Antes de descartar esta alianza, se necesitan más detalles. Naturalmente hablar de una fusión, de cualquier naturaleza, no tiene ningún sentido. Toca salir antes de ser novios y de ahí al matrimonio hay mucho camino. El actual gobierno corporativo de PDVSA no es garantía frente al riesgo de intromisión estatal en las decisiones de inversión o selección de proveedores. Hay otros mecanismos de asociación que podrían ser beneficiosos para ambas partes. Los actuales proyectos de gas propuestos parecen no ser viables, en el corto plazo, el deterioro de la infraestructura, no permite avanzar. Aun así, las posibilidades de cooperación son evidentes en varios aspectos de la cadena de valor. Lo clave radica en precisar son los detalles.
Aunque la actual producción de petróleo de Colombia es 30 % mayor a la de Venezuela, ellos son un Goliat a nuestro David. Venezuela no solo es un miembro fundador y actor fundamental de Opec, sino que la naturaleza de su crudo definió la política de refinación de EEUU desde los 70s hasta los 00s. Con 77.500 millones de barriles probados de petróleo convencional y 235.000 millones de barriles no convencionales, Venezuela ostenta las mayores reservas petroleras del mundo. Las reservas de Colombia raspando pasan los 2000 millones de barriles. Sin sanciones, Venezuela podría aumentar su actual producción de 500 miles barriles diarios hasta seis veces ese valor. Ayudar en el renacer del sector de hidrocarburos venezolano, no solo le prestaríamos un favor a un país hermano, sino que el dividendo económico para Colombia sería transformacional, yendo más allá del petróleo.
Además de sus vastas reservas, hay pozos disponibles que podrían recuperarse rápidamente. PDVSA podría facilitarlos para que Ecopetrol realice las inversiones y operaciones necesarias. Esto podría garantizar una regalía para PDVSA, permitiéndonos trabajar juntos, pero no revueltos. Nuestra exposición puntual sería el entorno venezolano y la incertidumbre geológica, riegos medidos con una compensación sustancial. Esto, bajo el supuesto de que EEUU levante sus restricciones sino seria muy riesgoso.
Las conversaciones entre la oposición y el gobierno venezolano avanzan, pero fácilmente se pueden descarrilar. La decisión de anular la consulta de la oposición no es alentadora, y la demora en liberar presos estadunidenses tampoco ayuda. Aunque el levantamiento de sanciones anunciado por EEUU abarca al sector de hidrocarburos, el hecho de no levantarse para varios líderes venezolanos, mantiene la parálisis funcional. Si los avances en garantías democráticas persisten, sería excelente que Ecopetrol estuviera de primero en la fila. El contraste de Colombia frente a Venezuela, hace de nuestro país una opción óptima para manejar operaciones binacionales.
No solo tiene el 18 % de las reservas mundiales de petróleo, Venezuela también es próspera en gas, oro y otros metales. Si Venezuela recupera su ritmo económico, sería un gran alivio para el sector industrial colombiano. Ante la ausencia de demanda interna en Colombia, la posibilidad de volver a vender productos básicos a Venezuela sería un alivio para los industriales y agricultores colombianos. Esto, más un marcado aumento en los dividendos de Ecopetrol, hacen que evaluar la posibilidad valga la pena.