La rivalidad del actual presidente de Ecuador, Lenín Moreno, y de su antecesor, Rafael Correa está que arde. Y todo por la plata.
Pese a que el recién posesionado mandatario ecuatoriano fue elegido como candidato de Alianza País (AP), el movimiento de Correa, y con el aval de éste, ahora el exmandatario le echa puyas desde Bélgica y no lo deja gobernar tranquilo.
Al irse del Gobierno, Correa sacó pecho y dijo que dejaba “la mesa servida”, pero Lenín le acusó de haberle “heredado” una situación financiera “crítica” con una deuda de US$41.000 millones y de haber tomado decisiones “irresponsables” que dejaron al país al límite de la estabilidad económica.
Y claro, Correa abrió su amplio catálogo de insultos contra su sucesor. “Todo lo cínico, desleal y mediocre será efímero”, trinó con furia en Twitter.
Hace unos días se encendieron en un vaya y venga de acusaciones mutuas, cuando el actual mandatario ecuatoriano denunció que su antecesor lo espiaba por una cámara oculta en su despacho. Moreno tildó de “falta de delicadeza” que no le hayan informado de la existencia de ese recurso tecnológico. “Todas las mañanas se realiza un barrido de cámaras” e ironizó que “lo gracioso es que todo el mundo sabe que esa actividad se hace a las 8:00 a.m., es decir como para que ese momento la tengan apagada y después la enciendan cuando quieran”, indicó.
“¡Cámara oculta manejada desde mi celular! Si el presidente Moreno prueba aquello, que me vaya a la cárcel. Si no, que renuncie a la Presidencia, ni siquiera por malo, sino por ridículo. ¡Qué vergüenza!”, espetó Correa en Twitter.
E ironizó más: “Siempre dije que hasta ahora el Gobierno era puro show. No sabía que iban a agregar un nuevo segmento: cámara escondida. ¡Sonrían!”, se burló Correa en su cuenta.
Juan Pablo Milanese, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Icesi, dice que ese distanciamiento no es extraño, tal como pasó en 2010 en Colombia entre Juan Manuel Santos y Uribe. Pero ninguno de los dos casos los califica como traición.
Lea también: El presidente de Ecuador denuncia hallazgo de cámara oculta en su despacho
Hay un distanciamiento que se presenta por coyunturas, dice Milanese, pero posiblemente también por formas de leer esas coyunturas por parte de ambos y “se están pasando la responsabilidad de la situación sobre decisiones que posiblemente tendrá que tomar y no son muy populares”.
En Ecuador, añade, ese distanciamiento responde a unas condiciones especiales asociadas con los recursos del Estado y a las cuentas públicas y en cómo poder sostener en el largo plazo una política expansiva y redistributiva muy activa como la que tiene Ecuador. “Es muy probable que Lenín este viendo que es difícil y le pasa parte de la factura al gobierno anterior, mientras evalúa cuáles son las opciones para seguir”.
La de Correa también le parece una reacción natural: está defendiendo su gestión y tomando distancia del gobierno actual. “Lo que se podría prever es que el nuevo gobierno esté pensando en un ajuste, responsabilizando al anterior”, sentencia Milanese.
En efecto, el 6 de septiembre Lenín emitió un decreto con una serie de medidas de austeridad y optimización del gasto público, que Correa calificó de “paquetazo”. Incluye la reducción de los salarios para funcionarios de alto nivel jerárquico, de horas extras en el sector oficial, en la publicidad estatal, en viajes al exterior y en el interior y viáticos, en compra de vehículos y realización de eventos públicos y de capacitación.
A Mauricio Jaramillo, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, no le sorprende la actitud de Moreno porque, dice, nunca se presentó en campaña como el sucesor legítimo de Correa.
“Moreno dijo muchas veces que era el candidato de AP, movimiento de Correa, pero eso no significaba que daría continuidad y aclaró que haría muchos cambios”, explica Jaramillo.
El primero es que se inclinó por un discurso más de conciliación y de unidad y abandonó el talante pendenciero que tenía su antecesor.
El segundo, la necesidad de transparentar la política y luchar contra la corrupción de manera más enérgica. Ya se rumoraba la participación de algunos altos cuadros de AP en el escándalo de corrupción de Odebrecht.
