Como nunca, Colombia necesita impulsar con excelentes decisiones y una gran planificación su futuro desde las regiones. Es necesario entender que el bajo desarrollo que estas registran, sobre todo las más apartadas del nivel central, es una de las principales barreras para consolidar el crecimiento económico y el bienestar social.
En el Índice Departamental de Competitividad 2023, elaborado por el Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario, uno de los resultados más preocupantes es el deterioro observado en el desempeño competitivo en buena parte de los departamentos. Su elaboración recoge los resultados de la gestión de los gobiernos regionales salientes, “por lo que ofrecerá una base para las administraciones entrantes”.
¿Por qué es fundamental hacer una exhaustiva relación entre la competitividad del país y los mandatarios locales? Porque de la buena concepción y cumplimiento de sus planes de desarrollo depende un crecimiento sostenido y el cuidado de los indicadores clave en momentos de crisis.
En este contexto, vigilar el desempeño de gobernaciones, alcaldías y de los órganos colegiados regionales como las asambleas y concejos municipales es uno de los principales retos de los colombianos. Por eso, sin duda, el próximo 29 de octubre lo que nos jugamos en esta cita de la democracia es absolutamente importante.
Y es que la prosperidad de un país se construye no solamente a través de las ventajas que le generan su ubicación geoestratégica, sus recursos naturales o el tamaño de su mercado, sino también del buen liderazgo que se ejerza en el sector público regional.
Y a partir de esto, lograr una excelente articulación con los sectores privado, académico, fundacional y social para mejorar continuamente la implementación de sus Planes de Desarrollo, con lo cual la tarea se habrá cumplido en un importante porcentaje.
Son grandes desafíos que tiene hoy la región colombiana: trabajar con el Gobierno Nacional en la definición y aplicación de las políticas y programas públicos; avanzar en recuperar de la seguridad y la convivencia frente a la grave crisis que padecemos; fortalecer las condiciones para la actividad y el crecimiento empresarial y, por tanto, para la generación de empleo.
Igualmente, luchar contra la pobreza y las desigualdades, sobre todo las que sufren las mujeres y los jóvenes; avanzar en condiciones de sostenibilidad ambiental contra el cambio climático sin afectar los actuales recursos energéticos, que siguen siendo muy importantes; facilitar acciones para la integración de la producción local con los mercados nacionales e internacionales. En fin, una nueva agenda que permita rebasar con creces las crestas de las olas que enfrentan los departamentos del país.
¿Cómo pretendemos afrontar estos desafíos formidables desde nuestras regiones? ¿Dónde están los líderes y los planes de largo plazo para acometer estos desafíos? Estas son las preguntas que debemos responder con mucho compromiso en las próximas elecciones, porque lo público es también responsabilidad de cada ciudadano, recordemos que es el lugar donde todos somos iguales.