En días recientes el presidente Duque habló con el presidente ucraniano Volodímir Zelensky, conversación en la cual se acordó, entre otras cosas, el inicio de “proyectos económicos y defensivos conjuntos después de la guerra”.
Sin embargo, es importante reflexionar qué podría suponer el fin del conflicto entre Rusia y Ucrania. Según el más reciente artículo de Niall Ferguson para Bloomberg, el final de la guerra depende de varios factores. Entre estos, el daño colateral de la guerra de la continuación del conflicto. Ferguson resalta que una de las consecuencias de la guerra ha sido la estanflación, el aumento significativo de la inflación junto con un pobre, nulo o crecimiento negativo, de la economía. Este riesgo es más significativo en países que dependen de Rusia y Ucrania en la compra de recursos energéticos, granos, y/o fertilizantes, cuyos precios han aumentado de manera significativa a raíz del conflicto.
Es importante tener en cuenta que Colombia importa el 42% de los fertilizantes del agro de estos dos países, lo cual hace que exista un alza generalizada de los precios. Por consiguiente, de continuar la guerra, las consecuencias económicas y sociales de la estanflación, como protestas y un aumento significativo de los alimentos y la canasta familiar, no se harán esperar.
Otra de las preguntas que se plantea Ferguson es qué va a pasar después de la guerra. Este menciona un estudio elaborado por D. Scott Bennett y Allan C. Stam III, que señala que la duración promedio de las guerras entre 1816 y 1985 fue de 15 meses. Según los datos de la investigación, el 60% de las guerras analizadas duraron menos de seis meses, el 23% menos de dos meses, y el 19% duraron más de dos años. Aunque hay que actualizar este estudio con los conflictos recientes, todo parece indicar que en Ucrania, la guerra esta pronto a terminar.
No obstante, aunque existan indicios de un cese del conflicto bélico, la construcción de paz tomará más tiempo. Con el pasar de los días, la posición de la resistencia ucraniana, al igual que la del Kremlin, se endurecen y se tornan más distantes. Ferguson resalta una frase de Branislav Slantchev en 2004, donde afirma que “cuando las capacidades observables de los países son similares, los incentivos para demorar un acuerdo son mayores, y las guerras tienden a ser de mayor duración”. Por consiguiente, el cese de actividades bélicas no significa, de facto, un final de la guerra.
Finalmente, Ferguson también analiza la probabilidad de que Vladimir Putin sea removido de su cargo. Este menciona un estudio de Alex Weisiger de la Universidad de Pennsylvania, en la cual declara que “el cambio a un líder que no inició o participó en el conflicto, está ligado a concesiones y acuerdos para la terminación de conflictos”.
No obstante, este tipo de cambios de liderazgos son la excepción. Según un estudio de Sarah Croco, citado por Ferguson, de un total de 355 líderes de guerras interestatales, solo 96 fueron cambiados antes del fin del conflicto y solo 51 fueron reemplazados por líderes “no culpables”, aquellos no hicieron parte del gobierno de turno cuando la guerra empezó. Lo cual deriva en la conclusión de Ferguson que “la mayoría de las guerras son terminadas por los líderes que las inician”.
En conclusión, aunque se vislumbra un cese del conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, esto no implica en sí un fin de la guerra, sino más bien una pausa en la confrontación. Tampoco se asoman señales de la caída de Putin. Igualmente, de caer este líder, nada asegura que su sucesor piense diferente a su predecesor. Para Colombia, el aumento de la inflación, el asentamiento de la estanflación, al igual que las protestas por el alza en alimentos y la canasta familiar serán algunos de los retos del próximo mandatario.
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