En la Navidad pasada mi hijo me regaló el libro Autocracia S.A. de Anne Applebaum, periodista galardonada con el Premio Pulitzer, y en el reciente Hay Festival de Cartagena tuve la sorpresa y el privilegio de escucharla en persona. Me impresionó su análisis sobre la evolución del autoritarismo en el siglo XXI, en el que explora cómo los regímenes autocráticos modernos han transformado sus métodos en la era digital y globalizada. En lugar de dictadores tradicionales, describe a una red global de autocracias que funcionan como corporaciones corruptas multinacionales que colaboran entre sí para hacerse al poder absoluto en detrimento de las libertades democráticas.
Applebaum advierte cómo esas autocracias utilizan tecnologías avanzadas de vigilancia que monitorean y reprimen a sus ciudadanos para mantener el control y asfixiar las disidencias. Indica cómo esos métodos de Rusia y China se comparten con regímenes similares. También muestra cómo sistemas financieros opacos ayudan a consolidar su control: gracias a ellos, países como Venezuela e Irán logran evadir sanciones internacionales.
Enfatiza en cómo esos regímenes usan la tergiversación y la propaganda para debilitar la confianza en las instituciones democráticas. China y Rusia tratan de reescribir las reglas del sistema internacional para desacreditar los derechos humanos y la democracia, y sembrar desconfianza hacia las instituciones y valores esenciales como la libertad de expresión y la independencia judicial. Con tecnología, las autocracias han interferido en procesos electorales, desde el hackeo de sistemas de votación hasta la manipulación de la opinión pública a través de campañas con información falsa. Con recursos financieros, Rusia ha penetrado otros sistemas políticos apoyando campañas desorientadoras y partidos que promueven agendas autoritarias.
Con preocupación, Applebaum subraya cómo distintas democracias han contribuido involuntariamente a estos regímenes al participar en transacciones donde se benefician mutuamente. China se vale de su influencia económica y política para promover un modelo unitario que desafía los valores democráticos. Esta presión tiene efectos en países que dependen económicamente de China, incluso europeos, que frenan sus críticas a las políticas autoritarias.
Sin embargo, Applebaum cree que con estrategias coordinadas del mundo democrático es posible contrarrestar la influencia autoritaria, y explora posibles vías para desarmarla. Esto incluye alianzas para reforzar instituciones democráticas y mejorar la rendición de cuentas, la independencia judicial y la transparencia en todos los niveles, incluso en el mundo financiero. También, acciones coordinadas frente a las tecnologías de vigilancia y las plataformas de redes sociales que estos regímenes emplean para manipular a los ciudadanos. Plantea la necesidad de la cooperación internacional para enfrentar la red global de autocracias: esto significa compartir estrategias, información y recursos para proteger los valores democráticos. Y sugiere activar sanciones específicas contra líderes y élites de estos regímenes para reducir su capacidad de operar en el sistema financiero global.
La autora trae algunos ejemplos exitosos de defensa de la democracia. Entre ellos, Noruega y Suecia, que han mantenido niveles altos de transparencia, confianza en las instituciones y participación ciudadana. Taiwán, que ha logrado mantener un sistema democrático fuerte a pesar de las constantes amenazas de China. Incluso la resistencia de Ucrania frente a la invasión rusa y su lucha por integrarse en la Unión Europea, que más allá de un asunto de soberanía, tiene implicaciones para la seguridad de Europa y las democracias.
Me pareció un libro de gran actualidad, cuando en todos los países surgen ataques evidentes y velados contra los ideales y valores de la democracia. Es fundamental tener en cuenta que esas amenazas se apoyan en regímenes autoritarios que colaboran a nivel global y operan con tecnologías avanzadas, para ser conscientes de que el éxito al enfrentar esos desafíos requerirá de la unión y coordinación de esfuerzos de las naciones y sectores sociales y políticos, decididos a defender las libertades y derechos que sustentan al ideal democrático.