Para poner los pelos de punta dirían en los viejos tiempos. Así son las historias que revela sobre Alex Saab en su más recientemente libro, el periodista Gerardo Reyes. Saab es posiblemente el colombiano más poderoso conocido hasta ahora. No tiene parangón en nuestra historia. Sus nexos internacionales incluían Turquía, Irán, Cuba, Venezuela y Rusia. Los nacionales igual al ‘Ñeñe’ Hernández que a Piedad Córdoba y el señor Gutiérrez Robayo, cuñado de Gustavo Petro, sin pasar por alto a Abelardo de la Espriella.
En la historia diplomática latinoamericana tampoco se encuentra a alguien que haya puesto en conflicto al más poderoso imperio sobre la tierra, Estados Unidos, con un pequeño y amable país africano, Cabo Verde, que cumplía un requerimiento de Interpol. Saab fue capturado cuando su avión privado tuvo que aterrizar para reabastecerse en un periplo que salió de Moscú, paró en Teherán e iba a Caracas. Tres nervios de las operaciones internacionales de Nicolás Maduro; en plena pandemia no parecen viajes para conocer la Galería Tretiakov ni el Palacio Golestán.
Alrededor del barranquillero se han movido todo tipo de recursos. Los diplomáticos del gobierno venezolano para darle al comerciante el estatuto de enviado especial para África, o los americanos para ejercer toda la presión posible sobre Cabo Verde. Los físicos, como los aviones de la DEA y los venezolanos listos para sacar a Saab al destino que las cortes le señalen y ponerlo bajo resguardo, unos para sacarle sus secretos y otros para que se los calle. Los legales, entre los que los abogados Rick Díaz y De La Espriella son jugadores menores, teniendo en cuenta la presencia de Baltasar Garzón en el equipo de la defensa, hasta ahora conocido por perseguir dictadores.
Los alcances de Saab ya se conocían en Colombia, cuando logró evadir una orden de captura gracias a una filtración de información por la que dice Gerardo Reyes sólo ha pagado el patrullero que recibió una dádiva, la fibra más delgada de la cuerda. Hace poco dio en Colombia otra muestra de su habilidad y poder, cuando un juez de garantías avaló una petición de sus abogados locales para que los bancos le entregaran información que literalmente desnudaba el anonimato que protege el sistema de control de lavado del sistema financiero; la autorización judicial pedida por la defensa fue insólitamente avalada por la Fiscalía, la Procuraduría y el abogado de la víctima, un banco público.
No vamos a decir que causa curiosidad porque no la causa, es una actitud humana sacar el cuerpo. Los rusos dicen que Saab solo era un turista, pero le albergan a la esposa y parte de su familia. Sus abogados penalistas dicen que él les dijo que era un empresario con negocios y fuentes de riqueza lícitas y le creyeron. La que tiene el escenario estrecho es Piedad Córdoba, que se encontró con Saab en Cuba, se hospedó en su apartamento en París donde le organizaron un coctel y la esposa le prestó su tarjeta de crédito para hacer unas compras y termina aceptando que cobró comisiones para lograr que Saab intercediera ante el gobierno venezolano para resolver unas diferencias de dineros con unos colombianos.
No creo que semejante tinglado de política exterior haya sido solo plata. La participación de Saab no parece destinada solo a darle aire a un régimen con los alveolos financieros colapsados. Lo que los datos recogidos por Gerardo Reyes sugieren es una participación mucho más compleja, de alcances políticos profundos. Pregunto: Desde su búnker de una manzana en Barranquilla, ¿Alex Saab cumplió algún papel en la campaña de 2018?