Con homenajes en sus lugares preferidos -el club de fútbol, el colegio y la estación de bomberos-, Paraguay despidió este domingo a Marcelo Pecci, el fiscal contra el crimen organizado asesinado por sicarios en Colombia.
"A él lo mataron porque molestaba por su honestidad (...) Matan a un hombre por cumplir con su trabajo, honestamente. Truncaron a los 45 años la vida de un hombre íntegro, decente", clamó su padre Francisco Pecci, a las puertas del cementerio La Recoleta.
Seguido por cuatro carrozas fúnebres repleta de flores, el vehículo que transportó los restos de Pecci se detuvo frente al portón número 5 de La Recoleta donde fue recibido con los sones de la Marcha Fúnebre de Beethoven entonado por una banda militar.
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La sensación de dolor y frustración se impuso en el ambiente en medio de las decenas de asistentes que dieron el último adiós al implacable fiscal antidrogas asesinado a tiros el 10 de mayo en Barú, cerca de Cartagena de Indias, en Colombia, donde disfrutaba de su luna de miel con Claudia Aguilera, con quien esperaba un hijo.
Al clamor de "justicia, justicia" avanzó el féretro del fiscal, transportado por sus familiares, amigos y compañeros de la Unidad contra el narcotráfico y lavado de activos de la Fiscalía.
La madre, Maricel Albertini, llegó a la despedida en silla de ruedas. El padre, el exjuez Francisco Pecci, acaparó con sus mensajes la ceremonia previa a la sepultura en un panteón de la familia.
"El narcotráfico asesinó a mi hijo por hacer bien su trabajo. Que encuentren o no al culpable es harina de otro costal. Estos son sicarios que actúan enviados por otros. El mundo de la droga es terrible", manifestó desconsolado el padre.
"Alguna vez me dijo que si le sucedía algo era voluntad de Dios", manifestó compungido. "Me decía: 'papá, no voy a vivir tanto como ustedes por el estrés de mi trabajo', porque le daban los trabajos más difíciles y él no rechazaba", recordó.
"Valiente"
Era "un chico muy cumplidor, sin miedo, prudente y sobre todo valiente", insistió su padre.
El trabajo de Pecci fue fundamental para recabar evidencias sobre criminales capturados pertenecientes a las organizaciones criminales de origen brasileño Primeiro Comando Capital (PCC) y Comando Vermelho (CV), así como a los lavadores libaneses de la Triple Frontera con Brasil y Argentina.
Tres de ellos fueron condenados con sus evidencias a la extradición a Estados Unidos, acusados de inyectar capitales al grupo radical Hezbolá.
Sus familiares, parientes y amigos más estrechos se apiñaron alrededor del féretro envuelto en una bandera con los colores patrios: rojo, blanco y azul, mezclada con otra tela con el símbolo del Colegio San José y el club Guaraní, del que fue dirigente.
En primera fila estaba la fiscal general del Estado Sandra Quiñonez y otros agentes del Ministerio Público. A su lado, el agregado de Justicia de la embajada de Estados Unidos, Brian Skaret.
En coordinación con Estados Unidos y otros países, Paraguay sigue desde febrero el llamado Operativo A Ultranza que ya produjo una veintena de detenidos y la incautación de una gran cantidad de armas, inmuebles, camiones, vehículos lujosos, cabezas de ganado y hasta aeronaves, productos de lavado. Según el senador Oscar Cachito Salomón, el crimen de Pecci pudo estar vinculado a esa investigación.
En segunda fila, con menos protagonismo se mezclaron magistrados, políticos y funcionarios del gobierno.
No estuvo el presidente Mario Abdo Benítez, quien presidía los actos oficiales programados por el Día de la Independencia con la presencia del mandatario uruguayo Luis Lacalle Pou, pero que decretó un duelo oficial de tres días por el asesinato de Pecci.