El 24 de enero, el presidente Petro afirmó sobre la guerra en Ucrania que “América Latina en lugar de estar jugando en qué bloque queda, lo que se debe exigir es la paz y que se creen los diálogos pertinentes para que la guerra se acabe. No estamos con ninguno, estamos con la paz; por eso ninguna arma rusa que está en nuestra tierra va a ser usada en ese conflicto”. La postura débil del presidente Petro frente a la guerra en Ucrania es preocupante.
En un artículo para Project Syndicate, el profesor de Filosofía Slavoj Zizek afirma que mantener una postura neutral frente a la guerra en Ucrania es insostenible. Zizek también criticó a Lula da Silva cuando afirmó que tanto Putin como Zelenski son igual de responsables de la guerra. El filósofo afirma que ser neutrales ante este conflicto es como si en una calle, uno viese a un hombre pegándole a un niño, y los transeúntes decidieran no hacer nada. Afirma que no se puede ser neutral ante la guerra en Ucrania, y que quienes lo son están cometiendo una depravación moral de inacción.
Lo sorprendente de la postura de Petro no es que sea débil ante Putin y sus aliados, eso se ha visto en repetidas ocasiones. El presidente compartió un video de Russia Today, canal conocido por la proliferación de información falsa, argumentando que los medios tradicionales no muestran la otra cara de la historia, aun cuando esta llena de manipulaciones propagandísticas del gobierno de Putin. Lo que es llamativo es que la guerra de Ucrania liderada por Vladimir Putin es, en sí, una guerra imperial, algo que a lo que Petro debería oponerse.
El 12 de julio del 2021, en la antesala del inicio de la guerra, Putin publicó un artículo en el cual argumentaba, según Niall Ferguson para Bloomberg, que Ucrania como Estado era una anomalía histórica insostenible, cuestionando abiertamente su soberanía. Este ensayo, o declaración de guerra de Putin, también afirmaba que Ucrania estaba ocupando tierras rusas y que la soberanía rusa dependía, últimamente, del beneplácito de Rusia. Este tipo de actitudes imperialistas son las que el presidente Petro es incapaz de rechazar. Está claro que para Putin la única solución de la guerra en Ucrania es la anulación de su soberanía, que este país deje de existir. Por su parte, Zelenski y los ucranianos luchan por su derecho a sobrevivir como Estado, por ser un país. El contraste no podría ser más claro.
Aquellos que afirman que uno de los actores culpables de la guerra en Ucrania es la Otan, dado que violaron una promesa de no expandir la alianza militar a incluir países que eran parte de la Unión Soviética, también se equivocan. Documentos desclasificados por el gobierno estadounidense revelan que, en repetidas ocasiones en 1997, el presidente Bill Clinton rechazó el “acuerdo de caballeros” propuesto por Boris Yeltsin en el cual la Otan se comprometía a no expandirse a incluir países que eran parte de la Unión Soviética. En una entrevista en 2014, Gorbachev afirmó que nunca se discutió con la Otan el tema de la expansión de la alianza militar, ni siquiera en 1991 cuando el Pacto de Varsovia dejó de existir. Pocas veces una guerra tiene unos bandos tan delineados. Putin busca adquirir territorio, dado que no reconoce el derecho de Ucrania a existir. Zelenski busca asegurar la soberanía y seguridad de los ciudadanos de su Estado, y extinguir la política imperial de Putin. Y Petro, una postura de neutralidad ante el imperialismo y, según Zizek, de “depravación moral de inacción”.