Desde principios de mes el Bajo Cauca antioqueño, del que poco escuchamos por acá, está paralizado por orden de los mineros ilegales que toman revancha contra las autoridades por destruir sus dragas. Aparatos hechizos, costosos y a todas luces criminales pues no tienen permisos y atentan severamente contra el medio ambiente.
La destrucción que causa la minería ilegal no es una novedad. Lo asombroso es que hoy, figuras con peso político que tanto se han llamado enemigos de la minería por su defensa del medioambiente, escojan el silencio cómplice cuando los que afectan no son los típicos cocos de empresas, multinacionales extranjeras o cualquiera que se les parezca.
No se han inmutado frente a los eventos violentos impulsados por criminales organizados que tienen a toda una región paralizada. Ni una sola palabra de lo que pasa en Caucasia y sus alrededores. La zona está a punto de enfrentarse a un desabastecimiento con las carreteras bloqueadas, el comercio está cerrado a la brava y el gobierno está congelado en la inacción. Pero, ni mú.
El silencio de la Ministra de Minas y la Vicepresidenta aturde. Siempre tan listas para pelear, para sacar las garras por sus causas y sus planes de cambio, pero ahora tan silenciosas con un tema que les atañe directamente. Interesante cómo escogen sus peleas.
Pero más que la Ministra, me aterra la inacción y bajo perfil de la Vicepresidenta. Ella hizo carrera como lideresa a punta de oponerse a la minería en su comunidad del Cauca. Algunas veces decía que era contra la gran minería, en otras decía que también contra los ilegales, otras defendía a los que extraían para subsistir. Nunca supe a quién defendía y a quién se oponía entre los grises que manejaba en su discurso.
El retrovisor en todo caso es inútil. Ahora como Vicepresidenta no debería haber espacio para ambigüedad. Detrás de todo esto no están unos cuantos pobrecitos que solo quieren sacar oro para poder comer. Detrás de esto están los bolsillos de las disidencias, del Eln y, más que todo en esta región, del Clan del Golfo.
Criminales, además, que se lucran a mano llena a punta de destruir el medio ambiente. Francia, que ganó el Premio Goldman o ‘Nobel verde’, lo debería saber como muy pocos. Y no solo eso. Debería ser la más indignada, la que lidere ponerle freno a la destrucción codiciosa de nuestros ríos. Es imposible dimensionar el impacto del mercurio que arrojan las dragas a afluentes del país y el costo para la fauna, la flora y las personas que habitan en las cuencas.
Lo que queda claro con estas peleas tan selectivas de doble rasero es que las causas que defienden políticos enceguecidos, como ellas, carecen de coherencia y sustancia. Las controla la ideología a tal punto que les obstruye la razón para liderar el país con la altura que nos merecemos.