Pocos serán los que en estos días no hayan escuchado hablar sobre las recientes elecciones en Venezuela. Pocos son también los que sostienen que en ellas no pasó nada y que el señor Maduro se las ganó en franca lid. Desde que su antecesor llegó al poder, hasta hoy, mucho se ha discutido sobre si en Venezuela existe democracia o no, o si, por el contrario, lo que se ha consolidado es un régimen.
Esto me lleva a recordar la trama de la más reciente novela que terminé de leer. Me la recomendó mi buen amigo Luis Guillermo Restrepo, quien por tantos años laboró en este diario, informándonos y -más importante aún- guiándonos con su acertado criterio y frentera denuncia. En un almuerzo que compartíamos con otro buen amigo, Fernando Sánchez, Luis Guillermo nos la describió como una obra fuera de serie, fascinante, y nos manifestó que era imperativo leerla. Para mi sorpresa, Fernando pronto se me apareció con una edición de la novela.
Así llegó a mis manos ‘El hombre que amaba los perros’, de Leonardo Padura. Luis Guillermo tenía toda la razón, esta novela del escritor cubano, ampliamente conocido por la serie de novelas policíacas sobre Mario Conde, es una obra increíble.
Son tres historias en una, aunque algunos podrían decir que son muchas más. La trama central es la historia de cómo asesinaron a Liev Davídovich; para los que el nombre no les dice nada, espero que León Trotski sí lo haga, pues así es como quedó grabado en la historia.
Las tres vidas que se van narrando en paralelo son la de Iván, un prospecto de escritor cubano, al cual se le muere su esposa en el 2004 y, debido a ello, decide escribir y publicar la historia que le contaron sobre este suceso. Él relata de manera magistral cómo esta historia le llegó y cómo conoció a la persona que se la narró. En el entretanto, nos cuenta apartes de su vida y como el régimen cubano los moldeó, les condicionó su pensamiento. Nos presenta la dura realidad económica que les tocó enfrentar, cómo se coaccionaba a quienes pensaban diferente, cómo se aislaba a los que no se alineaban, cómo controlaban todo.
La novela va alternando esta historia con la de Ramón Mercader, un muy acomodado catalán, quien pierde todo por la relación disfuncional de sus padres y por la guerra civil española. Su madre, activista y opositora a Franco, decide formar parte del brazo armado, y se lleva o, mejor, recluta a sus hijos en ese propósito. El odio, la rabia y el rencor de su madre siempre lo rodean. Los rusos, enemigos de Franco, apoyan a los republicanos y en ese apoyo es incorporado Ramón. Padura, de una manera cruda, pero amena, nos cuenta cómo entrenan a Ramón, cómo lo adoctrinan y a todos los nuevos simpatizantes del comunismo. Con gran destreza, el novelista cubano nos lleva a sentir el proceso de cómo los nuevos militantes se van transformando en radicales.
La tercera historia es la de Trotski, que yo diría que, a su vez, es la historia de la Revolución bolchevique, y Padura, de manera maravillosa, también la vuelve la de Stalin. Sin buscar convertirlo en héroe, muestra los hechos atroces que cometió el protagonista, pero también sus convicciones, la defensa de sus ideas, su incansable lucha, su dolor al ser exiliado y tratado como un paria. Magistralmente, muestra cómo la ambición de Stalin y sus recelos del poder lo llevaron a acabar con todos los que construyeron la Revolución de Octubre con Lenin y cómo arrasó a quienes le ayudaron a este a llegar al poder y a mantenerse en él.
Ahí les dejo, léanselo, vale la pena. Se divierte y se aprende.