Sí, se vino una nueva temporada de calor, un verano fuerte y con mucha sequía.

Obviamente, llega con los incendios forestales que arrasan todo a su paso, especialmente en los cerros tutelares de Cali, como es el de Cristo Rey, y hablo específicamente de ese porque vivo a su ladera y veo el fuego ‘de frente’.

El lunes 22 de enero, ya tuvimos uno que afortunadamente no se propagó tanto, pero sí alcanzó a hacer mucho daño a la flora y fauna allí existente.

Como la temporada parece que va para largo con calores sofocantes, hay que prepararse no solo cuidando el agua, sino previniendo el riesgo de conflagraciones.

Son muchas las entidades que deben intervenir en la prevención y las emergencias cuando de incendios forestales se trata. Bomberos, CVC, Secretaría de Riesgos, Dagma y las comunidades aledañas, ya que ellas son directamente afectadas.

La comunidad del Mameyal, diría yo, es la más preparada para eso, cuenta un plan de respuesta y de reacción inmediata acoplada con los bomberos, que trabajan arduamente para el control del fuego. Muchas gracias a los bomberos.

Existen en la comunidad personas formadas como bomberos forestales que atienden estas emergencias. Con recursos propios se adecuan las líneas de control y sus mantenimientos. El cortafuego o línea de control actual es de 4 kilómetros de largo por 20 de ancho,hecho por el Dagma y 1,6 kilómetros por 25 de ancho, hecho por la comunidad. La comunidad ayuda con el mantenimiento. Estamos adecuados con batefuegos y bombas de agua para mitigar el alcance del fuego.

Tengo que hacer énfasis en que falta más articulación entre las entidades y comunidad participantes y que haya un protocolo diseñado por todos, para que, en el momento de la amenaza, no se pierda tiempo ni se desgasten las personas.

El lunes, por ejemplo, no se sabía dónde estaban las llaves de paso para el agua que llega a los tanques diseñados para eso. A raíz de la construcción de la infraestructura, arriba en Cristo Rey, esas llaves quedaron debajo de unos de los corredores y prácticamente invisibles, que en la noche aún es más complicado.

Del año pasado tenemos que destacar la labor invaluable y la ayuda de los guardabosques del Dagma que estuvieron hasta diciembre, pero en esta ocasión no estaban.

Supongo que es algo que la nueva administración resolverá rápidamente, el fuego no espera, llega sin aviso.

Aquí no se trata de descalificar a nadie ni de pelotearse responsabilidades, se trata de hacer un llamado para que hagan un protocolo y un simulacro, esa es la verdadera manera de tener seguridad el día de la emergencia.

Todos por la protección no solo de las vidas humanas, sino de la flora y la fauna existente en estos cerros tutelares. Hay evidencia de armadillos que han muerto por no lograr escapar del fuego,entre otras especies como culebras, zarigüeyas, pájaros y muchas más.