Que un excomandante de las Fuerzas Militares mexicanas se vio favorecido por una decisión de naturaleza política, no obstante evidencias que lo habían señalado como responsable de delitos relacionados con el problema global de las drogas ilícitas; que un intento para lavar US$500 millones por parte de un grupo armado ilegal fue oportunamente detectado y, en consecuencia frustrado; que la negligencia o el favoritismo o los enredos procedimentales propios de nuestro sistema jurídico facilitaron la fuga de ‘Santrich’ y su traición, junto con ‘Iván Márquez’, el jefe de la negociación del acuerdo final de paz, en nombre de las Farc-EP, al contenido y al espíritu de ese acuerdo. Y así de otros casos.
Ello me trae a la memoria una importante propuesta de César Gaviria, cuando se posesionó como presidente y en uno (seguramente de varios) de sus discursos ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (21 de Septiembre de 1992).
¿Cuál fue la propuesta? La de crear una Jurisdicción Penal Internacional para los casos de narcotráfico, lavado de dinero y exportación ilegal de precursores químicos. Era una respuesta obvia a unos crímenes que tienen naturaleza global, cometidos por organizaciones que ostentaban un enorme poder, tan grande que desbordaba las jurisdicciones nacionales, como ya era evidente en Colombia. ¡Entonces y ahora!
La jurisdicción, contra todas las experiencias anteriores fue creada pero no se le asignó esa tarea. Como si las drogas ilícitas no alimentaran muchas de las guerras y actos de terrorismo. Narcoterrorismo fue el concepto que inventó Estados Unidos luego del monstruoso acto criminal del 11 de Septiembre de 2001. Concepto que le dio plena eficacia al Plan Colombia y, en particular, a la administración Uribe (2002-2010).
¿Habría sido eficaz la jurisdicción propuesta por el presidente Gaviria (1990-94)? Bien probable. Hoy son muy graves las cosas que se dicen y se escriben y hasta se divulgan en Netflix y otros servicios sobre la contaminación del sistema financiero internacional y sobre las actividades del crimen organizado internacional.
Es evidente que hay un bien notorio subdesarrollo de las instituciones jurídicas. El caso de Alex Saab, en Cabo Verde, es un ejemplo adicional. O el caso venezolano.
En la posguerra fría las instituciones multilaterales ‘descubrieron’ la relevancia del Derecho para un mundo que se globalizaba a las carreras.
Las nociones del ‘imperio de la ley’, de la gobernabilidad democrática, de la transparencia (la lucha contra la corrupción), de las privatizaciones, del poder regulatorio, de la accountability (sin traducción al español),
etc., tomaron un gran auge. Y, por el camino, se fueron debilitando hasta tal punto que hoy se dice que estas iniciativas, que constituyeron ‘El consenso de Washington’, ya están dando lugar a un nuevo modelo.
Tantas veces se ha dicho: la pandemia no está creando una nueva historia sino acelerando la historia. Entonces, veremos cuáles de estos elementos sobreviven, cuáles desaparecen y cuáles se consolidan a raíz de las experiencias que hemos vivido durante este año.
Hoy, como lo fue en lo que podríamos denominar la década de los sesentas, es urgente diseñar estrategias de desarrollo político y de desarrollo legal que complementen las de desarrollo económico y social pues éstas no son suficientes para garantizar el orden político. Y si no creen, miren a Chile. ¡Es que no sólo de pan viven los seres humanos!