La creencia en un diablo llegó de Babilonia al judaísmo y, por lo mismo, a la Biblia.

Babilonia fue una antigua ciudad de la Baja Mesopotamia, situada en lo que hoy es Irak.

Del judaísmo, ese ser fue adoptado por el catolicismo y el cristianismo, sin cuestionar su existencia.

Con el tiempo fue recibiendo nombres como satanás, belcebú, el demonio o el maligno.

Se extendió la idea de que era un “ángel caído”, que se rebeló contra Dios, junto a otros.

Una falsa creencia, ya que los ángeles son seres de luz; no se rebelan y solo saben amar y servir.

El diablo es una buena excusa para justificar tus fallas, y un personaje perfecto para asustar a los incautos.

Los escritores bíblicos hablan de él, fieles a creencias arcaicas. El diablo solo existe en tu mente.

@gonzalogallog