Por quinta vez se realizó el foro que organiza la distinguida académica Annette Idler para analizar problemas de seguridad en Colombia y países vecinos. Esta tarea, adelantada desde 2016, está enriquecida por frecuentes diálogos con la sociedad civil realizados en Colombia y Oxford, presencial o virtualmente. La profesora Idler goza de prestigio internacional creciente y su programa, iniciado en Colombia, tiene ahora características globales. Ella es profesora en Pembroke College de la Universidad de Oxford, también en Harvard University y cuenta con apoyo de varios gobiernos, entre otros el de Canadá, para financiar sus investigaciones, seminarios internacionales y publicaciones.
Es trabajo interdisciplinario enriquecido con investigación muy rigurosa durante diez años de cuidadosa mirada sobre conflicto y crimen desde los márgenes de Colombia, Ecuador y Venezuela. En un voluminoso libro fue publicado por la Universidad de Oxford/ 2019 y, recientemente, por Penguin con el título ‘Fronteras rojas’.
Excepcionalmente una política pública cuenta con tan significativo trabajo, producto no solamente de especulación académica sino de contribución de los actores más relevantes. Ojalá gobierno y agencias internacionales tomaran en cuenta sus reflexiones y recomendaciones que se refieren a la dimensión social, económica y política.
Como dice muy bien el informe preparado para la reunión del 29 de este noviembre en la Embajada de Canadá, “nuestro trabajo en la transformación de las Fuerzas Militares, grupos violentos no estatales, instituciones locales y construcción de confianza, ha producido informes de política y publicaciones académicas contribuyendo al fomento de capacidades de oficiales”, (…) “la traducción de investigación basada en evidencia, guía políticas y diálogos que proveen a comunidades, hacedores de políticas, y oficiales con herramientas analíticas y prácticas para dar respuesta al conflicto y aliviar el sufrimiento humano”.
Desordenadamente recojo afirmaciones sobre sentimientos de ciudadanos, hombres y mujeres, líderes en esas regiones. Cuando se habla de los 135 líderes sociales asesinados ellos prefieren decir que se trata no tanto del asesinato de unos individuos sino de procesos sociales que ellos promueven. Impresiona la importancia que dan al diálogo como sustituto de la violencia, pero igualmente, el escepticismo creciente por el incumplimiento de lo que se acuerda o promete, cuya principal consecuencia es la pérdida de confianza, elemento central de seguridad.
También, es evidente la conciencia sobre cómo las organizaciones criminales han capturado instituciones, territorios y actividades. Es la articulación entre legalidad e ilegalidad en la apropiación y distribución de los recursos, toda una dinámica de desinstitucionalización. Algunos ven que el paramilitarismo está listo para reventar en su región. Y en la acción gubernamental ven mucha mecánica (reuniones, papeles, etc.) y muy poca o ninguna dinámica.
Otros indican que el espacio dejado por el retiro de las antiguas Farc y un gobierno que no llegó ha dado lugar a proliferación de microestados, preferiría decir de mini microestados. ¡Qué formidable desafío a la seguridad! Se dice que hay muchas lecciones aprendidas no tomadas en consideración por el Gobierno. Y valiosos recursos humanos, no utilizados, por ejemplo, para realizar la reforma agraria. Algunos se asombran, no es para menos, porque las anomalías resultantes de la ausencia del Estado se presentan también en regiones que cuentan con su presencia, como en Urabá. Se anota que Brasil, Sudáfrica y Colombia tienen el índice Gini de mayor desigualdad en el mundo. Pero, en materia de propiedad de la tierra, el país más desigual mundialmente se llama Colombia.