Este año no aceptar invitaciones a donde no se quiere ir. No ir a cenas de las que solo se quiere escapar, ni quedar atrapados en llamadas y chats que solo busquen canibalizar tiempo, energía y empatía.

Este año no abrir puertas energéticas, ni oídos, a quienes abusen de nuestra amabilidad, paciencia o tolerancia.

Este año no hacer caso a los que quieren inocular a la fuerza el Síndrome del Impostor que ellos mismos padecen.

Este año no juzgar por las primeras apariencias, pues engañan. Este año no dudar de la conveniencia de las despedidas. Este año no pedir,
materializar.

Este año no dudar de la intrínseca perfección de todo lo que se rompe.
Este año no confundir los límites de otros con nuestras propias posibilidades de lograrlo.

Este año no usar la amabilidad para tolerar la grosería. Este año no usar la apertura mental para dejar pasar, sin filtro, las opiniones abusivas.
Este año no inmolarse ni padecer el síndrome del salvador.

Este año no compartir la mesa con quienes quieran nuestra cabeza en bandeja. Este año no tener tiempo para ser el comité de aplausos de los narcisos.

Este año no ofenderse si los seres de baja vibración nos expulsan de sus círculos: agradecerles. Este año no tener pánico a marcar límites claros a quienes necesitan urgentemente uno.

Este año no tener tanto miedo a cambiar de opinión. Este año no tener tanto miedo a no complacer. Este año no tener tanto miedo a lo que piensan de nosotros los desconocidos.

Este año rebelarse contra la formación para la culpa gratuita. Este año no endeudarse para salvar a otros de sus propias responsabilidades. Este año no comentar ni criticar tallas, pesos, medidas. Este año no ir a dormir sin dar gracias.

Este año no estar tercos cuando la vida nos quiera dar mucho, pero mucho más de lo que nos han enseñado que merecemos. Este año no cerrarse a recibir, solo por estar más acostumbrados a dar.

Este año no dispersar la poderosa energía del agradecimiento con un “de nada”, “no es para tanto”. Este año no quedarse con la duda, al menos preguntar.

Este año no adoptar ni alimentar más vampiros emocionales. Este año sin segundas oportunidades para ninguno de ellos. Este año no será de los minimizadores, los envidiosos, los quejumbrosos. Será de los inspiradores, los generosos, los positivos, los agradecidos.

Este año no permitir frases hirientes contra el propio cuerpo, empezando por las que nos decimos nosotros mismos.

Este año no llamar ‘suerte’ a los éxitos. ¡Este año no dejar sin terminar esa tarea pendiente! Queda escrito, para recortar, releer y repetir como mantra: este año no caer en las 365 tentaciones de perdernos la fe.

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