Una especie ‘super dotada’ de poderes únicos invade al mundo, y es capaz de engatusar al más sabelotodo. Sus representantes van por la vida contando sus hazañas y a punta de carretazos te hacen creer que los necesitas. Son hábiles persuadiendo, con un discurso lleno de frases prefabricadas. Se venden como el Mesías que tienen todo lo que estás buscando. Su mayor mérito siempre será enredar para triunfar.
Podría definírseles también como charlatanes, pero esa palabra los reduce a un universo desprestigiado, cuando lo suyo es pavonearse con un prestigio artificial y un discurso locuaz; un buen traje, una sonrisa postiza, una supuesta agenda llena de contactos, una lista de títulos ilegibles, y un buen amigo/a que les permita llegar lejos.
Consejeros espirituales que influyen en las conductas de las personas y en su forma de llegarle a la gente, con métodos cosméticos, argucias de encantadores de serpientes; estrategias sacadas del sombrero, envueltas en papel de regalo brillante, y mucha, pero mucha destreza para hacerse imprescindibles.
Vender humo tiene muchas acepciones en el mundo actual, pero siempre un punto en común: fanfarronear sobre todas las cosas y lograr que muy pocos se den cuenta de que eres solo eso, un vende humo. Confunde y reinarás puede ser una de sus frases de cabecera, con una oratoria embaucadora, que es quizás, su única habilidad.
En un mundo donde todo se requiere para ya, y donde las redes sociales gobiernan la existencia de tantas y tantos, encuentran un terreno fértil para ser lo que todos quieren tener. Son los gurús visionarios, que tienen la llave secreta para que alcances la riqueza, la aceptación, el éxito empresarial, la felicidad o el respeto de tus seguidores.
A los políticos en afanes les encanta esta figura, la endiosan, la convierten en sus ‘consiglieris’ para fortalecer la reputación embolatada y espantar a sus odiadores. A las empresas, tan experimentadas, les fascina su palabrería en la que aparece un término en inglés cada dos minutos. A las personas con mucha forma y poco fondo les impresiona su cuentazo y caen redonditas frente a su promesa de venta, sin darse cuenta de que están comprando puro humo.
Quizás la Academia es la menos fácil de engañar, pues en ella el conocimiento tiene mayor valor, pero las disminuciones de matrículas que hoy viven muchas son también el reflejo de que el camino fácil es más perseguido que el que exige tiempo y dedicación.
No vamos a desconocer que existen quienes ofician de coach, mentor, consejero, asesor y otros sinónimos que sí saben de lo que hablan y que este oficio es un arte que se requiere en muchos contextos, eso sí, basados en data, investigación y experiencia. Pero lo que no puede pasar, y pasa cada vez más, es que los vende humo suplanten o desplacen a quienes sí, con comprobadas acciones y trabajo duro han allanado el camino y ofrecen su saber de manera honrada, además de sus valores como impronta en todo lo que hacen.
Así que si usted anda por ahí enriqueciendo a un vende humo, a costa de su afán de salir del atolladero, es bueno que se cuestione sobre lo que le están dando, la evidencia real de sus afirmaciones, la posibilidad tangible de sus soluciones y la certeza de sus interlocuciones, muchas veces infladas de lo que otros han dicho, pero con muy poco de lo propio.
El éxito, el respeto o la felicidad no se construyen con discursitos ilusorios; quizás logren engañar a otros que andan más perdidos que el hijo de Lindbergh, y estos pueden ser montones, pero no a quien tiene el conocimiento de oficio. En una realidad en la que muchas veces la apariencia vale más que la sustancia es crucial distinguir a un verdadero experto de un simple vende humo. Y esa debería ser una habilidad suprema. ¿Ya logró identificar a los vende humo que lo rondan?
@pagope