Se reunieron altos delegados del gobierno, del sector privado y gente de izquierda hace cuatro días en Caracas. Como estaba acordado, el Presidente había hecho la convocatoria en aras a encontrar un camino de paz con el grupo bélico Eln. Muchos presidentes, por no decir todos, desde la época del Frente Nacional, trataron de hacer lo mismo y abrieron los compases de la tolerancia apagando el repudio que del alma de cada ser bueno debe surgir en contra del concurso de delitos que incluyen el genocidio, el asalto, el secuestro extorsivo, el terrorismo, el narcotráfico, el tráfico de armas, la contaminación de las fuentes de recursos naturales, la asociación para delinquir, etc., etc., que tales han sido las ‘hazañas’ de estos insensatos.

Cincuenta años enarbolando una bandera que desde sus inicios en Cuba levantó el señor Fidel Castro. Rojo y negro, que son sangre y muerte. Solo que éste luchaba contra un dictador llamado Fulgencio Batista y los de acá lo hicieron y continúan haciéndolo contra la democracia y toda Colombia. Porque todo este tiempo ha habido aquí un régimen bajo el imperio de una Constitución y unas leyes.

Han declarado una guerra a sus compatriotas sin motivo alguno, mientras otros ‘revolucionarios’, entre ellos Chávez y avanzada su revolución el propio Fidel, consideraron que la única vía para llegar al poder debía ser la democrática.

Bueno. Es preciso decir que el hecho de tener que buscarlos para hacer la paz, después de la burla durante muchos años, cuando exigieron que los pasearan por Europa dándose ínfulas de grandes señores, y hasta llegaron a pedirle al gobierno que les asistieran con el pago de los valores del secuestro que dejarían de percibir, era desalentador. La última vez, estando en Cuba, mientras adelantaban a paso de tortuga las costosas ‘negociaciones’, no tuvieron la decencia de abstenerse de seguir practicando la violencia contra Colombia; y a base de un golpe cobarde y terrorista entraron a la escuela de la Policía y masacraron a los jóvenes estudiantes.

Es lo cierto, malhadadamente, que el Estado colombiano no ha podido vencerlos. Las cordilleras son un gran laberinto en el que juegan a esconderse como conejos y muy difícilmente los alcanzan, y están bien armados. El narcotráfico les da holguras y buena vida que ellos aprovechan en medio del terror que desatan. A pesar de eso, el gobierno los ha buscado de nuevo en pro de hacer esa anhelada paz.

El Presidente integra una comisión negociadora con gente de izquierda y otros de reconocidos méritos ciudadanos; y dentro de ella ha incluido al jefe ganadero José Félix Lafaurie, quien altamente consciente de sus deberes ha aceptado, con el buen consejo de Álvaro Uribe.

Y así, como Jacob el de la biblia en busca de Raquel, los comisionados han comenzado a trabajar los nuevos años, con plena conciencia de que la búsqueda de la paz es no solo un imperativo que enaltece al ser humano, sino un mandato en busca del bien común que es la convivencia en la que cree el Presidente Petro como el más eminente recurso de una nueva era.

Discuten si será conveniente que el jefe ganadero esté allí. Bueno, es cosa de opiniones. Yo creo que sí. La voz y el pensamiento de los ganaderos, primeras víctimas del Eln, no solo son una oportunidad de defenderlos ante algo tan duro como la dictadura de los elenos, sino una garantía para el gobierno de que no va a aceptar a plenitud las arrogantes aspiraciones que mantienen. El Eln son sin duda asesinos y secuestradores a los cuales se convoca, por enésima vez, a renunciar a las armas contra la República y sus gentes de bien. El gobierno está acertado. Aunque mejor que nadie sabe que la cosa es dura.