La primera persona que me habló del autismo, me dijo -tras hacerle una prueba a mi hijo menor, de 4 años de edad- que como familia caeríamos “al abismo”. Hoy recuerdo con horror el impacto que causaron esas palabras, que demostraron no ser realidad.

Por fortuna encontré un colegio que me dijo: “No sabemos, pero juntos podemos aprender”. Y en efecto hemos aprendido juntos, en compañía de expertos en educación inclusiva como Mauricio Molano, quien nos ha enseñado a ver desde otro ángulo la neurodiversidad: como un don.

Lo llama “un linaje muy antiguo”, un gen rastreable miles de años, y explica que cada grupo humano ha tenido un puñado de personas distintas, que perciben el mundo y la realidad de otra manera, y cuya naturaleza divergente los dota para ocuparse de funciones híper especializadas que han ayudado a la humanidad a dar saltos cuánticos.

Fue un autista quien tuvo la paciencia de repetir miles de veces un experimento fallido, hasta hallar la clave de la bombilla eléctrica: Thomas Alva Edison, desescolarizado de niño por no encajar en el sistema tradicional de su tiempo.

Ellon Musk, Bill Gates, Greta Thumberg, Lionel Messi, Steven Spielberg, Keanu Reeves, tienen Aspeger, es decir están dentro del espectro autista; al actor Anthony Hopkins se le diagnosticó de forma tardía, y su extraordinaria memoria y contención emocional alimentan el histrionismo de sus papeles icónicos en el cine.

El autismo se caracteriza por dificultades de socialización y comunicación, y baja adaptación a cambios inesperados. Tienen una fuerte necesidad de previsibilidad, rutina y repetición. Aparte, decir siempre la verdad y entender el lenguaje de forma literal trae problemas sociales en un mundo de indirectas, eufemismos y simulaciones. Lejos del lugar común, son únicos como su huella digital.

Expertos como Simon Baron-Cohen, profesor de psicopatología del desarrollo e investigador de la Universidad de Cambridge, sostienen que entre 70.000 y 100.000 años atrás se desarrolló un circuito en el cerebro que permitió la sistematización y el análisis de patrones.

Existe un fuerte vínculo entre la mente inventora y los rasgos autistas. Seguramente fue un autista, menos interesado en socializar que en analizar patrones repetitivos, el primero que descifró la manera de repetir el fuego, o de hacer funcionar un arco y una flecha. Son talentos excepcionales, que requieren entornos dónde florecer.

Por el Día Mundial de Concientización sobre el Autismo, a todos los padres que reciben este diagnóstico quiero desearles que, sin miedo al “abismo”, abracen ese linaje antiguo, honren ese don especial, agradezcan la singularidad de su hijo y aprendan de la naturaleza, a quien le importan muy poco nuestros estrechos criterios humanos. La neurodiversidad es una expresión de la infinita, inagotable, deseable, creatividad del cosmos.

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