Latinoamérica vive momentos de cambio político acompañados de gran incertidumbre. No se trata de pasar de una oleada de gobiernos de un determinado signo político a otro. Ahora la característica es la cantidad de gobernantes, con opciones y propuestas muy diversas.
En este año que está por terminar se eligieron presidentes en Argentina, Ecuador, Paraguay y Guatemala. Dentro de una mirada simplista podríamos decir que los tres primeros son de derecha y el último de centro-izquierda, pero el tema es más complejo, como veremos. El 2024 se elegirán presidentes en México, Salvador y Venezuela.
América Latina, a diferencia de lo que podríamos denominar la primera oleada de gobiernos progresistas en el Siglo XXI donde tuvo a un Presidente Lula con un gran liderazgo y unos presidentes en la región con igual determinación, hoy día el nuevo mandato del Presidente brasilero lo muestra como un presidente más cauto y seguramente valorando más la importancia política de su situación interna, pero además con una Suramérica de más bajo perfil, con un gobierno argentino en crisis profunda, -la crisis del peronismo después del ciclo de los Kirchner-, un Uruguay donde después de tres gobiernos del Frente Amplio retornó a la Presidencia un gobernante del partido Nacional o Blanco, el partido político más tradicional del país; igualmente en Ecuador con la presidencia de Guillermo Lasso, político de derecha y banquero, que luego ante la crisis política convoca a elecciones anticipadas de Congreso y Presidencia; Daniel Noboa, candidato de centro-derecha fue el triunfador para terminar período.
Perú, igualmente en medio de una crisis política que llevó a la salida del Presidente Pedro Castillo y su reemplazo por la vicepresidenta Dina Boluarte, en medio de una gran ingobernabilidad. En Chile y Colombia con gobiernos de centro-izquierda, pero en ambos casos con mayorías políticas precarias.
En Argentina triunfa un dirigente político atípico, Javier Milei, como respuesta a la crisis económica del período kirchnerista, con propuestas radicales de desmonte del Estado y de un liberalismos económico extremo; en Chile y como respuesta al llamado ‘estallido social’ se empieza a plantear la posibilidad de cambiar la Constitución que viene de la época de Pinochet, pero las propuestas se han movido entre extremismos y lo real es que después de dos plebiscitos, hoy día están en el punto de partida y con un gran desgaste para el gobierno del presidente Boric; algunos consideran que ese puede ser un ‘espejo’ para algunas de las reformas del presidente Petro, si no se logran concertar.
En Salvador, seguramente se re-elegirá al presidente Bukele, más allá de si gusta o no su estilo y se cuestione la reforma constitucional que lo habilita, parece tener apoyo mayoritario. En México igualmente es incierto el resultado, si bien sería esperable la elección de la candidata del movimiento de AMLO, no se puede descartar un triunfo de la candidata de las fuerzas opositoras. En Guatemala, esperaríamos que se logre posesionar el presidente electo Bernardo Arevalo, pero no hay certeza. Venezuela es una incógnita.
En síntesis, para nada es claro ni el panorama de los cambios políticos en las democracias latinoamericanas ni el sentido de los mismos.