Como suele suceder cuando los fenómenos climatológicos se presentan extremos, ahora Colombia pasa de las alertas por la sequía y la reducción de los niveles de los embalses hídricos a llamar la atención sobre posibles deslizamientos de tierra, debido a la temporada de lluvias que comienza. No es por generar alarmismos; las advertencias pretenden que se activen con antelación los organismos de prevención del riesgo, para evitar posibles desastres que cobren vidas.

El fenómeno de El Niño no ha terminado oficialmente, las represas siguen sin mostrar una recuperación que espante la posibilidad de racionamiento de energía o de agua, como ya lo vive Bogotá y las lluvias apenas comienzan a aparecer con menos o más fuerza en algunas regiones del territorio nacional. Sin embargo, los mapas de alerta sobre probables avalanchas o derrumbes ya están disponibles.

Según el Ministerio del Medio Ambiente hay 691 municipios que muestran riesgo alto, medio o bajo, de ellos 95 con alertas rojas y 276 en naranja. Son 25 departamentos sobre los que se han encendido las alarmas: Chocó, con 20 pronósticos de deslizamiento, y Antioquia, con 17, son los más expuestos, mientras Cauca llega a 9, el Valle a 5 y Nariño a 4. Se prevé que solo en el Pacífico puedan suceder 129 aludes de tierra este año.

Con el mapa de riesgo actualizado y definidas las zonas más expuestas a los peligros de la naturaleza, ahora hay que prepararse para que no se repitan los desastres que ocurren cada cierto tiempo en Colombia. Situaciones como la de la Carretera Panamericana a la altura de Rosas, Cauca, destruida en 2023 por los derrumbes y que tuvo repercusiones nefastas para la economía nacional, o las tragedias en las vías del Chocó que dejan al año decenas de muertes, 50 en enero pasado, no deberían ocurrir más.

La curva de aprendizaje sobre las consecuencias que conlleva un fenómeno de La Niña, que aún no llega pero se prevé fuerte hasta finales de 2024 o comienzos de 2025, debería servir para que el país esté listo. De poco sirve el mapa de riesgo si cada municipio, cada departamento, con el apoyo decidido de la Nación, no hacen lo que les corresponde para evitar esos sucesos.

Hay acciones urgentes, como tener activados los mecanismos de alerta temprana, que deberían estar acometidas cada año para la temporada de lluvias, mientras otras debieron iniciarse hace décadas, como la de evitar asentamientos humanos en zonas de alto riesgo o reubicar a quienes viven en ellos. Sin desconocer que el país ha realizado avances importantes, los hechos recientes demuestran que falta mucho para alcanzar los niveles de prevención y de atención necesarios.

Por ello, hay que llamar de nuevo la atención sobre las autoridades locales, regionales y nacionales, para que las advertencias se atiendan como corresponde, se destinen los recursos necesarios y se anticipen a la ocurrencia de desastres provocados por la naturaleza. Llamado que se extiende a las comunidades, las primeras en alertar y en acoger las recomendaciones oficiales. Salvar vidas, debe ser la consigna.