Ricardo Sánchez Ángel viene de publicar un nuevo libro, ‘Universidad y política. De la Reforma de Córdoba a mayo del 68’, que se suma a su ya extensa obra de ensayista e investigador. Y de cuya valía de fe no solo la importancia estratégica del tema analizado sino el hecho de que lo aborde, con rigor y seriedad, uno de los protagonistas indiscutibles de la vida universitaria en Colombia del último medio siglo.

La universidad, su difícil situación y sus fecundas posibilidades, centraron obviamente los intereses y la preocupación de Ricardo Sánchez durante su desempeño como uno de los líderes más brillantes del movimiento estudiantil de 1971. El movimiento que se inició en Cali, en las universidades Santiago de Cali y del Valle, y luego se propagó por el resto del país, trayendo consigo la democratización de la universidad y una vigorosa reafirmación de su autonomía. Y la irrupción de una nueva dirigencia de izquierdas a escala nacional de la que formaron o forman parte también Marcelo Torres, Antonio Navarro Wolf, Carlos Pizarro, Jaime Caicedo y Jorge Robledo, entre otros cuyos nombres ahora se me escapan.

En los años posteriores al 71, Ricardo encabezó varias de las tentativas de reintroducir en Colombia las ideas socialistas, promovidas entre nosotros tempranamente por María Cano y Jorge Eliécer Gaitán, que desgraciadamente fracasaron. Las tentativas, no las ideas, que hoy experimentan un notable resurgir entre la juventud de los Estados Unidos que sigue los liderazgos de Bernie Sanders o de Alexandria Ocasio - Cortéz.

Ricardo entonces se centró de nuevo en la vida universitaria, como un profesor de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá. Pero no se limitó a ser un buen profesor sino que conjugó su labor docente con un trabajo de estudioso y analista de amplio espectro, que ha dado como resultado una ingente producción de artículos, libros y ensayos dedicados a temas como la ecología, el feminismo, el socialismo, el movimiento obrero, la historia de las ideas y de la universidad. Y de la que se ocupa de nuevo en esta obra, con el oficio y la disciplina del investigador experimentado y con la amplitud de miras y el sentido de Estado propios de un intelectual consciente de que la Universidad Nacional, más que una más de nuestras universidades, es un proyecto histórico inacabado, que tenemos la obligación de culminar si es que queremos tener la nación que nos merecemos.