La situación económica en Inglaterra no es nada buena. El 3 de noviembre pasado, el Banco Central del Reino Unido podría llegar a tener su recesión económica más larga en la historia, con el desempleo duplicándose para el año 2025. Posteriormente, el 18 de noviembre, Jeremy Hunt, ministro de Finanzas, afirmó que el país ya había entrado a una recesión económica.
Por su parte la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria declaró que el ingreso de las familias británicas disminuiría en un 7% en los próximos 18 meses, y que la economía británica se contraería en un 1,4% el próximo año. Esta misma Oficina afirmó que el Brexit ha tenido un impacto negativo en temas comerciales entre la Unión Europea (UE) y el Reino Unido. Según esta institución, el volumen de comercio y el número de relaciones comerciales entre firmas europeas y británicas ha disminuido, lo cual podría causar una pérdida de intensidad comercial de 15%, a largo plazo, comparado a si Gran Bretaña se hubiese quedado en la UE.
Aunado a esto, un reporte del Financial Times afirma que el Reino Unido sigue siendo la única economía del G7 que sigue siendo más pequeña comparada con su nivel pre-pandemia. Según datos de la Ocde, comparando el GDP del tercer trimestre del 2022 con el último trimestre del 2019, la economía estadounidense ha aumentado en un 4%, la Unión Europea un poco más de 2,5%, Canadá en un 2%, Italia más de 1,5%, Francia más de 1%, Japón y Alemania un poco menos del 1% y por último Inglaterra, con un decrecimiento de 0,4%. Por consiguiente, aquella fatídica decisión de 2016, solo complicará cualquier recuperación económica en esta etapa postpandemia.
Aún si los líderes políticos del Reino Unido quisieran explorar la posibilidad para volver a ser parte de la UE, panorama que no se asoma por lo pronto, estos no lo tendrían nada fácil. No solo porque el abrir este debate podría volver a dividir a los ciudadanos británicos, sino también porque la Unión Europea no tiene un incentivo para aceptar esta propuesta.
Las consecuencias negativas que está sufriendo el Reino Unido por el Brexit es quizás uno de los argumentos más fuertes para solidificar la idea de que es mejor ser parte de la UE que salirse. Además, aún si algunos miembros de la UE consideraran la idea de readmitir al Reino Unido, no habría ninguna garantía de que no vuelva a darse un Brexit 2.0. Por consiguiente, la postura ambivalente del Reino Unido frente a la UE, es un elemento adicional que hace que un escenario de re-ingreso sea casi imposible.
En una seria de televisión británica llamada ‘Yes, Minister’, el ministro de Asuntos Internos Jim Hacker está teniendo una conversación con Humphrey Appelby, secretario permanente del Departamento de Asuntos Internos, sobre los objetivos del Reino Unido en la Unión Europea. Jim, un político ingenuo, le pregunta a Humphrey, un burocrático cínico de carrera, si la oficina de Asuntos Exteriores es pro-Europea, a lo cual Humprey responde “La oficina de Asuntos Exteriores es pro-Europea porque realmente es Anti-Europea”, Hacker por su parte responde, sorprendido, “¿De que estas hablando?”, Humphrey sigue: “Ministro, el Reino Unido ha tenido el mismo objetivo de política exterior desde hace 500 años, crear una Europa dividida”.
Hoy en día el viejo continente se ve cada vez más unido, con un poder económico importante, y como un actor geopolítico cada vez más influyente. Por su parte el Reino Unido tiene un panorama económico complicado, y ha visto como el objetivo de política exterior expuesto por Humphrey ha fracasado rotundamente.
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