Al nuevo alcalde de Cali hay que recomendarle de manera muy especial que preserve y expanda lo construido en materia de cultura en estos últimos años.
La alianza entre gestores y festivales de la ciudad tiene en la segunda mitad del año una frenética seguidilla de acontecimientos de gran importancia, se fortalecen y consolidan.
La Red de Bibliotecas públicas de Cali, orgullo colombiano y con reconocimiento internacional, merece seguir contando con gran apoyo para seguir fortaleciendo la lectura y la convivencia en las zonas más vulnerables, donde el arte deshace fronteras invisibles y abre caminos distintos para las nuevas generaciones.
Cali fue elegida este año Capital de la Cultura en Suramérica en los World Travel Awards, pues no solo los grandes eventos que congregan masas mantienen vibrante la escena.
También son destacables las alianzas entre gestores independientes, entre creadores emergentes y artistas inquietos que desde su lugar en el mundo -y muchas veces sin más apoyo que su tenacidad- crean escenarios alternativos para el intercambio de saberes y experiencias. El diseño gráfico es uno de ellos.
Ojalá uno de los megapropósitos de esta administración sea consolidar a Cali como capital de la cultura en Colombia, con respeto y aprecio por esa gran cantera creativa en el cine, la danza, la música, la literatura, la ilustración y en general las artes gráficas, la fotografía, y entre muchas otras esa fuerza tenaz y solitaria que se mantiene viva a pesar del desdén oficial: el teatro.
Queremos seguir siendo una ciudad de salsa y Pacífico reconocida a nivel mundial, sin olvidar que también somos rock, hip hop y jazz. Y que más allá de los réditos electorales de las citas híper locales Cali merece ventanas y alianzas de gran envergadura, ambiciosas, que la conecten con las grandes exposiciones y acontecimientos del mundo globalizado.
Mirar hacia adentro, pero no solo hacia adentro. Y para ello dejar hacer a los que saben hacer, con una visión altruista de ciudad y una idea amplia y diversa de la cultura.
Y que al llegar el término del actual gobierno nos entreguen una Cali con 365 días de cultura, con un sector fuerte y sólido que no sea visto como la cenicienta lastimera a la que se le arrojan migajas sino como el asunto prioritario que es: el crisol donde reconocemos lo que somos y lo convertimos en un relato capaz de conducirnos al lugar de paz y reconocimiento que merecemos.
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