En efecto, días después de posesionado Lenín surgió el escándalo de que su vicepresidente Jorge Glas, funcionario de Correa, habría recibido sobornos de Odebrecht. Por lo que le retiraron las funciones, más no lo puede destituir, porque fue elegido por voto popular. Ahora el presidente le echó más leña al fuego al convocar a una consulta popular para que el pueblo decida si exige o no la renuncia de Glas.
Esta situación tiene a Ecuador en un laberinto y solo hay dos opciones, explica Jaramillo: que Glas renuncie, lo que no va a ocurrir, o se decida en las urnas. O que haya una asamblea constituyente, como lo plantean Rafael Correa y el propio Glas. Y este ha dicho que Correa “no tendrá problemas en presentarse como candidato a una constituyente”.
“Es una prueba muy compleja para la gobernabilidad y la legitimidad de Lenín Moreno; la mayoría lo respalda porque hay una baja tolerancia a la corrupción y una exasperación por lo de Odebrecht y Glas no es el funcionario más querido en Ecuador”, comenta Jaramillo. De ahí que Moreno confíe en que si hay consulta, la gente votará en masa en contra de Glas.
Jaramillo admite que en lo económico sí hay una ruptura. El de Correa, afirma, fue el gobierno de la gran inversión social que construyó grandes universidades, carreteras, hidroeléctricas al punto que Ecuador es autónomo en materia energética y hasta le vende energía a Colombia cuando años atrás era al contrario. Esa inversión le generó mucho gasto al Estado y dejó las arcas vacías, por lo que a Moreno le tocará administrar esa pobreza.
“Con Correa había un modelo económico muy generoso en subsidios, infraestructura y política económica, pero eso tenía un alto costo y la capacidad de ahorro del Estado disminuyó”, señala. Además, explica que Correa gobernó con un mejor precio del petróleo (70 u 80 dólares el barril). Pero Moreno halló un Estado endeudado y golpeado con un precio del petróleo entre 40 y 50 dólares el barril, entonces ve coherente su discurso de transparencia que advierte de una deuda alta y que mantener ese volumen de gasto social no va a ser fácil.
Las respuestas virulentas de Correa tampoco sorprenden al analista Jaramillo, pues siempre fue muy duro con sus críticos. “Recuerden que a Andrés Páez, un político de oposición, le propuso que se encontraran e insinuó que se fueran a los golpes; a una periodista le dijo ‘gordita horrorosa’. Correa nunca fue abierto a la crítica”, relata Jaramillo.
No a la mordaza
Moreno tampoco quiere tener con los medios una relación tormentosa como la que mantuvo su antecesor. Cuando fue vicepresidente de Correa y cuando fue asesor para las personas en discapacidad en la ONU, ya había tomado distancia frente al AP en ese sentido.
La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) ya aplaude esta nueva postura tras corroborar que Moreno cumplió su promesa de que “no iba a amordazar a la prensa”. Para Jaramillo, tildar a Lenín de el nuevo Santos es descabellado. “Él nunca dijo que iba a ser el sucesor legítimo de Correa, o que iba a haber continuidad”, comenta.
“Que sean del mismo partido político y que hayan llegado al poder siendo cercanos, no significa que el segundo tiene que reproducir las políticas públicas que haya ejecutado el primero”, comenta Juan Pablo Milanese.
“Mas que una ruptura, lo que veo es coherencia en el discurso del Presidente, está cumpliendo con lo que prometió: ‘no voy a gobernar con un modelo confrontacional, no me eligieron para eso’. A él lo eligieron para unir un país que está tremendamente polarizado, y donde la gente estaba muy preocupada por la violencia contra los medios de comunicación”, concluye Jaramillo.
Frases
MORENO: “No es malo endeudarse, el problema es hacerlo irres-
ponsablemente”.
“No solo se gastó en demasía, sino que nos endeudaron”.
Entre 8.000 y US$10.000 millones necesitará el Gobierno anualmente para devolver la deuda y cubrir el déficit”.
CORREA: “Un mentiroso jamás va a decir que lo es, pero, pese a las formas, lo seguirá siendo”.
“El Gobierno actual conocía perfectamente todas las cifras de deudas y pasivos”.
MORENO: ”Una democracia sin controles, una democracia sin rendición de cuentas, sólo engendra autoritarismo y corrupción, vicios con los cuales nunca transigiré”.
“Jamás me prestaré para ningún acuerdo que limite la acción del Estado en la protección de los recursos públicos”.