grande de personas, sino que puede generarse en la relación de pareja, opina la psicóloga Laura Villamil.
Hay que aceptar los sentimientos del otro sin juzgar. Es normal que no todos sintamos la misma alegría y euforia en Navidad. “Los cambios emocionales, las diferentes formas de expresar las emociones son normales y no podemos obligar a nuestra pareja a que participe en todas las actividades. Se puede llegar a acuerdos desde antes de diciembre para saber si se va a asistir a todas las novenas, a la fiesta de Navidad, a la de Año Nuevo, para que esto no le caiga por sorpresa a la otra persona y esta no se vaya a sentir presionada”.
La psicóloga comenta que hace un tiempo tuvo una paciente ansiosa y cuando llegó la época navideña le manifestó que su pareja era un hombre con unos rasgos de personalidad esquizoides, le gustaba estar aislado, no disfrutaba mucho de las amistades ni de las fiestas ni del ruido y la Navidad para él era una molestia.
Ella venía de una familia donde adornaban mucho la casa, hacían un pesebre gigante, tenían un árbol muy grande, y él opinaba que todo aquello lo que generaba era desorden.
Finalmente, llegaron a un acuerdo: en su hogar: no iban a tener pesebre, pero sí un árbol mediano; no se iba a celebrar ninguna fiesta en su apartamento, pero hasta cierta hora van a celebrar Navidad y Año Nuevo con la familia de ella, en la de él no, porque allá no se hacía nada. Él acordó que la acompañaba hasta las 10:00 p. m., luego, él se iba a dormir y ella podía quedarse celebrando con la familia hasta la media noche. Ella finalmente entendió que las actitudes de su marido eran algo cultural de él y que se estaba flexibilizando para acompañarla hasta cierta hora.
Acordaron visitar alumbrados navideños, cosa que a él le parecía una pérdida de tiempo. Eso sí, convinieron ir a cenar a restaurantes de diferentes zonas que estuvieran alumbradas. “Llegaron a una negociación que consideraron buena para los dos”, resalta la psicóloga Villamil.
Crear escenarios de inclusión
Rómulo Jaramillo Ramírez, psicólogo de la Universidad del Valle y maestro en programación neurolingüística, opina que no podemos hacer de la celebración de la Navidad una camisa de fuerza donde todos se tienen que amoldar a un modelo preestablecido.
Hay que crear escenarios de inclusión y de participación y la inclusión no es simplemente que el otro se aguante lo que nosotros vamos a hacer, eso no tiene sentido. La inclusión puede ser que una persona diga hagamos la Navidad y yo solo participo de las comidas, no de los rezos o novenas; o que el otro pueda decir yo participo de los rezos, la comida, las novenas, pero no del ‘Amigo secreto’ porque no tengo dinero y que la gente no lo mire feo.
De acuerdo con este profesional, la Navidad es una época muy exigente porque se quiere que la gente gaste más de lo que normalmente gasta y se quiere vender una máscara de lo que no somos para querer agradar a otros. Adicionalmente, tiene conceptos muy bonitos de fondo, pero puede que sean compartidos por unas personas, no por otras; o puede que otros los entiendan de una manera distinta, así los compartan.
Es común que se presenten conflictos que hay que saber manejar y llegar a un punto común donde todos puedan participar, unos en mayor medida, otros en menor y respetar esa condición de cada uno.
Manifiesta Jaramillo que ha tenido pacientes que se han casado entre cristianos y judíos. ¿Qué hacen en Navidad los judíos? Participan en las actividades de Navidad con tranquilidad: comen, cantan, se toman unos vinos, hacen sus bailes y en la época que llega las festividades judías la pareja sea, hombre o mujer, participa de esas actividades, con sus vestidos y sus cosas, pero cada uno de ellos en su cotidianidad profesa una religión diferente y sabe vivir bien, en armonía.
Cuenta que atiende en su consultorio parejas de cristianos casados con católicos, que profesan su religión ambos y han llegado a entenderse de tal manera, que la pareja que es cristiana y no cree nada de los de los católicos, ni quiere participar durante esos días de Navidad, deja que su pareja se movilice donde la familia, en la que se llevan a cabo las reuniones y fiestas. Y si en su casa van a hacer eventos, ayuda en la organización, pero no participa. Y no le genera ningún problema porque se han comprendido que es más importante aprender a convivir en pareja que conflictuar por creencias”.
No juzgar: dejar ser
Alexandra Pumarejo, autora del libro Reconócete, Ámate y Libérate, no cree que haya que conciliar con quienes sienten apatía por la Navidad. Considera que si una persona es Grinch, pues que lo sea. Explica que no todo el mundo tiene que estar feliz y dichoso en la Navidad y parecerle lo máximo las novenas y los villancicos y todo. No necesariamente todo el mundo tiene los mismos buenos recuerdos, no a todos les parece lo máximo compartir en familia.
También hay quienes son introvertidos y no les gusta el tumulto de gente. “Mi consejo sería dejar ser a todo el mundo ser. Si disfruta Navidad, disfrútela lo máximo. Cante villancicos a todo taco, saque el arbolito desde la época que quiera y para los que no, pues que no. No creo que haya que conciliar ni convencer al otro, porque como asegura una frase que a mí me encanta: “No juzgues mi camino hasta que no has caminado mis zapatos”.
Así que concluye Alexandra Pumarejo, “gócese la Navidad a pesar de los Grinch que hay en su vida, gócesela y no deje que el Grinch le daña la Navidad, no se deja afectar”.
Compasión
Para sobrellevar a un Grinch, ante todo se debe tener compasión, dice la escritora y conferencista Alexandra Pumarejo, indagar de dónde salió este odio o fastidio por la época navideña. Detrás de esa rabia que siente hay un dolor, una sensación de soledad, de tristeza, no todo el mundo tiene familia con quien celebrar, o medios para comprar regalos y verse como se ven en los comerciales: que todo el mundo está en familia y feliz. Hay que dejarlos ser. Tener compasión y generosidad con ellos, no para cambiarlos, sino para demostrarles dulzura y comprensión.
Hay que reflexionar sobre el verdadero significado de esta época, crear una tradición más tranquila, como cenar en pareja. “Puede ser algo sencillo, pero en donde predomine la tranquilidad”.
Es bueno preguntarle a la pareja cómo se siente, dice la psicóloga Laura Villamil. Compartir los sentimientos, puede disminuir la carga emocional y que se vean distintasperspectivas. Si persevera el desencanto, busque ayuda profesional.