Por monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, obispo de Buenaventura
“Entendida como la apuesta para que en el centro de todas las decisiones esté la vida digna, de tal manera que los humanos y los ecosistemas sean respetados y protegidos. Busca transformar los territorios, superar el déficit de derechos económicos, sociales, culturales, ambientales y acabar con las violencias armadas, tanto aquellas de origen sociopolítico como las que están marcadas por el lucro, la acumulación y el aseguramiento de riqueza”.
Objetivos específicos de la paz total:
1. Promover una cultura de paz urbana a través del diálogo territorial, herramientas para la meditación y resolución de conflictos que fortalezcan los liderazgos existentes y nuevos, y promueva nuevos modelos de seguridad humana y no violencia, empezando por la reparación colectiva de las víctimas y el territorio.
2. Gestionar la implementación focalizada de la oferta institucional orientada a la construcción de proyectos de vida y modelos de la inclusión social de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes (Nnaj) con enfoque de derechos y género, así como acciones para la prevención de la vinculación a dinámicas ilegales en el territorio.
3. Desarrollar una estrategia para el desescalamiento de las violencias en el territorio urbano, que comprenden: reducción de los índices de homicidios, eliminación de la extorsión, eliminación de la vinculación, uso y utilización de Nnaj, contribución de la búsqueda de los desaparecidos, descartelización de la canasta básica, eliminación del confinamiento o fronteras invisible, eliminación de las violencias basadas en género y eliminación de la desaparición forzada, que complete mecanismos de prevención y participación comunitaria.
4. Construir una ruta hacia el acogimiento a la justicia, el desmantelamiento y el tránsito a economías legales de las Estructuras Armadas Organizadas del Crimen de Alto Impacto de Buenaventura.