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CALI

Carta reveladora

Pero para el alcalde en estos años, como sigue quedando claro, la vida de los caleños ha importado tres pelos.

22 de febrero de 2023 Por: Gustavo A. Orozco Lince

A medida que avanza el año, los caleños podemos ir acumulando esperanza de que el relevo en el CAM es inminente. Ojalá que resulte en una nueva tanda de dirigentes a la altura de una ciudad que necesita una dirección efectiva y contundente. No podemos seguir con personajes del talante de Ospina. Porque una cosa es no saber, equivocarse u omitir, pero otra muy distinta es ser negligente, negacionista e incompetente.

Que el alcalde se haya negado a firmar una carta al Gobierno Nacional pidiendo hacer cumplir el cese al fuego por parte de las organizaciones ilegales que se comprometieron a ello, es de una irresponsabilidad y desinterés difícilmente comparable.

Aunque muchas veces los alcaldes recurren a la necesidad de ayuda desde Bogotá como salida fácil de sus errores e inacción, es una realidad que esta región sí necesita de refuerzos en frentes que no son de la competencia de las autoridades locales.

Pedirle al gobierno que se respeten unas condiciones que deberían proteger a nuestra gente y darles un respiro temporal no debería prestarse para diferencias políticas. La obligación más básica de un dirigente es la vida de su gente. Punto.

Pero para el alcalde en estos años, como sigue quedando claro, la vida de los caleños ha importado tres pelos. A pesar de que dice defender a la juventud, no le ha interesado que más de la mitad de los muertos en su ciudad no lleguen ni a 30 años. A pesar de que dice estar del lado de los pobres, no le ha interesado que el crimen violento pulule en los territorios más necesitados. A pesar de que dice que lleva la bandera del desarrollo y la igualdad, no le ha interesado que la delincuencia frene la inversión, el trabajo y nuevas oportunidades para la ciudad.

Que no firme una carta será muy superficial y muy insignificante al lado de los retos que se acumulan. Pero para mí es explicativo precisamente de esa acumulación. El desinterés y la negligencia han retrasado respuestas efectivas contra los problemas serios de esta ciudad.

Esta ciudad necesita alguien que una, que reduzca las distancias entre orillas en una sociedad dividida, segregada y desigual. Pero la virtud de unir y de liderar no pueden ir en sacrificio de resolver y de hacer. Un alcalde que una no es, ni puede ser, sinónimo de discursos vacíos sin carne ni estrategias.

El timonazo que necesita Cali es fuerte. Hay que asumir el mando y tomar decisiones contundentes que unan, pero que den resultado. Ese llamado a la unidad en política del trópico queda muy frecuentemente atrapado en la tibieza y la superficialidad. Eso no es lo que necesita Cali.

No necesitamos palabras lindas y buenas intenciones. Los caleños queremos una ciudad que se transforme en realidad, que abra puertas y dé tranquilidad. Para eso, el que tenga la responsabilidad debe tener también la claridad de quién lidera para servir y la firmeza que sirva para resolver.

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