En Estados Unidos son comunes las historias sobre “bacterias come carne” y ahora, una madre de 40 años fue la víctima de una de estas infecciones, pero a diferencia de muchos, esta mujer no la contrajo en aguas dulces o saladas, sino a través de una de sus comidas.
Se trata de Laura Barajas, madre de un pequeño de seis años y residente de California, quien fue internada en un hospital luego de comer una tilapia que no estaba del todo cocinada en una de sus salidas recreacionales, y comenzó a sentir molestias que la condenaron a perder sus cuatro extremidades, según cuenta el medio local New York Post.
Al parecer, la mujer comenzó a tener síntomas de infección en julio, luego de comer el pescado que ella misma había comprado y preparado; desde ese momento estuvo luchando por su vida y su integridad física hasta esta semana, cuando finalmente los doctores tuvieron que amputarle sus extremidades para mantenerla a salvo.
“Ha sido muy pesado para todos nosotros. Es terrible. Esto podría habernos pasado a cualquiera de nosotros (...) Casi pierde la vida. Estaba conectada a un respirador”, afirmó una amiga de la mujer para el medio local Kron4, afirmando que la lucha de Barajas con la infección por la bacteria no fue sencilla, y que el trágico resultado ha sido una solución necesaria.
“La pusieron en un coma inducido médicamente. Sus dedos eran negros, sus pies eran negros, su labio inferior era negro. Tenía sepsis completa y sus riñones estaban fallando”, agregó la amiga de la víctima para el medio citado, afirmando que la bacteria que contrajo Barajas fue la vibrio vulnificus.
Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), esta bacteria amenaza mayormente a las personas que tienen un sistema inmunitario débil.
“La bacteria existe de forma natural en las aguas costeras. Generalmente, si las personas presentan una infección en una herida, es porque se contamina una herida preexistente o a través de una herida que se produjo mientras estuvieron expuestas a agua salobre o agua salada”, afirma el portal experto.
Menor perdió sus extremidades
Matías Uribe, un valiente adolescente de 14 años, está librando una batalla extraordinaria tras contraer una peligrosa bacteria que le arrebató todas sus extremidades. A pesar del dolor y la adversidad, Matías mantiene su espíritu intacto y sueña con volver a hacer deporte y tocar el piano. Desde Medellín, su familia lanza un emotivo llamado a la colaboración para apoyar en su recuperación.
El 30 de junio, la pesadilla de Matías comenzó con una fiebre alta y un enrojecimiento en todo su cuerpo. Sus padres, preocupados, lo llevaron de inmediato al servicio de emergencias, donde sufrió un paro cardiorrespiratorio. Su corazón dejó de latir durante siete minutos. Afortunadamente, lograron estabilizarlo y lo trasladaron en helicóptero a un centro hospitalario de mayor complejidad.
Su tía, Ana María Gutiérrez, fue testigo de este duro episodio y compartió: “Fue conectado a la terapia ecmo, ventilación mecánica y diálisis. Todos estos dispositivos salvaron su vida cuando el pronóstico era extremadamente reservado. Sin embargo, debido a la falla cardíaca, sus extremidades no recibieron suficiente circulación sanguínea durante un largo período”.
Los especialistas tuvieron que tomar decisiones difíciles. Primero, sugirieron la amputación de la pierna izquierda mientras evaluaban los efectos del paro cardíaco en su cuerpo. A medida que pasaban las horas, se hizo evidente que también era necesario amputar la pierna derecha. Una semana después, enfrentaron la dolorosa realidad de intervenir en ambos brazos. Todo esto fue resultado de una infección causada por la bacteria estreptococo tipo A.
Nadie puede determinar con certeza dónde contrajo Matías esta peligrosa bacteria. Se sabe que esta bacteria habita en muchos lugares, principalmente en el agua. Matías había estado compartiendo tiempo en la playa y en un lago antes de que aparecieran los síntomas. Al parecer, la bacteria afectó primero sus pulmones, luego su corazón, y esto provocó lo que los médicos en Estados Unidos denominan un “choque tóxico”.