Comienza abril, mes de Feria Internacional del Libro de Bogotá, Filbo, que este año por primera vez tiene ciudad invitada, Cali, además de país invitado: México.

Y hablando de autores caleños acaba de llegar a mis manos, en primicia, el más reciente libro de divulgación médica del destacado psiquiatra Carlos Climent (de las escuelas Univalle y Harvard) titulado ‘Depresión. La enfermedad sin voz’.

Aparte del tema, tan urgente en la actualidad y tan vigente después de pandemia, lo novedoso es que Climent le pidió a otra caleña, Sonia Bersh, que escribiera el capítulo sobre Trastorno Bipolar.

Bersh es médica psiquiatra de la Universidad del Valle, Psiquiatra de la Fundación Valle del Lili y profesora de Psiquiatría del Programa de Medicina de la Universidad Icesi.

El Trastorno Bipolar, término maltratado por voces públicas y hasta columnistas que se creen graciosos al decir que tal gobierno es bipolar o tal funcionario o reforma es bipolar, invita a enterarse, con seriedad, con inteligencia, con responsabilidad, de todo lo que la bipolaridad implica para el paciente, su familia y su círculo.

Por muchos años Carlos Climent ha hecho una labor generosa, en la columna que semanalmente escribe en El País, y en los cuatro libros que ha publicado con Panamericana Editorial, para abrir su saber al mundo, para sacarlo del espacio de consulta clínica y difundir entre muchos su saber y experiencia.

Para eso ha tenido que abandonar el lenguaje de especialista, depurar los términos técnicos, hasta lograr tanta sencillez y sinceridad en su escritura que el público en general se sienta cercano pero también desafiado, interrogado, sorprendido.

Ya que tendré el honor de presentar a la dupla Climent - Bersh en la Filbo, el sábado 29 de abril a las 4:00 p.m., me permito adelantar (mientras el libro termina de llegar a librerías) algunos puntos de su cuestionario para detectar la depresión.

Decaimiento físico. Lentitud en los movimientos. Tristeza. Pobre autoestima. Sentimientos de culpa. Pesimismo exagerado.

Desesperanza. Pérdida de interés y placer en las cosas. Indecisión. Visión apocalíptica de las cosas. Ansiedad. Angustia. Nervios. Miedos absurdos.
Pánico. Irritabilidad. Pérdida del apetito. Síntomas físicos variados, sin explicación. Visitas a varios médicos. Insomnio o hipersomnio. Bajo rendimiento escolar o laboral. Sensación de haber perdido facultades mentales y/o físicas. Pérdida de memoria y concentración, entre otras.

Pienso que no solo las personas se deprimen, sino las ciudades, los países, los continentes como reflejo de sus habitantes. ¿Está deprimida Cali hace muchos años? Las noticias así lo demuestran. A ver si los libros nos comparten un poco de su luz y consuelo.

Sigue en Twitter @PGPaolaGuevara