La cooperativa se llama Coagropacífico, y acaba de ser elegida finalista del premio Emprender Paz. Está ubicada en Tumaco y tiene una historia de 35 años. Todo comenzó en 1989 cuando, gracias a un convenio entre la CVC y el gobierno de Holanda, los productores de coco y cacao ubicados sobre la ensenada de Tumaco se unieron en una ‘juntanza’ que tenía como propósito que los respetaran. Vendiendo sus productos de manera individual, aislados, les pagaban muy mal por los mismos. Agremiados, el asunto sería distinto, lo que efectivamente sucedió.
Sin embargo, surgió un problema: era tal la cantidad de producción de coco en la agremiación, que la estopa, el residuo de esta fruta tropical, se convirtió en un contaminante para los ríos. Durante la marea alta, ‘la puja’, ese residuo represaba afluentes pequeños y hacía otros estragos.
Fue cuando decidieron transformar ese desecho en abono para los cultivos, sustratos, incluso en una especie de arena para los orines de gatos y perros. Sin demasiados conocimientos técnicos, arrancó el proyecto, que ahora, después de diferentes apoyos, se convirtió en una planta que le da empleo a 17 personas de la región y beneficia a más de 1000 productores de coco.
“Estamos descontaminando el territorio, lo que era un desecho hoy se convierte en recurso para los productores y para la sociedad colombiana, en un contexto difícil: a veces, a pesar de que estamos en nuestro territorio, debemos pedir permiso para entrar. Pero desde Coagropacífico quisiéramos enviarle un mensaje al gobierno y al resto de Colombia: en Tumaco no todo es malo, no todo es violencia o asuntos ilícitos. Tumaco está haciendo un ejercicio por la paz, la mayoría de su gente está sembrando la paz”, dice Víctor Quiñones, el representante legal de la Cooperativa.
Su estrategia ambiental fue la que se presentó al premio Emprender Paz y, de ganar, explica Víctor, los recursos servirán para que Coagropacífico siga creciendo y sea una opción de vida y trabajo para los jóvenes en Nariño.
El galardón, que llega a su edición 17, es liderado por la Fundación Grupo Social, en alianza con la Embajada de Suecia, la Fundación Konrad Adenauer y la Fundación Ayuda en Acción, y busca identificar, reconocer y visibilizar experiencias empresariales sostenibles que generan progreso, desarrollo y oportunidades para poblaciones y territorios afectados por la exclusión y la violencia. El impacto, la innovación, la sostenibilidad y el involucramiento de la empresa son algunos de los criterios de evaluación considerados en este reconocimiento, que ya dio a conocer otros 11 finalistas.
En el Pacífico, además de Coagropacífico, está la Fundación Redefrío, una organización que desde 2006 promueve el fortalecimiento de las actividades productivas de pescadores artesanales en Bahía Solano, así como la implementación de prácticas sostenibles de pesca y la comercialización directa de sus productos. Se centra en un modelo asociativo que busca mejorar los ingresos y la calidad de vida de sus asociados a través de prácticas sostenibles.
También quedó como finalista Marimbea, un emprendimiento que ofrece una experiencia de turismo cultural y comunitario en Nariño y Cauca centrada en las prácticas tradicionales del Pacífico y los sabedores locales.
Otra iniciativa empresarial destacada en el Pacífico fue Ekofil, que desarrolló una solución económica para resolver un problema crítico de salud pública: el acceso a agua potable. Gracias a una tecnología que no requiere de energía eléctrica ni aditivos, más de 500.000 personas de comunidades vulnerables cuentan con agua potable en sus hogares. El filtro Ekofil es una solución basada en arcilla microporosa, plata coloidal y carbón activado que provee hasta 3 litros de agua potable por hora, lo que confirma que en este lado de Colombia, afectado por el recrudecimiento del conflicto armado que a diario es noticia, son muchos más los que siguen insistiendo en la paz.