En el Congreso de la República hay una cascada de propuestas legislativas con respecto a las mascotas. Un proyecto de ley hace referencia al viaje de perros y gatos en avión, para que casi todos vayan con el pasajero y no en bodega. Ya veo el alza de tiquetes por el costo de la limpieza interna del avión por las orinadas de tan importantes clientes.
Imagino un gato mirando por la ventanilla los gallinazos cuando va a aterrizar en Barranquilla y saltando de puesto en puesto a ver si lo alcanza. Protestarán aquellos que tienen otras mascotas, entre ellos, los de las anacondas, cuya cabeza irá en clase ejecutiva y la cola en fila 11. También reclamarán los dueños de los roedores hámster, por ejemplo, que tienen que proteger a su mascota, pues si les toca un pastuso al lado, seguramente no aguantará el vuelo completo. Otros tienen marranitos pequeños, tiernos en cuentos, ricos como lechones y hartísimos como compañeros de puesto. ¿Por qué solo los perros y los gatos? Ya verán la controversia que vendrá en camino.
Otro proyecto de ley tiene que ver con la convivencia en propiedad horizontal de las mascotas y la flexibilidad al respecto. No se podrá usar como excusa para no arrendar el que alguien tenga animales, a menos de que sea un percherón, por ejemplo. Los ladridos ahora requerirán más comprensión que los gemidos de una vecina ansiosa.
A mí el tema que más me ha impactado en esta avalancha populista alrededor de las mascotas, es el proyecto sobre licencias remuneradas de tres días cada que alguien pierde su compañerito de cuatro patas (o de ocho si es araña, y no hablemos si es un ciempiés). Conociendo la mentalidad colombiana, rica en disculpas para no ir a trabajar, anticipo los siguientes escenarios.
-”Soy Alipio Jaramillo de Anserma, Caldas. Dejo constancia de que tengo un marrano como mascota que fallecerá el 7 de diciembre, día de las velitas. Requiero los tres días hábiles siguientes porque estaremos toda la familia en una finca llorándolo con morcillas, chunchulo, asado, fritanga y demás”.
-”Le saluda el ‘Pibe’ Alfredo Estarita de Lorica. Anuncio que tengo como mascotas dos cucarachas. La primera fallecerá en carnavales de Barranquilla; la otra yo les aviso, pero las dejo registradas desde ahora porque ajá…”.
-”Me llamo Bárbara Dorronsoro, casada con ‘Felipillo’ Villaquirán. Injustamente por el volumen de mi cuerpo y el grosor de mi voz piensan que yo domino a mi diminuto marido. Le dicen a él la mascota de la casa. Si ‘Felipillo’ fallece, ¿yo puedo pedir en mi trabajo dos licencias: Una como cónyuge y otra como dueña de la mascota?”.
-”’Trueno de Chifladuras’ es un caballo que se crió en unas pesebreras de Medellín y era el consentido del establo; hoy está en el Club Campestre de Támesis y es la mascota de dicho centro recreacional y también de la familia propietaria. ¿A su muerte podemos pedir licencia los 17 que lo hemos considerado nuestra mascota a lo largo de su vida?”.
-”El último jueves de noviembre, recibiremos la visita de mi sobrino que llega de Estados Unidos. Él allá ha subido mucho, arregla techos y ha hecho platica. Viene a celebrar ‘Acción de gracias’: anuncio que ese día jueves 28, con tristeza, fallecerá nuestra mascota, el pavo ‘Tino Asprilla’, llamado así por el moco tan largo”.
Dejo constancia de que este es un proyecto de ley. Debe tramitarse en la Cámara de Representantes, después en el Senado y finalmente, sancionarse por el Presidente de la República. En el primer caso, deberá pasar entre lagartos, micos, osos, perros y algunas excepciones. En la casa de Nariño, un batracio deberá estar de acuerdo.