Sí. Y también indignante, inaceptable, intolerable. Es que la lectura de los periódicos lo deja a uno con un sentimiento de impotencia.
La Justicia. Desde que tengo conciencia de lo que ocurre en la vida institucional, he observado por más de medio siglo: lentitud, decisiones incomprensibles, congestión de casos y terribles eventos de corrupción que en tiempos recientes han llegado hasta la propia Corte Suprema de Justicia. ¿Cómo puede funcionar adecuadamente una democracia si la administración de Justicia, que es su columna vertebral, no goza de la confianza y del respeto de la ciudadanía?
Un gran pensador de la Iglesia Católica escribió hace muchos años: “Sin justicia, ¿qué son los reinos sino grandes latrocinios?”. ¿Hasta cuándo? ¿Cómo es posible que no hayamos sido capaces de superar vicios de todos conocidos? Ha habido estudios e informes y asignaciones presupuestales pero no se ve un cambio significativo.
Cárceles. Otra dimensión deplorable de la administración de Justicia. Un ejemplo de incapacidad de administrar una entidad: los presos hacen lo que se les da la gana. Al parecer, son los ciudadanos que gozan de mayor libertad. Desde las cárceles extorsionan y se cometen delitos. De vez en cuando se hacen requisas sorpresivas. Así se comprueba que son instituciones que en vez de resocializar propician lo contrario.
MinTic. Lo ocurrido le ha dado toda la razón, como si hiciera falta, al excontralor y exprocurador Edgardo Maya quien, meses anteriores a su salida, denunció que empresas político-criminales se habían apoderado de buena parte de la contratación pública. Se trataba de acuerdos entre políticos y contratistas con la colaboración de funcionarios de diferente nivel y abogados, para obtener contrataciones por sumas multimillonarias sin contar con las calidades que el sistema legal exige.
El dato nuevo es que estas empresas político-criminales sobreviven más allá de los escándalos y de las muy benévolas decisiones de los jueces, y que logran salvaguardar los dineros mal obtenidos y hacer con ellos inversiones aquí y en el exterior. ¡Asombroso! Como que aprenden las lecciones, ellos sí, de sus criminales andanzas y pueden repetirlas con provecho y en cantidades cada vez más significativas. La opinión pública, con una mezcla de incredulidad e indignación, observa cómo es que esto sucede. Mientras tanto necesidades mínimas en algunos hospitales no encuentran soluciones y, de nuevo, personal sanitario se queja de que hace meses no les pagan sus salarios. Pero unos pícaros se llevan 70 mil millones.
A esos sí les pagan oportunamente. ¡Increíble! Por fortuna, la Constitución del 91 inventó la Corte Constitucional y la tutela, que han rescatado una buena parte de credibilidad del sistema de Justicia; y la Fiscalía General de la República está obrando con prontitud, particularmente, en este caso de las TIC.
Así podríamos seguir con otros temas, por ejemplo, qué le pasa a la comunidad internacional frente a las migraciones que han convertido a Colombia en un sitio preferido, sin que los recursos existentes sean suficientes para atender semejante debacle humanitaria. Como si fueran invisibles. Y siguen las historias sobre los acueductos que se inauguran pero no funcionan o no se han terminado.
Y las criticas permanentes, pero sin consecuencias, a los congresistas que no reflejan las expectativas de la ciudadanía e insisten en representarse a sí mismos.