Por allá en las décadas del 70 y 80 una joven artista neoyorquina construía su obra con mirada de mujer a través de acuarelas, videos y fotografías que reflejaban una sed de empoderamiento, una afirmación del deseo femenino, de momentos íntimos y eróticos.
En ese tiempo Karen Lamassonne llegó a Cali de la mano de Luis Ospina para integrar Ciudad Solar, un colectivo de jóvenes interesados en la cultura. Aquí se fue proyectando como una de las artistas más provocadoras de entonces.
A su trabajo en la pintura también se sumó su participación en el cine. Y entre sus grandes aportes al movimiento que luego se conocería como Caliwood está el ‘storyboard’ de la película ‘Pura sangre’ (1982), en el que plasmó plano a plano la primera película de Ospina. Dicho guion gráfico hace parte de la exposición que a partir de hoy se abre al público en La Tertulia, en la que Lamassonne expone un compendio de 100 obras.
Para volver a la historia, a pesar de los momentos de notoriedad que tuvo su obra en ese entonces, pareciera que hoy nadie la recordara. Es increíble que siendo una artista femenina influyente en ese tiempo no se hable de ella.
Eso le pareció inaudito a Andrés Matute, hoy curador de la exposición, cuando descubrió su obra hace un año. Cuenta que en una investigación en la que desempolvó los archivos de la programación de La Tertulia de hace 30 años se encontró con un folleto de una exposición de Karen de 1979. “Para mí era nueva porque no la conocía”, dice Andrés. Y extasiado por el discurso femenino que expresaba decidió contactarla como fuera y decirle que su obra le interesaba.
Según Matute, Lamassonne era invisible en el arte colombiano. Tal vez porque se fue de Colombia hastiada de que la gente se estuviera acostumbrando a la muerte. O tal vez porque en aquellos años los críticos de arte fijaban su mirada solo en los artistas -hombres- con carreras en ascenso. O tal vez porque al irse de nuevo para su país natal desapareció de la escena creativa. Pero esto no es excusa para que se haya diluido de la historia del arte caleño.
Casi tres décadas después de haber estado en Cali, Karen Lamassonne vuelve con su exposición ‘Desnuda astucia del deseo’, impulsada en el afán de Matute en hacer una revisión histórica del arte caleño. Hablamos con ella sobre cómo ve el arte hoy en Cali.
Ud. hizo parte del ‘boom’ del arte en Cali. ¿Por qué cree que esto surgió?
Cali tiene un ambiente que se presta para la creación, por algo aquí fue donde primero se hizo cine en Colombia. Habían centros donde se reunían artistas que buscaban expresarse, rebelarse en contra de las guerras. En Cali existían Ciudad Solar y La Tertulia como espacios para visibilizarlos.
¿Por qué cree que eso se esfumó?
La gente formó sus familias, otros se fueron a Bogotá, allá hay más posibilidades. Los canales de televisión dieron buenas oportunidades. Sin embargo, no creo que el movimiento haya desaparecido sino que se transformó. Llegaron otras cosas interesantes como la televisión con Telepacífico, apareció ‘Rostros y Rastros’ con propuestas nuevas.
También puede ser que la cultura quedó relegada por la violencia y el narcotráfico, que era la mayor preocupación en la época. Eso no solo cambió el arte, cambió la vida de la gente.
¿Cómo ve hoy el papel de la mujer en el arte?
La mujer siempre ha tenido un papel en el arte, pero nunca ha tenido las mismas oportunidades que el hombre. Ahora hay más mujeres en la cultura, tienen más poder, manejan museos, tienen cargos importantes.
¿Cómo ve a Cali en términos artísticos?
Veo casi los mismos lugares que antes como La Tertulia. Es difícil para el artista surgir porque esto se mueve con roscas. Sin embargo, veo gente joven trabajando, interesada. Colombia es un país de artistas, las instituciones deberían apoyar más con recursos económicos. Fijar la atención en la educación de los colegios en las artes. La gente progresa cuando expande la conciencia, es más difícil que alguien sea violento cuando ha sido sensibilizado en el arte.
¿Cree que se puede vivir del arte? O mejor, ¿usted vive del arte?
Uno como artista debe pensar en cómo sobrevivir. Ahora vivo de trabajar en una empresa en Atlanta (EE. UU.), donde diseño lámparas, de alguna manera no pierdo mi oficio como artista porque es un trabajo creativo. Pero así es difícil dedicarle tiempo suficiente al arte. Cuando viví en Cali en los 80 pude vivir del arte porque había quién comprara mis cuadros; para nadie es un secreto que en la ciudad en esa época los mafiosos gastaban mucho dinero en obras de arte. Así que podía dedicarme seis meses a hacer cine y otros seis meses los dedicaba enteros a mi creación que luego vendía.
Artista de impacto
En parte de su obra Lamassonne pinta parejas que se expresan el amor en distintos sitios públicos de Cali, en los que la mujer domina.
Era algo extraño que un artista en una época álgida de violencia y conflictos políticos en Colombia prefiriera hablar de sus sentimientos, que del contexto social que se vivía.
Fue una de las pioneras en el videoarte nacional, muestra que también podrán ver los asistentes a la exposición.
La serie ‘Baños’, incluida en la muestra, tiene una historia particular: en 1979 se expuso en un auditorio de un club de la ciudad y un conferencista ordenó bajar los cuadros porque decía que eran obscenos. Las pinturas fueron descolgadas sin ningún cuidado. En esa obra se aprecia la intimidad de la mujer en el baño. Al conocer esto la artista siguió interesada aún más en explorar el universo sexual femenino.
Más exposiciones
La obra de la artista se exhibió recientemente en el Museo Nacional de Bogotá, curada por Marta Rodríguez.
estará en el Hammer Museum de Los Angeles, curada por Radical Women: Latin American Art 1960-1985.