Haces un buen avance en tu camino espiritual cuando aceptas que solo eres dueño de tu partecita de verdad.

Los seres humanos creemos tener la razón y, para demostrarlo, acudimos a cualquier artimaña.

Somos como el amigo que va a pedirle prestado el caballo a un amigo y este le dice:

Lo siento pero ya se lo presté a otra persona. En ese momento el animal comienza a relinchar.

Oye, lo estoy oyendo relinchar.

Bueno, ¿a quién vas a creer, al caballo o a mí?

También somos como la señora que oye como el médico que ha examinado a su esposo, le dice:

Siento decirle que su marido ya no está con nosotros.

Entonces se escucha una tenue voz de protesta que dice: “Todavía estoy vivo”.

Cierra la boca, -dice la mujer-. El doctor sabe más que tú.