La cifra de víctimas del fuerte terremoto de 7,3 grados en la escala de Richter que asoló anoche la provincia de Kermanshah, en el oeste de Irán, aumentó este martes a 530 muertos y unos 7.800 heridos, según los últimos datos oficiales.
Las autoridades iraníes han movilizado a todos los cuerpos de seguridad para acelerar las tareas de rescate y de retirada de escombros en las poblaciones de Kermanshah más afectadas por el seísmo.
Las operaciones de búsqueda se desarrollan a contrarreloj para intentar salvar a posibles supervivientes y en ellas participan el Ejército, los Guardianes de la Revolución, la fuerza de Voluntarios Islámicos y la Media Luna Roja de Irán.
El vicepresidente de la Organización de Gestión de Crisis de Irán, Behnam Saidi, explicó a la televisión estatal que se han enviado 19 helicópteros y tres aviones a las zonas afectadas para el traslado de los heridos.
Sobre el terreno están desplegadas también unas 140 ambulancias y miles de efectivos de los servicios de emergencia y otras organizaciones gubernamentales.
Las autoridades han establecido hospitales de campaña para atender las urgencias y para ayudar a los centros médicos de las localidades de Eslamabad Gharb, Sarpol Zahab y Ghasr Shirin, que están colapsados.
Numerosos edificios se han derrumbado y miles de personas han pasado la noche en las calles ante el temor a las réplicas, que se han contado por decenas.
Los daños son por ahora difíciles de cuantificar debido a que las comunicaciones han estado cortadas y a que algunas carreteras permanecen bloqueadas impidiendo el acceso a las zonas más montañosas damnificadas.
El presidente iraní, Hasan Rohaní, visitará en las próximas horas la región, a la que ya se desplazó una delegación encabezada por el ministro del Interior, Abdolreza Rahmani Fazli.
Integran esta delegación también el ministro de Sanidad, Hasan Qazizadeh Hashemí, y el director de la Media Luna Roja iraní, Ali Asqar Peivandí.
El epicentro del seísmo se produjo a las 21.18 hora local del domingo (18.18 GMT) cerca de la ciudad iraquí de Halabya, en la región del Kurdistán, fronteriza con Irán, a una profundidad de 33 kilómetros.
Las poblaciones más afectadas en Irán son Sarpul Zahab, donde se estima que la mitad de los edificios se han derrumbado, Ghasr Shirin y Azgale.
Las numerosas réplicas, algunas de 4,5 grados, se han sentido en varias provincias del norte, oeste y centro del país, incluida la capital Teherán.
Irán tiene una gran actividad sísmica. Los terremotos más graves hasta la fecha se produjeron en diciembre de 2003 y en junio de 1990, cuando perdieron la vida 31.000 y 37.000 personas, respectivamente.